El pasado lunes 1º de abril, el licenciado Jaime Saavedra asumió la presidencia del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa). En su trayectoria se desempeñó, entre otros cargos, como docente en universidades en la República Argentina, fue subdirector nacional administrativo del Instituto Nacional de Rehabilitación del Ministerio del Interior y director de la Dinali.
¿Cómo encontró al Inisa? ¿Qué es lo que hay que corregir o qué hay que continuar y cuáles son los proyectos para la gestión?
Me encontré con una cantidad de gente muy preparada, con muchas ganas de hacer las cosas, con mucha riqueza, con mucho sentido de pertenecer a la institución. Estoy muy ilusionado. Ha sido una transición ejemplar, hemos sido recibidos muy bien por todo el mundo, por el directorio anterior, nos han pasado toda la información de forma oportuna, nos han facilitado el acceso a todo el funcionamiento. Así que estoy muy ilusionado para los tiempos que se avecinan.
¿Cuáles son los proyectos futuros?
Hay algunas cuestiones más, el trabajo, el estudio, el vínculo con la familia, la pacificación, la atención a la salud mental, todas estas cuestiones que sabemos que están presentes siempre en estos territorios. Cuanta más educación, mejor; cuantas más posibilidades de trabajo, mejor, cuanta más capacitación. Es muy importante el sentido de la fraternidad y de la paz, que sea un directorio que trabaje de modo aunado, sin disputa, que las diferencias eventuales que pueda haber se diriman con tranquilidad, porque en instituciones como estas siempre es importante que la cabeza funcione en paz, en cualquier institución, pero en estas especialmente. Entonces, la búsqueda del consenso, de administrar las diferencias con calma, sin ansiedad y con buena voluntad es muy importante. Hay un énfasis, para mí importante, que tiene que ver con la modernización en Inisa, que a veces tiene tiempos burocráticos bastante lentos y tenemos que hacer un esfuerzo por modernizar la institución. Porque de la manera en que nosotros modernicemos la institución vamos a poder cumplir mejor con los cometidos constitucionales y legales. El otro punto del que todo el mundo es consciente es que tenemos que hacer un shock de infraestructura. Hay infraestructura que no es adecuada para que vivan los y las adolescentes que están bajo nuestra responsabilidad. Hay infraestructura que no es adecuada para que los funcionarios y las funcionarias desempeñen la tarea tan importante que tienen que hacer. Entonces, ahí tenemos que agilizar los procesos para que los recursos que se disponen puedan llegar en tiempo y forma y que se logre transmitir. Que la infraestructura se ponga, se transforme en una estructura acorde al servicio de los objetivos planteados.
La vida de un menor infractor tiene un antes y un después. El antes es cuando ustedes lo tienen bajo su resguardo y el después es cuando sale. Usted fue director de la Dinali. ¿Se puede aplicar una política de seguimiento para ver si todo lo que ustedes trabajaron dentro se puede proyectar y aplicar afuera?
Eso es la piedra angular de cualquier trabajo. Hay dos planos. El primer plano es que debemos ser capaces de armar un proyecto personal para cada uno de los gurises que está bajo nuestra responsabilidad. Tenemos que lograr poner toda la institución al servicio de que ellos puedan imaginar una vida al margen del delito y que tengan su propio proyecto de vida. Si hacen las cosas bien, si se portan bien, hay una institución que los va a estar acompañando. Y nosotros tenemos que acompañar todo ese proceso del modo más cercano posible. Tenemos que prepararlos para cuando dejen de estar con nosotros. Tenemos que acompañarlos, a ellos y a sus familias. Tenemos que seguirlos bien de cerca. Después, una vez que cumplen con la sanción de la medida socioeducativa dispuesta por la Justicia, el acompañamiento ya depende más de que ellos se dejen acompañar. En la medida que requieran de nuestro acompañamiento, nosotros encantados de la vida tenemos que estar cerca de ellos y de su familia. Así que eso tiene que estar sí o sí planteado. Todo joven habiendo cumplido con la sanción de la medida socioeducativa dispuesta por la justicia, requiere de nuestro apoyo, de nuestro acompañamiento. Tenemos que tener una institución muy cercana y eso lo podemos hacer en Uruguay más que en ningún otro país del mundo por una cuestión de escala. Nosotros ahí tenemos menos de 400 personas privadas de libertad y un poco más con medidas alternativas. Tenemos que poder acompañar a 800 gurises y a sus familias, porque si no podemos hacer eso, entonces no tenemos futuro como país.
