Durante las últimas semanas, los agravios entre dos legisladores, en el curso de una interpelación, ocuparon los primeros planos de la información política, como si ello fuera determinante del curso de la vida nacional. En realidad, el citado desafortunado suceso, constituyó uno de los tantos somníferos que se administran en el ámbito político de nuestro país para ocultar la falta de voluntad de discutir, y sobre todo aprobar, medidas de gobierno que den solución a los problemas que realmente nos tienen anclados en una situación de estancamiento, cuando no de retroceso, en cuestiones que hacen al verdadero progreso del país.
Hasta las celebraciones del aniversario de la Independencia, durante las cuales se reiteró la siempre importante polémica sobre las intenciones de los protagonistas de dicho hecho histórico, que merecen no solo nuestro interés sino que resultan importantes para que las nuevas generaciones sepan como se construyó nuestra nacionalidad y aquilaten lo importante de cuidar su integridad, dió lugar a dislates de supuestos especialistas, que fueron desde equivocar los compromisos de Rivera con los portugueses a la fecha de la declaratoria de la Florida, hasta sugerir una modificación del Escudo Nacional. Sin perjuicio que esto último es propio de quienes fieles a su filosofía marxista solo consideran bueno el cambio por el cambio mismo, la ruptura con el pasado y la intención de ser iniciadores de una nueva historia fundacional, también obró, en este último aspecto, como un somnífero al tratamiento de las verdaderas causas del estancamiento del país.
Sumemos a lo antedicho que se han presentado proyectos verdaderamente insólitos, respondiendo a una agenda internacional que nada tiene que ver con la realidad nacional y las necesidades de la gente. Resumiendo podemos citar el proyecto de ley de eutanasia, al que ya nos hemos referido en el pasado, que no responde a ningún clamor popular, nadie en la calle la reclama y no ha generado muchedumbres agitadas pidiendola, sino que es una muestra de obsecuencia a directivas foráneas y de acatamiento a intereses de variado tipo, entre ellos de orden económico, dirigidos a eliminar a las personas que suponen grandes erogaciones a la sociedad por el tratamiento que debe dispensárseles. A este proyecto debe sumarse otro, también impulsado desde esfera internacionales, por el que se pretende coartar a los jóvenes la posibilidad de unirse en matrimonio,así se propone elevar la edad habilitante a los dieciocho años, ignorando torpemente que se puede impedir el matrimonio pero no el concubinato. Por último se ha presentado un proyecto pretendiendo eliminar del Código Civil la expresión que hace referencia a la diligencia de un buen padre de familia, por ser una expresión que falta a la identidad de género. Sin duda que se pretende ignorar que ha existido una interpretación evolutiva de la expresión por la que no se excluye a las mujeres. De todas formas es lamentable que la Facultad de Derecho de la Universidad de la República pierda el tiempo en semejante zonzera, con una clara intención demagógica, cuando de esa institución se esperan aportes de otra jerarquía.
Mientras tanto el país espera soluciones al problema de la seguridad que angustia desde hace año, medidas que resuelvan el grave problema de una educación que no entusiasma a los jóvenes y no los prepara para los desafíos del mundo laboral, soluciones en el campo del trabajo que inserten a nuestros compatriotas en la producción de bienes y servicios y estímulos a la pequeña y mediana empresa que proporcionan el ochenta y cinco por ciento del trabajo nacional.
Para la política contemporánea estos temas, en los hechos, no tienen prioridad, se cumple con fuegos de artificio, que entretienen pero no aportan a la construcción del país.
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