El proyecto de ley que autoriza la eutanasia finalmente será tratado, y seguramente aprobado, a principios del próximo mes.
Habrá manos que se levantarán en el convencimiento de que es una ley que promueve derechos. En este caso, el derecho de elegir el momento de morir evitando sufrimientos innecesarios. Un fin loable, lleno de sentido humanitario. ¿Pero es realmente así? ¿Alguien se ha puesto a pensar seriamente cuales serán las consecuencias una vez aprobada esta ley?
Realmente, ¿con eutanasia no hay sufrimiento? No podemos ignorar el sufrimiento del paciente y de sus allegados a la hora de esperar la muerte, con día y hora fijada. Es el mismo sufrimiento de un condenado a muerte en las horas previas a su ejecución. Si hay algo que a la humanidad le ha servido de bálsamo a la hora final, además de la fe religiosa que gran parte de los seres humanos profesa, es la imprevisibilidad del momento exacto de morir. ¿Alguien es capaz de medir el sufrimiento derivado de la certeza del momento final?
En agosto de 2023 se aprobó la Ley 20.179 de Cuidados Paliativos, que obliga a todas las instituciones de salud a brindar esos cuidados a quienes padecen enfermedades irreversibles o están en la fase terminal de ellas, a fin de disminuir el sufrimiento del paciente, así como contener a su familia. Increíblemente, ¡a dos años de su aprobación!, aún no ha sido reglamentada. Es decir que lo aprobado por los representantes del pueblo en el Parlamento ha sido olímpicamente ignorado hasta el día de hoy. ¡Y estamos hablando de un tema de alta sensibilidad humana!
Fui director de uno de los hospitales más grandes de este país, en el que funcionaba, y funciona, un departamento de cuidados paliativos, conducido por excelentes profesionales que lograban que el paciente terminara sus días con dignidad, contenido el sufrimiento, rodeado hasta el último momento por sus afectos. No debería demorarse un día más la aplicación de la ley aprobada en 2023.
La pregunta que cabe formularse es qué hay detrás de este sabotaje a la Ley de Cuidados Paliativos y la apuesta, en cambio, por la Ley de Eutanasia. Recordemos que legisladores del actual oficialismo votaron en contra de los cuidados paliativos porque ello, decían, podía ser un argumento para no votar la Ley de Eutanasia.
Lamentablemente, llegamos a la conclusión de que, bajo el disfraz de la sensibilidad humana, respaldado en varios testimonios muy removedores, se encierra una fuerte razón económica. Sí, el principal motor para la aprobación de esta ley es el económico. Es claro que es mucho más barato para una institución de salud aplicar la eutanasia que brindar los adecuados cuidados paliativos. Es llamativo observar que los más interesados en la aprobación de esta ley son quienes tienen intereses económicos en el ramo. No es casual que en países donde se aprobó la eutanasia, Canadá por ejemplo, cuando se remite el proyecto al Parlamento, se lo acompaña de un cálculo de cuanto se va a ahorrar con su aplicación.
Es hora de pensar en las consecuencias de la vigencia de esta ley. Hay que ver la evolución que ha tenido en los países donde ya está aprobada, en que se ha transformado en la forma más fácil de suicidarse siendo causal de eutanasia, por ejemplo, una depresión profunda. Tarde o temprano a eso llegaremos en el Uruguay. Por algo el título inicial del proyecto de ley, presentado en la Cámara de Representantes en 2020, era “Eutanasia y suicidio asistido”.
Se habla de asegurar un derecho a los ciudadanos. ¿Acaso hemos pensado en la situación de los más frágiles, normalmente un adulto mayor con escasos recursos, sometido a las sugerencias del cuerpo médico que le hace ver que el mejor camino es terminar con su vida? O ante la presión de su propio entorno que quiere terminar con una carga considerada demasiado pesada en los tiempos que corren. ¿No es lo que estamos viendo a diario con los ancianos depositados en residenciales a los que la familia muchas veces olvida por completo? ¿A cuánto estaremos de que los mismos familiares le pidan al abuelo que deje de ser una carga económica para todos? Y que el abuelo, por amor, acceda a pedir la eutanasia para aliviarle la carga a la familia. ¿Pensamos que eso no va a ocurrir? Creo que sabemos que eso va a ocurrir, pero ya no nos importa. Entonces, ¿cuál es el derecho que queremos asegurar?
Es hora de decir las cosas como son. No más falseamiento de la realidad. Con esta ley se favorece a los mismos que desde hace años lucran con la salud de nuestra gente. Los derechos de los más frágiles se garantizan con la aplicación de la Ley 20.179, no con apurarles la muerte. Aprobar este proyecto es contrario a la defensa de la vida y de la dignidad humana. Y es, por eso mismo, inmoral…