La Confederación Empresarial del Uruguay (CEDU) nuclea a unas 9000 micro y pequeñas empresas del interior del país. En diálogo con La Mañana, el presidente de la institución, Carlos Delfino, describió la difícil realidad que atraviesa actualmente el empresariado uruguayo y se refirió a la situación de las fronteras, donde, tal como explicó, es necesario que se establezca una política nacional. Por otro lado, opinó sobre las pautas salariales y destacó la importancia de flexibilizar el mercado de trabajo.
En una situación económica compleja marcada por la caída del empleo y el cierre de miles de empresas, ¿cuáles son los grandes retos que debe enfrentar el empresariado?
Las empresas están mal, están subsistiendo como pueden a esta realidad. Las medidas que tomó el gobierno han ayudado a que no se cierren los comercios, pero lamentablemente algunos han tenido que hacerlo.
Estamos funcionando con menos personal, se han mandado trabajadores a seguro de desempleo parcial y total, y en varios casos los dueños de las pymes están trabajando para no tener que cerrar. Es compleja la situación. Se ha recuperado alguna empresa, pero otras cerraron definitivamente porque no pudieron aguantar esta pandemia, que fue muy larga y todavía no ha terminado.
Si bien se está reactivando la industria, en estos últimos meses se ha visto un descenso en el consumo en general; desde mayo han caído las ventas de todos los rubros, incluidos los supermercados, y ha habido menos movimiento de la población.
¿Cuáles son las perspectivas de cara al futuro?
Aspiramos a mejorar. Ya pasamos más de un año y medio, que lo venimos sorteando, el tema es que mucha gente quedó sin fondos o se gastó lo poco que tenía para aguantar; otros se han endeudado. Se han tomado muchos préstamos con esos fondos SIGA, que son baratos, pero hay que pagarlos. Estamos todos evaluando a ver cómo viene la mano para seguir trabajando, no es fácil, pero estamos en la pelea. El 94% del empresariado uruguayo son pymes, entonces, uno se reconvierte de alguna forma, aunque por otro lado tenés menos espalda para aguantar este chaparrón.
CEDU nuclea a 23 asociaciones, cámaras y centros comerciales e industriales del interior del país, que integran cerca de 9000 micro y pequeñas empresas. ¿Cuál es la situación de las empresas del interior?
Hay un panorama general que es parejo para todos: hay poco movimiento, están subsistiendo como pueden. El gobierno ha dado una cantidad de préstamos y subsidios que no alcanzan, pero han paliado un poco la situación para los más chicos. Las empresas medianas tienen los préstamos SIGA con bajos intereses. Estamos esperando la reactivación, pero todavía venimos en un nivel bajo.
En el interior tenemos varios panoramas. En primer lugar, al ser menos poblado, cuando en todo el país se paraliza la economía, en el interior es peor, se siente más si hay un descenso en el consumo.
Por otra parte, la frontera con Brasil está muy complicada porque hay mucha diferencia de precios y, al ser terrestre, no se ha cerrado, o sea, la gente sigue pasando y consumiendo del otro lado; se ha incrementado la desventaja que tiene el comercio del lado uruguayo. Por la cuestión sanitaria la gente no va tanto a la frontera, entonces se ha disminuido un poco el contrabando.
Y en el litoral, como tenemos los puentes cerrados con Argentina, el comercio ha resurgido. Ahora la caída es generalizada, pero hubo comercios que aumentaron un 30%-40% las ventas, porque la gente ya no puede cruzar para el otro lado a consumir.
¿Preocupa la apertura de las fronteras?
Nosotros venimos reclamando una política de frontera parecida a lo que se hizo con los combustibles (la rebaja de Imesi), para poder defendernos. No sé si va a alcanzar para igualar los precios, pero sí para incentivar que la gente no cruce, para que tengamos precios más accesibles, porque la diferencia es muy grande.
Durante años trabajamos por el tema del combustible y el Estado no quería bajar el Imesi porque se decía que iba a dejar de recaudar, pero la experiencia fue al revés: se recaudó más porque se vendió más, aumentó el empleo y las empresas se estabilizaron.
En 2019 les planteamos un proyecto de política de frontera a los candidatos a presidente y todos lo tomaron en sus programas de gobierno.
Con la pandemia parece haber quedado demostrado lo que planteaban de la necesidad de una política de frontera.
Exactamente. Cuando vino la pandemia, se comprobó lo que decíamos, es decir, que cientos de millones de dólares se iban hacia el exterior y el Estado no recaudaba nada. De hecho, hubo artículos que aumentaron hasta un 100% las ventas, porque antes se traían de Argentina y ahora ya no se puede.
Entonces, nosotros proponemos que se haga una canasta básica y que a esos productos se les descuente un porcentaje de algún impuesto, como IVA o Imesi. Eso va a hacer que la gente no vaya tanto a consumir al lado argentino o brasilero y que consuma productos en Uruguay. Esa erogación del Estado se vería reflejada en el trabajo, en el BPS, en la renta, porque los comercios fronterizos trabajarían más, como lo están haciendo ahora.
No podemos pretender que las fronteras sigan cerradas y que el país quede aislado, porque es imposible. Además, en la confederación nucleamos tanto al sector comercial como al turístico, que está pidiendo por favor que se abran las fronteras porque viven del turismo, por ende, hay que hacer un equilibrio.
Por eso apostamos a la implementación de una política de frontera nacional y definitiva, no un parche. Controlar el cero kilo no es una solución, sino que hay que hacer algo efectivo y permanente, para que la gente no se tome la molestia de hacer 20 o 30 kilómetros para ir a comprar una cosa que del otro lado cuesta mucho menos que acá. Toda esa plata que se va le hace mal al país, tanto a los comercios como al gobierno, que no recauda.
¿Qué opinión le merecen las pautas salariales que presentó el gobierno?
Nosotros defendemos más bien al empresariado chico y a la mipyme de todo el interior, y notamos que los Consejos de Salarios siempre se resuelven en Montevideo y con las grandes cámaras y el PIT-CNT. Entendemos que se debería flexibilizar más el mercado de trabajo.
El viceministro de Trabajo (Mario Arizti) nos transmitió que iba a tratar de que las empresas pudieran negociar directamente con los empleados. Lo que nosotros pretendemos es incidir en la pauta salarial como empresa chica, porque no es lo mismo hacer un trabajo en Montevideo o Canelones que en un pueblito en Durazno o Artigas. Debería haber una diferenciación por zonas o por tamaño de empresa, y más en este momento.
Una vez que finalice la pandemia se va a terminar con el seguro de desempleo total o parcial, y eso va a ser un quiebre para muchas empresas chicas en las que hoy están trabajando los dueños y que tienen a los empleados en el seguro o trabajan medio horario. Cuando eso pase, si los vuelven a tomar, el negocio quizás ya no sea rentable, y si los echan, de repente no van a tener plata para pagarles el despido. Debería ser algo gradual para que se puedan ir acomodando los tantos.
El tema salarial es fundamental. Por supuesto que todos pretendemos que la gente gane bien, porque el comercio vive del consumo de las personas que trabajan, el problema es que en esta situación se necesita una flexibilización de las condiciones.
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