Organizaciones como I Porá y Ambá están trabajando desde hace algún tiempo en la promoción, propagación y educación entorno al árbol que da sustento a la infusión más arraigada entre los uruguayos.
Probablemente usted esté en este momento saboreando un rico mate, de esos que prepara cada mañana para empezar la jornada o por la tardecita cuando deja los quehaceres cotidianos. Mientras esto sucede, en las Sierras de Rocha y Maldonado, así como en Cerro Largo, Lavalleja, Tacuarembó, Rivera y Treinta y Tres, crecen ejemplares de distinto porte y con diferentes edades de árboles de yerba mate.
Desde hace varios años han existido intentos por industrializar la bebida de mayor arraigo cultural en Uruguay, aunque hasta el momento todos han sido fallidos. Una de las explicaciones sobre porqué esta misión ha quedado apenas en proyectos inacabados tiene que ver con las necesidades climáticas del árbol de yerba mate y los escasos reductos donde puede desarrollarse en Uruguay.
A pesar de exhibir la condición de ser de los principales consumidores de yerba mate del mundo (entre 8 y 12 kilos per cápita al año), Uruguay aún no tiene la suficiente producción como para proyectar una industria comercial a gran escala que asegure ese consumo. Sin embargo, varias comunidades y experiencias individuales están trabajando en aras de expandir el conocimiento y la plantación de Ilex Paraguariensis, su nombre científico, y apuntan a una producción artesanal.
Una de ellas es Ambá, una organización sin fines de lucro que se ha propuesto reconectar al ser humano con la naturaleza. En ese marco realiza actividades de reconocimiento y monitoreo de yerba mate en el entorno de las Sierras del Este, con el objetivo de estudiar la especie y difundir conocimiento sobre esta infusión tan cotidiana, con la que “la gente conecta mucho y es tan representativa de la cultura local”, como señaló Magdalena Bottaioli, coordinadora de comunicación de la organización.
En Uruguay los árboles de yerba mate crecen en los montes de quebradas y su presencia es un buen indicio para establecer que estos lugares conforman un ecosistema equilibrado donde conviven diferentes especies vegetales y animales que juntos potencian el desarrollo de esas poblaciones. Por sus condiciones de humedad y abrigo estos hábitats son un buen reducto para la plantación de la especie, una práctica que promueve el cuidado del monte nativo por ser este clave para el crecimiento de la especie.
Con ese objetivo, Ambá organiza jornadas para concientizar sobre la importancia de los árboles de yerba mate, no solo por su arraigo social como la práctica de tomar mate entre los uruguayos, sino también para dar a conocer el árbol en sí: sus características dentro del monte, las formas de sus hojas, las necesidades climáticas que favorecen su desarrollo y los procesos que preparan la hoja para su consumo.
“Al ser una bebida culturalmente inserta en la vida cotidiana, es bueno conocer que esa yerba que se está degustando fue extraída de un árbol, con determinadas características y que crece en determinadas condiciones climáticas”, señaló Bottaioli.
Explicó que un ecosistema equilibrado se caracteriza por la presencia de variedad de especies, entre ellas la yerba mate, y que cuando esto sucede es un síntoma de que existe “un sistema equilibrado” o que en su defecto que “está encontrando su equilibrio”. Sus necesidades de determinadas temperaturas, que en el país se pueden lograr al abrigo de otras especies y en lugares cercanos a cursos de agua, hacen que las sierras conformen la mejor opción para su desarrollo.
Mientras se avanza en la difusión del conocimiento sobre esta especie y en el aumento de su número de ejemplares, diversas iniciativas promueven la yerba mate. Entre ellas, destacan el programa Más Yerba del vivero Iporá, Pindó Azul, el vivero Ca’aguigua, Reserva El Yerbal y Ambá, entre otros.
El Sendero de la Yerba Mate, propuesto por Ambá en su reserva de Cerro Negro (Sierras de Rocha) es un lugar en donde se puede acceder a recorridas por un sendero de monte nativo en el que se realizó la plantación de 100 árboles de yerba mate crecidos en el vivero Iporá. También se organizan jornadas de cosecha y procesado de las hojas, que luego de un tiempo de estacionado, le permitirán aprontarse un rico mate con su propia cosecha personal.
A futuro, el anhelo es que los campos donde se monitorea la especie den lugar a iniciativas de los productores o predios yerbateros, como la venta de yerba con el sello del lugar, generando ingresos a través de la comercialización artesanal y el turismo sustentable en los yerbatales.
El desafío es crear una marca comercial con yerba cosechada de especímenes uruguayos, aunque las posibilidades aún son limitadas por la necesidad de contar con un yerbatal de mayor tamaño. A pesar de que esa posibilidad está bastante lejana, la organización concentra sus esfuerzos para que más uruguayos sintonicen con la especie que da sustento a la bebida más arraigada de la cultura local.
