Este prolífico guionista y director documentalista cinematográfico uruguayo, con más de quince títulos estrenados en su haber, muchos de ellos en Netflix, HBO y Amazon Prime, elige temas que se vinculan con la memoria afectiva del Uruguay, construyendo ciudadanía, memoria y patrimonio. Federico Lemos Rovira tiene el apoyo del público, al punto tal que, en 2024, la película uruguaya más vista en cines fue su documental Jorge Batlle: Entre el cielo y el infierno, con 42.727espectadores, lo que la transformó en la película uruguaya más vista de la década.
¿Cuáles fueron tus referentes? ¿El periodismo de tu padre (Carlos Lemos) tuvo su influencia?
El cine llega a mi vida ya de adulto, a los treinta años, te diría que “de casualidad” y podría citarte a tres personas. Primero, a mi padre, Carlos Lemos, periodista de la vieja guardia, investigador de esos que iban atrás de la noticia persiguiendo las fuentes en un proceso de investigación que a veces llevaba semanas, meses. Me gustaba mucho su forma de trabajo, de intuir, de vincularse con los involucrados, de esa perseverancia, de su olfato y sus grandes reportajes. Todos mis proyectos documentales tienen que ver con una noticia, con la búsqueda, el seguimiento y todas las puntas posibles para desarrollar el proyecto. En segundo lugar, a mi madre, por su capacidad de relacionamiento con los estudiantes, por su amor por la docencia y por explicar y hacer que las cosas complejas llegaran a sus estudiantes de una manera coloquial, explicando desde un lugar de cercanía, de la misma forma que a mí me gusta contar las historias, el amor por contribuir en la construcción de memoria ciudadana. Y, en tercer lugar, un colega, un director: Sebastián Bednarik (Mi mundialito, La Matinée). Fue su amor por el documental el que me contagió y me llevó a enamorarme fundamentalmente de este género y su trabajo tiene una gran injerencia en mi obra, sobre todo en la primera parte.
¿Qué te llevó a estudiar marketing?
Estudiar marketing, probablemente, fue una decisión producto de una dificultad personal de encontrar una carrera en la que me sintiera cómodo. Los números, las matemáticas, la física me costaban ya en el secundario y hacer una carrera con esas materias me iba a generar muchas dificultades. Esta carrera me iba a acercar más a lo que estaba haciendo: eventos, proyectos que ya se iban concretando. Era algo que desarrolló mi lado de productor comercial. Yo también hago de productor comercial y distribuidor. Eso es algo innato que me ayudó a aprender a vender, comercializar y distribuir mis proyectos y eso contribuye a la visibilidad de mis proyectos cinematográficos.
Algunos acontecimientos relevantes en tu vida parecen haber sido producto de la casualidad. ¿Podrías compartir algún ejemplo?
Estar en el lugar justo en el momento oportuno, o haber tomado ciertas decisiones en esos momentos. El cine, en mí, está fuertemente ligado a una casualidad. Ni me preparé ni estudié para hacer cine. En una noche montevideana de enero, recién llegado de Canadá, donde estuve viviendo muchos años, me encuentro de casualidad con Sebastián Bednarik, hermano de un amigo mío, que estaba filmando su ópera prima, La Matinée, experimentando como director después de haber trabajado en teatro. Esa casualidad me marcó ya que ese fue el primer proyecto que me vincula al cine como productor ejecutivo. Eso dio lugar a una fascinación, que después de 20 años es mi trabajo y mi pasión que hoy me lleva a tener 15 proyectos cinematográficos en distintas plataformas, en giras, en salas…
¿Cómo eliges los temas y personajes? ¿Qué buscas al “contar historias”?
Los temas aparecen como chispazos. No la búsqueda, sino la observación de temas cotidianos, que muchas veces pasan de largo y uno no se detiene a analizarlos, a llegar a fondo. El documental permite eso. Quizás la intuición, la memoria afectiva, mis recuerdos, la experiencia personal… Muchos de mis trabajos que me han marcado como director son a partir de vivencias, algunas de mi adolescencia que quedaron atesoradas en mi memoria y muchos años después, luego de elegir cuidadosamente los personajes que van a contar esa historia y la investigación periodística, me llevan a detectar espacios vacíos en donde el género documental nunca incursionó, que redundan finalmente en un trabajo. He detectado historias que nunca fueron contadas con protagonistas que se estaban yendo. Y el trabajo de rescate del archivo y de construcción de memoria ciudadana me parece un desafío enorme y me llena de orgullo al poder contribuir desde ese lugar.
¿Qué devolución te hace el público?
