Con la selva amazónica como eje curatorial y el Parlamento como escenario, la Sexta Bienal de Montevideo transformará el Salón de los Pasos Perdidos en un espacio donde el arte contemporáneo dialogará con la ancestralidad indígena y la urgencia climática, confirmando que la cultura sigue siendo el termómetro más sensible de nuestro tiempo.
Bajo el título “Amazonas ancestral”, la 6ª Bienal de Montevideo fue presentada oficialmente este martes 30 de setiembre en el Salón de Eventos Especiales del Palacio Legislativo, en un acto que contó con la presencia de la vicepresidenta de la República, Carolina Cosse; la presidenta de la Fundación Bienal de Montevideo, Laetitia d’Arenberg; y el cocurador de la muestra, Alejandro Denes, junto a autoridades nacionales, diplomáticas y representantes del ámbito cultural.
En un gesto que refleja la madurez democrática e institucional del Uruguay, el Parlamento nacional se convertirá por tercera vez en sede de este evento cultural de primer nivel, que transformará el Salón de los Pasos Perdidos en un espacio de diálogo entre el arte, la política y la conciencia ambiental a partir del 23 de octubre.
Un homenaje artístico a la Amazonia y la COP30
La elección del tema “Amazonas ancestral” no es casual. Como explicó el curador Alejandro Denes, la bienal constituye un “homenaje de Uruguay a la COP30”, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que se celebrará en Belém, Brasil, en noviembre de 2025. De este modo, el evento cultural uruguayo se alinea con uno de los debates globales más urgentes, posicionando a la Amazonia no solo como un espacio de riqueza natural y cultural, sino también como un territorio de disputa política y ambiental.
“Mujica dijo más de una vez que América debería llamarse Amazonia por la importancia que tiene para nuestra región”, recordó Denes, subrayando el papel del bosque tropical como “gran regulador climático”, sin el cual “en nuestra región habría un desierto, como pasa en las mismas latitudes en África o Australia”.
Arte contemporáneo con raíces ancestrales
La muestra reunirá a 34 artistas, 12 de ellos uruguayos y 22 provenientes principalmente de la región panamazónica, incluyendo Brasil, Venezuela, Perú y Guyana. Según destacó Denes, se trata de “artistas reconocidos, muchos de ellos activistas de las causas indígenas”, que practican un “arte contemporáneo con la ancestralidad indígena muy embebida”.
Entre los nombres locales sobresalen Linda Cohen, quien a sus 102 años recibió recientemente el título de Ciudadana Ilustre de Montevideo, y José Gamarra, Pablo Uribe, entre otros premiados Figari. La nómina incluye también a creadores como Héctor Laborde, “una joya escondida” de la plástica nacional, y a un grupo de artistas que viajaron recientemente a Manaos como parte de una residencia inspiradora.
La palabra de los protagonistas
La presentación estuvo marcada por momentos de alta emotividad, especialmente durante el discurso de Laetitia d’Arenberg, quien con voz vibrante compartió su conexión personal con la Amazonia: “Hace muchos años fui a Manaos y me enamoré… me iba a quedar un mes y me quedé cinco”. Con un tono coloquial y sincero, d’Arenberg alertó sobre la urgencia de la crisis ambiental: “Le estamos matando a la Amazonas… si seguimos así, van a quedar cuatro árboles para mirarlos y sacar una foto y decir ‘esto fue’”.
Por su parte, Alejandro Denes aportó profundidad histórica al recordar al poeta uruguayo Gastón Figueira, quien en 1935 publicó un poemario sobre la Amazonia donde ya alertaba sobre la deforestación. Denes leyó un fragmento conmovedor: “No vayas, hijito, a jugar al mato. Curupira hoy debe estar enojado. Temprano vinieron los hombres y cortaron árboles…”. El curador destacó la vigencia del poema y presentó a Curupira –el espíritu protector de los bosques en la mitología amazónica–, que será la mascota oficial de la COP30.
Cultura, política y democracia
La vicepresidenta Carolina Cosse, en sus palabras de cierre, celebró que el Parlamento sea nuevamente sede de la bienal: “Esta es la casa de todas y de todos”. Destacó el valor de “ser sistémicos e insistir con la cultura” en un momento global de “negacionismo”, y resaltó la importancia de que, “recostados en el arte, ayudemos a que Uruguay y el mundo vean con nuevos ojos los grandes temas de la humanidad”.
La sexta edición consolida a la Bienal de Montevideo como un proyecto cultural sostenible –la primera fue en 2012– y como una plataforma de proyección internacional para artistas nacionales. Según datos de la organización, las ediciones anteriores han servido como trampolín para que numerosos creadores uruguayos accedieran a muestras y residencias en el exterior.
Un evento que trasciende lo artístico
“Amazonas ancestral” se configura así como más que una exposición: es un posicionamiento político-cultural de Uruguay en el escenario regional, un gesto de hermanamiento con Brasil y los países amazónicos, y una contribución desde el arte al debate ambiental global. La elección del Palacio Legislativo como sede –un parlamento en funciones que abre sus puertas al arte contemporáneo– envía un mensaje potente sobre el rol de la cultura en la construcción de ciudadanía y democracia.
La bienal, que se extenderá por varias semanas, espera superar los miles de visitantes que convocó la edición 2023, confirmando que el diálogo entre arte, política y conciencia ambiental encuentra en Uruguay un espacio fértil y una audiencia creciente.