Últimamente hemos visto menores que han incursionado en el tema tráfico de drogas y hasta en el sicariato, lo que genera una situación que seguramente merece un tratamiento especial. ¿Se analiza caso a caso?
Eso ni que hablar. Hay casos que todos sabemos que son muy problemáticos y cuyo futuro es extraordinariamente incierto. Ahí lo que nosotros podemos hacer es tratar de tener todas las medidas asegurativas para que no hagan más daño que el que han hecho y para que no se hagan daño a sí mismos. No podemos hacer muchas cosas, ¿no? Eso es así. Hay un número reducido de adolescentes que tenemos bajo delito de responsabilidad cuyo destino es incierto, muy incierto. Y nuestra capacidad de incidencia es menor. Entonces, tenemos que hacer un despliegue muy importante para que las medidas asegurativas funcionen y funcionen bien. Pero el grueso de los gurises y las gurisas con las que nosotros trabajamos tienen a su alcance imaginar una vida distinta al margen del delito. Y nosotros tenemos que saber exactamente cómo son sus familias y armar un plan a medida. Y si ellos quieren, se portan bien y hacen las cosas bien, entonces hay una institución que los pueda acompañar y hay un país que los pueda acompañar. Porque el país entero quiere resolver este problema. No conozco a nadie que no quiera contribuir en la resolución de este problema. Entonces, si ellos hacen las cosas bien, hay un país entero que los va a ayudar. ¿Qué quiere decir hacer las cosas bien? Que se relacionen bien con los compañeros, que sean respetuosos de la autoridad, que estudien todo lo que tienen para estudiar, que trabajen si tienen posibilidad de trabajar, que imaginen un futuro distinto, que busquen novia, que busquen novio, lo que hace cualquier adolescente. Lejos de la vida del delito. Eso es hacer las cosas bien. Si se ponen en esa sintonía, hay una institución y hay un país que los va a acompañar. Ahora, si no hacen las cosas bien, entonces les va a pasar lo mismo que te pasa a ti y que me pasa a mí, lo que le pasa a cualquiera cuando hacemos las cosas mal: pagamos las consecuencias.
El Inisa tiene una dirección que encara programas socioeducativos. ¿Se van a mantener y mejorar por aquello de mayor educación y menor privación de libertad?
Sí, claro. Cuanta más educación, mejor en todas sus modalidades, cuanto más trabajo, mejor en todas sus modalidades, cuantos más programas de los más diversos para atender el consumo problemático de drogas, potenciar todo. Mucha diversidad, mucho esfuerzo por consolidar programas útiles para que ellos puedan ir resolviendo aquellas cosas que no han podido resolver bien hasta ahora y que los han conducido a la prevención de libertad. Todo lo que se está haciendo bien se va a seguir haciendo. Todo lo que se tenga que mejorar se va a mejorar. Y todo lo que tengamos que salir a conseguir lo intentaremos conseguir. Pero el punto de partida es que todos los gurises nuestros y las gurises nuestras, que están bajo nuestra responsabilidad, se pongan en una frecuencia positiva, constructiva de salir de este problema. Porque no llegaron acá por casualidad. Entonces, hay que hacer las cosas bien, tan sencillo como eso. Y hacer las cosas bien es eso que te hablé antes. Y si eso pasa, entonces aparecen oportunidades para todos. No hay ningún misterio. Puedes hacer las cosas bien, trabajar, estudiar, vincularte bien con tu familia, hacer las cosas bien y las oportunidades van a aparecer. Porque todos somos hijos de las oportunidades. Porque siempre hay alguien que está dispuesto a acompañar. Pero vos tenés que hacer las cosas bien.