I Porá y Más Yerba
Para el programa Más Yerba, uno de los brazos ejecutores de I Porá, una organización fundada en el año 2013 que se dedica a la expansión del conocimiento, protección de los ecosistemas nativos, ecoturismo y desarrollo de prácticas entorno al secado de las hojas de yerba mate a la vieja usanza indígena guaraní, es pensable generar una marca de yerba para el consumo tradicional pero alejada de los sistemas de góndola comercial. En su opinión un producto originado con las plantaciones nacionales debería centrarse en la calidad y en la trazabilidad de la conservación ambiental y sistemas agroecológicos como su principal característica. Mauricio Silvera integrante del equipo de I Porá dijo que no se debería perder de vista el proyecto de economía circular en el cual está basado el espíritu del proyecto.
Con el advenimiento del cambio climático y sus característicos episodios de lluvias cada vez más intensas y épocas de sequías profundas y prolongadas, la producción de yerba mate en Uruguay cobra mayor valor. Sobre todo, teniendo en cuenta que en Uruguay crece en medio de montes tupidos donde convive con muchas otras especies que la protegen y le aportan las condiciones de humedad ambiente y a nivel del suelo y los nutrientes necesarios para un desarrollo sano. Silvera la definió como “la vedette” del monte por sus necesidades ambientales. Sus hojas más verdes y robustas hacen que la producción que se genera en esos microclimas sea más apetecible por el mercado y alcances valores mayores a la de otras zonas.
En su experiencia, Silvera dijo que las futuras producciones tendrán mucho más que ver con la conservación de los lugares donde habita, asociando los cultivos y plantaciones a los bosques nativos, por ende, la propagación de la especie está fuertemente asociada al manejo productivo que se desarrolle en esos lugares.
La yerba mate es un árbol muy escaso en el país, que crece de forma silvestre y natural en lugares “ambientalmente equilibrados”, señaló Silvera. A diferencia de lo que sucede en la zona de Misiones en Argentina y las nacientes del río Paraná en Brasil, donde la producción es intensiva bajo el método de monocultivo industrial, en Uruguay esta especie no crece a cielo abierto y su presencia está asociada a bosques maduros como la Quebrada de los Cuervos, donde varios arroyos llevan como nombre Yerbal, Yerbalito o Yerbal Chico, a modo de identificación que define la presencia de esta planta. También se puede encontrar poblaciones en la Gruta de los Helechos hacia el norte en Tacuarembó y en zonas más australes del país en la Sierra de Carapé en el municipio de Aiguá, departamento de Maldonado. Para Silvera esto no es casualidad, sino que responde a lugares donde por sus condiciones de suelo y el microclima que se genera, las temperaturas se mantienen prácticamente estables durante todo el año.
Desde su creación el programa Más Yerba se ha dedicado a la propagación de la especie plantando miles de nuevos ejemplares en las zonas donde su desarrollo responde a los requerimientos biológicos y climáticos. Durante este año particularmente ya han reproducido más de 1500 nuevos árboles que estás siendo plantados en dos predios destinados a la conservación y producción agroecológica, uno de 300 hectáreas y el otros de más de 500 hectáreas, donde ya existían yerbatales nativos ubicados en la región de Aiguá.
Este proceso de reproducción comenzó en 2017 en una “red de predios” privados como una forma de generar producciones familiares que aseguraran el cuidado de los nuevos especímenes con una mirada comercial o de consumo hacia el futuro. Actualmente la organización se concentra en aumentar y plantar un gran número de árboles, pero en pocos predios.
Más Yerba nació con el fin de “disolver la brecha cultural” que durante mucho tiempo se generó entre la infusión más consumida por los uruguayos y el conocimiento tanto cultural como de la producción de la planta. Con ese propósito sus promotores organizan charlas, actividades de reconocimiento y jornadas ecoturísticas vivenciales con prácticas de secado de la yerba mate. Es una forma de conocer más sobre eso “tan nuestro y que no sabíamos prácticamente nada”.
Durante esas jornadas parte de la recolección y secado conforma un stock que los participantes llevan a sus casas y que después de un cierto tiempo de estacionamiento está listo para consumir en el mate. En tanto, la otra parte del material está siendo utilizada en otros usos como pueden ser bebidas, gastronomía, cosmética o medicinal, con el fin de posicionar la yerba mate con los otros tantos usos de consumo y a nivel comercial que puede tener. Para eso debieron generar una “red de emprendedores y marcas” que involucró a empleadores de diferentes ámbitos que quieran introducir el producto en sus preparaciones con todo el valor agregado a nivel sociocultural, ambiental y agroecológico del programa Más Yerba.