Mejorar el bienestar animal, protegiéndolos tanto del calor excesivo como de los temporales en invierno, redunda en mayor y mejor producción, pero no todos los tamberos están en condiciones de afrontar los costos.
Se realizó en el establecimiento Villa Luján de la familia Almenares López, ubicado en el departamento de Soriano, una jornada sobre las estrategias para enfrentar el estrés animal en condiciones climáticas adversas.
Mario Almenares es productor lechero desde hace varios años y ahora está al frente del establecimiento, habiendo comenzado a trabajar con su padre y ahora lo hace con su esposa e hijos.
Cuando se menciona Soriano, rápidamente el imaginario social lo vincula con la actividad agrícola porque esa es, sin duda la producción principal del departamento, pero también se encuentra allí la colonia Augusto Eulacio que remite a Conaprole desde 1998. “Soriano no se caracteriza por su producción lechera”, dijo Almenares a La Mañana, y eso “dificulta obtener campos para realizar reservas, porque todo es agricultura de gran volumen”.
Aun así, el Instituto Nacional de Colonización tuvo la visión de fomentar la producción de leche y actualmente son 11 los productores remitentes a Conaprole con una producción diaria de una cisterna, que equivale a 24.000 litros.
Desde el comienzo, hace 27 años, la colonia tuvo un desarrollo importante a impulso de la lechería, tanto desde el punto de vista de la infraestructura como productivo: “En aquellos tiempos no había luz ni nada, pero gracias a la inserción de la lechería se fue avanzando” en el suministro de energía, caminos e infraestructura en general.
“En aquellos tiempos Conaprole pedía, para poder ingresar a la cooperativa como remitentes, un mínimo de 1500 litros diarios para poder levantar la leche”, un total al que a veces no se llegaba, “pero Conaprole apostó, nos dio el ok y empezamos con ese piso llegando a los 24.000 litros actuales”.
Los productores de la colonia Eulacio que remiten a Conaprole son todos pequeños, con un promedio de 100 vacas cada uno, todos de tipo familiar.
Sobre el taller, Almenares comentó que se busca atender los desafíos que se generan a partir de las condiciones climáticas adversas, cada vez más presentes y que los productores deben considerarlas como un fenómeno negativo de presencia constante porque todo indica que los temas del clima y la meteorología llegaron para quedarse, sin posibilidad de que se revierta en el mediano plazo.
Cama caliente, sombra y techo
El taller estuvo a cargo del Ing. Agr. Francisco González de Agrifirm, organizado por el Grupo Lechero Soriano, con el apoyo de la Intendencia de Soriano y Conaprole.
“González es un técnico muy vinculado a tecnologías como la cama caliente, sombra y techo en los tambos; fue una actividad informativa sobre esas tres modalidades, y el resultado fue que muchos de los productores estamos analizando la posibilidad de incursionar en los techos para sombra en verano y abrigo en invierno”, expresó Almenares.
“Es importante que cada uno piense cómo bajar los efectos drásticos que tiene el cambio climático en su predio, y para eso hay que conocer bien las diferentes tecnologías disponibles, analizar los pros y los contras”, continuó. Explicó que “cama caliente es el encierro del ganado todo el año y todos los días”, una herramienta que ha permitido mejorar la producción donde se ha instaurado.
La cama caliente lleva otro nivel de inversión que hace que sea de difícil acceso para los productores de menor tamaño; la sombra es más específica, útil en verano, pero no en invierno; y el techo, dependiendo del número de ganado, significa una inversión de unos US$ 56.000 para 160 vacas, unos US$ 350 por cada vaca, con todos los materiales y todo hecho, debiendo cambiar únicamente el nylon cada 5 años.
De las tres, Almenares consideró que el techo es una herramienta intermedia, más económica que la cama caliente y más completa que la sombra, porque en verano el ganado se protege del sol y en invierno del agua fría.
Confort animal y mayor producción
El uso de estas tecnologías tiene un impacto directo en el bienestar animal como en la producción: “Solamente con sombra y agua el incremento productivo es de dos litros de leche por vaca, por día”, por tanto “el confort animal significa mejorar la rentabilidad, además de que hay un objetivo de sustentabilidad, que es clave en estos momentos”, enfatizó el productor.
Es “clave que el productor tenga capacidad para asumir esas inversiones grandes”, y para poder invertir en el techo y lograr bienestar animal y mayor producción “se necesita plazo suficiente, así podrá tomar las mejores decisiones. Sin plazos es imposible invertir, porque la lechería tiene poca rentabilidad y exige mano de obra”.
Consultado sobre el espíritu con que los productores salieron del taller, en cuanto a las posibilidades de asumir inversiones que signifiquen mejoras y ayuden a hacer frente a los problemas climáticos, Almenares dijo que “hay de todas las situaciones, con algunos que no podrán hacer frente a los costos y otros que sí”, pero todos convencidos de que “ese es el camino”.
“Cada vez tenemos que ser más rentables, con un clima que no ayuda, porque cuando no falta agua hay exceso de precipitaciones y eso también es un problema. Las inversiones hay que hacerlas y desde Conaprole como todos los productores que remitimos tenemos que seguir trabajando para que la certificación Grass Fed, que garantiza que las vacas son alimentadas a pasto, continúe. Pero hay que mejorar las condiciones del ganado en estos tiempos complicados como el calor o los temporales que generan estrés. El mercado nos está exigiendo todo eso y cada vez va a exigir más, nosotros debemos ir adaptándonos, sabiendo que cuanto más chico se es menos recursos se poseen”.
Colonización
Sobre el Instituto Nacional de Colonización, Almenares comentó que para muchos “es la única forma de acceder a la tierra, y aunque pueda discrepar de algunas decisiones, creo que se están haciendo las cosas bien”. De todas formas “no veo políticas de Estado de apoyo a la lechería, ahora ni con los gobiernos anteriores” y el resultado de eso es que “el productor chico es el que tiene que irse, abandonar la producción, y son los grandes los que se quedan con los campos. El Instituto de Colonización es la única forma en que podamos quedarnos en los campos”.



















