Después de que un proyecto se estrena y llega al público, dentro de las cosas más hermosas que me suceden es la devolución del público: por redes, en mi whatsapp, por mensajes, de personas que no me conocen y que me escriben para compartir sus pensamientos de lo que les generó mi trabajo, con sensaciones de profunda emoción. La posibilidad de encontrarse con cientos de personas que con tu trabajo impactaste y generaste reflexión, emoción, que se sienten motivadas, emocionadas, me nutre. Lo destaco como uno de los intangibles más gratificantes: la cercanía con el público. Por eso voy a las funciones, a la presentación y adonde me inviten encantado de dar charlas con estudiantes, con público. Nada más placentero que compartir la experiencia con la gente que necesita una palabra, un consejo. La retroalimentación con el público me llena de satisfacción y es de las cosas más lindas que como director me han pasado.
¿Por qué documentales? ¿Cómo rehacer una historia pasada, sobre qué bases?
Porque es un género que me fascina. Porque me gusta contar historias. El género ha evolucionado mucho. Hoy hay gran avidez a nivel nacional e internacional, no solo en plataformas, sino en cines, en TV abierta, en cables. Es un género que hoy goza de muy buena salud luego de haber pasado por momentos difíciles. Haber contribuido con el cine documental de manera gratuita, itinerante, con técnicos uruguayos, con historias uruguayas, es algo que me parece que colabora en el posicionamiento del género y creo que motiva a nuevos realizadores que se están volcando a este género. No tengo la cifra exacta, pero quizás, un 70% de los estrenos de cine nacional son documentales y la película de Jorge Batlle, que tengo el honor de tener en mi haber, fue la más vista el año pasado.
¿Qué géneros, autores, directores o intérpretes te interesan?
Estoy viendo mucho menos cine y series que hace unos años. Fui un fuerte consumidor de series y documentales en plataformas, de todo tipo. No solo miro el género documental, sino mucha ficción. Hacer ficción es un debe que tengo. El documental me sigue atrayendo. A nivel de contenidos creo que ha habido un gran incremento en cantidad en desmedro de la calidad. También veo menos cine y series producto del poco tiempo que tengo. Me gusta ver muchos clásicos. Elijo volver a ver películas y series que me marcaron. Prefiero ver series y películas cuando sale una joyita: ahí me hago tiempo para verla. Hace poco fui a ver Flow, una animación maravillosa que ganó el Oscar, con mi hijo y me sorprendió gratamente.
¿A qué dedicas tu tiempo libre? ¿Qué te gustaría hacer que no hayas hecho aún?
El tiempo libre lo dedico a estar con mi hijo, con mis amigos, a escribir, a planificar proyectos, por supuesto a viajar. Me encanta viajar, es una de las cosas que más disfruto. Disfruto la cercanía con mi hijo, con mi padre, con mis seres queridos, con mis amigos y el viajar, a veces solo, a veces acompañado. Salir a comer y a ver una película. Estar con personas con las que quiero estar y con quienes disfruto la vida.
¿Cómo ves el cine nacional hoy día? ¿Hay oportunidades? ¿Qué está faltando?
El cine nacional hoy tiene un desafío por delante y es generar muchos más contenidos de ficción. Hay muchos realizadores volcados al género documental, lo cual me encanta, pero hay alguna dificultad que tiene que ver hoy con los contenidos de ficción, con los altos costos o quizás la falta de interés del público en algunos aspectos. Más allá de las políticas favorables que existen en la ACAU con el Programa Uruguay Audiovisual hay algunas cosas que han generado una falla en el desarrollo de proyectos audiovisuales de corte cinematográfico de ficción. No obstante ello, se está trabajando fuertemente en otras áreas que han evolucionado muy favorablemente, como la distribución, como el documental. Por eso, sería importante analizar las causas de lo que ocurre con el género de ficción en nuestro país y buscar soluciones que impulsen mucho más su desarrollo.
Biografía
Es hijo del periodista Carlos Lemos. Egresó de la Licenciatura en Marketing de la Universidad de la Empresa. En 2002 debió emigrar a Canadá por razones económicas; un año después, casi por casualidad llega su vocación por la producción cinematográfica. Gracias a su amistad con el director Sebastián Bednarik, se convirtió en productor asociado del proyecto de la película La Matinée, que estrenó en Toronto. Se ha centrado fundamentalmente en el desarrollo de productos audiovisuales de carácter documental.
Selección de obras
2011: El último carnaval, sobre el carnaval de La Pedrera.
2012: 12 horas 2 minutos (con Luis Ara), sobre donación de órganos.
2013: Jugadores con patente (con Luis Ara), sobre el paralelismo entre fútbol y carnaval en Uruguay.
2015: Gonchi: la película (con Luis Ara), sobre el piloto de automovilismo Gonzalo Gonchi Rodríguez.
2015: DF10, sobre la carrera del futbolista Diego Forlán.
2016: Marama-Rombai-El viaje.
2017: Rehenes, sobre la toma de la residencia del embajador de Japón en Lima.
2022: Somos nuestras montañas, sobre el drama armenio en Artsaj.
2024: Jorge Batlle, entre el cielo y el infierno, sobre el gobierno de Jorge Batlle.
2025: La otra pelota, sobre el básquetbol uruguayo