El próximo jueves 12 de septiembre, en Plaza Prado, y al igual que cada último jueves de la Expo Prado, “Chacho” Ramos se presentará a las 22 horas en un show que se ha convertido en un clásico. En conversación con La Mañana, dijo prepararse para colmar las expectativas de la gente, con quienes a lo largo de los años ha desarrollado un vínculo de respeto, cristalinidad y espontaneidad.
Su madre es profesora de música y él creció escuchando las clases que ella daba. Pero de acordeón a piano aprendió poco, casi lo esencial, para cumplir. Oriundo de Casupá, Carlos Alberto “Chacho” Ramos, toca guitarra y bajo y es dueño de una voz que no permite confusiones. Desde Sol negro hasta Qué tiene la noche, distintas generaciones han disfrutado con su música, pero él prefiere identificarse como un artista que no es exclusivo del género tropical.
¿Recuerda su primera presentación el público?
Fue de muy joven, a mis nueve años, cuando daba los exámenes de guitarra, que eran en el colegio de las Hermanas Capuchinas de Montevideo y teníamos que tocar con público. Soy bastante tímido, y lo era entonces, pero de a poco vas venciendo tus miedos y las cosas que te pueden cohibir un poco a la hora de subir al escenario y se trabajan y vas lográndolo.
Es reconocido como uno de los principales artistas de la charanga o cumbia del Interior. ¿Se define así?
No, no soy un músico exclusivo de música tropical. Me gustan todos los géneros y amo lo que hago, pero no encasillo a la música en un género, sino que la tomo como un todo. Puedo amar una canción de folklore, rock, jazz o música tropical. De hecho, en mis actuaciones mezclo distintos géneros. En la pasada edición de la Expo Prado tocamos canciones de Dire Straits y en el teatro actuamos con Larbanois Carrero.
Sin embargo, ha grabado muchos discos tocando música tropical, específicamente, lo que se reconoce como cumbia colombiana. ¿Cómo llega a ella?
Llegué por influencias que tuve de niño con la música latinoamericana en general. Mi madre es profesora de música y yo crecí escuchando sus clases. Este estilo musical, por ser muy bailable, cuando la comenzamos a tocar en los bailes, notamos que a la gente le gustaba mucho, y seguimos haciéndola. Pero también había otro factor. Queríamos una música que hablara de las cosas comunes a nosotros, de nuestra idiosincrasia, de nuestras calles, nuestros árboles, nuestros amores, nuestra tierra…. la música colombiana tiene justamente eso. Creo que a eso se le sumó nuestra impronta, porque uno puede tomar una referencia pero luego lo hace a su manera. No hay dos músicos iguales, cada uno tiene su forma de expresar, escribir una canción o armonizar.
¿Cómo definiría esa impronta?
Es amar lo que uno hace. Tocar por amor, cantar por amor. La expresión es una de las cosas básicas que todo artista tiene, que es la forma de comunicar lo que uno siente por la música. En nuestro caso, tanto yo como mis compañeros, es algo que compartimos. Nosotros nos mostramos en el escenario de la misma forma en la que somos bajo él, con mucha cristalinidad.
¿Cómo son actualmente sus fines de semana?
Trabajamos en un 90% en el Interior, lo recorremos todo. Generalmente los viernes y sábados, realizando uno o dos espectáculos por noche. Tenemos una integración de nueve músicos cuando son eventos grandes, y somos siete para la rutina del trabajo común.
¿Hay alguna diferencia entre un músico de la capital y otro del Interior en el cotidiano de los espectáculos?
Se es músico, no importa en qué parte del mundo se viva. Yo no noto tanta diferencia. La mitad de la gente de Montevideo es del Interior y nosotros cuando nos presentamos en Montevideo normalmente es para espectáculos que están vinculados a la gente del Interior, pero cuando la gente de la capital conoce nuestra propuesta le gusta mucho. Nos sentimos muy bien.
¿Han sido las personas del Interior que emigraron a Montevideo –ya sea para estudiar o trabajar- la que se encargó de difundir su música aquí?
Son los medios de prensa los que difunden la música, pero nuestro trabajo no está basado en la difusión permanente de las redes sociales, nuestro público ha jugado un rol preponderante a la hora de promocionar nuestro trabajo. Se fue pasando generación tras generación, y familiares a amigos, y se transformó en algo clásico, que no fue ni planeado por nosotros. Fue algo espontáneo, que abarca todas las generaciones, y que le gusta tanto a un niño de cuatro años como a un abuelo de ochenta años.
El próximo jueves 12 de septiembre se estará presentando en Plaza Prado, en el marco de la 114° edición de la Expo Prado, ¿Cómo se preparan para ello?
Con mucha expectativa. Sumamos un cuarteto de cuerdas para la actuación del Prado: dos violines, una viola y un violoncelo, por lo que somos ahora trece músicos.
¿Cómo se vive cada edición? El último jueves de la Expo se ha convertido en el jueves de “Chacho”…
Nos preparamos para poder colmar las expectativas de la gente que nos lleva a tocar. Somos un grupo como tantos otros grupos colegas que tocarán allí. Por el apoyo de la gente y la predilección de ellos por nuestra música, la fecha se fue transformando en un clásico hasta que pasa lo que tú ya sabes, que es que se llena. Pero en cada espectáculo, no solamente en este evento, se vive mucha emoción y respeto. Hay un gran intercambio con la gente que se ha dado de forma muy natural, espontánea, sin haberlo planificado. La cristalinidad y la espontaneidad, creo que ha permitido esa relación con la gente, de un respeto absoluto de la gente hacia nosotros y de nosotros hacia ellos.
¿En qué se inspira?
Es vocacional. Surge en cualquier momento. Puedo estar viajando, o tocando, o haciendo cualquier cosa y se me viene una melodía a la cabeza, de cualquier género –no me gusta encasillarme sólo en la música tropical-. Pero también, si tengo que componer algo, me siento y lo hago. Sea un tango o una canción en inglés.
¿Cuáles son sus próximas metas?
No tengo grandes aspiraciones. Toco con el mayor amor posible y trato de disfrutar cada toque como si fuera el último. Seguir componiendo y grabando, y mantener lo que hemos logrado hasta ahora, es el objetivo. No tengo aspiraciones de conquistar mercados ni trascender fronteras, sino de tener la posibilidad de disfrutar de mi país, mi gente y mi familia, ser agradecido por todo, vivir en calma y poder hacer la música con el mayor amor posible.