De niño acompañaba a su padre, periodista deportivo, a realizar su labor en los partidos y a la vieja redacción de La Mañana, pero siempre supo que su vocación estaba relacionada a los números. Así, desarrolló su profesión como economista en diversos organismos, hasta que decidió volcarse a la arena política como candidato a presidente. Hoy, al frente de la Intendencia de Montevideo, Mario Bergara enfatiza que la prioridad es la limpieza del departamento y le responde a Adeom por la caída en la recolección de residuos.
Su padre era periodista de La Mañana y usted ha contado que de niño lo acompañaba a la redacción. ¿Cómo recuerda esa época?
Así es, mi padre era periodista deportivo y durante alrededor de tres décadas trabajó para La Mañana y El Diario, cuya redacción estaba en la calle Bartolomé Mitre. Yo lo acompañaba mucho a los partidos de fútbol y de básquetbol, y como a veces terminaba tarde las notas, recuerdo que íbamos con mi madre –teníamos un auto viejo, un Studebaker del año 40– a esperar que saliera. Mi hermano y yo jugábamos, correteábamos ahí en esas escalinatas y ese predio que ahora nos resulta pequeño, pero de niños parecía mucho más grande. También subíamos a la redacción cuando mi padre todavía no había terminado su labor.
¿En algún momento se planteó la idea de seguir por ese mismo camino?
No, no. Mi vocación fue más por el lado de los números, de la economía. Me divertía ir con mi padre a los partidos, porque además después de que terminaban íbamos a los vestuarios, interactuábamos con los jugadores, que en aquel momento eran mis ídolos, pero nunca se me pasó por la cabeza volcarme al periodismo o al periodismo deportivo.
¿Siempre supo que quería estudiar economía?
Yo siempre me llevé bien con los números, con la matemática, pero en mi época de estudiante, durante primaria y secundaria, uno no tenía absolutamente nada de economía. En sexto de economía, que era la orientación que uno seguía para entrar a la Facultad de Ciencias Económicas a ser contador, teníamos contabilidad. Por lo tanto, te diría que el acercamiento a la economía lo tuve una vez ingresado a la facultad, donde en el primer año ya tenía la idea de que me atraía más la profesión económica que la contable.
¿Qué lo llevó, años después, a hacer un doctorado en la Universidad de California, Berkeley?
Yo me recibí en el año 87. Cuando le dije a mi madre que me había recibido de economista, me preguntó: “Pero para contador, ¿cuánto te falta?”. En esa época nos recibíamos cinco economistas por año y no era una cosa muy conocida, no había un mercado claro para los economistas, las empresas todavía no habían descubierto la profesión. Uno estudiaba economía con un perfil académico o de trabajo en alguna cuestión social, u orientado a algunos organismos especializados en el Estado, pero no era que el mercado estuviera demandando, éramos muy poquitos. Entonces, yo di libres todas las materias que diferenciaban una carrera de la otra, así que en el año 90 también me recibí de contador, pero nunca trabajé de eso; tenía el título para que mi madre se quedara tranquila, pero siempre trabajé de economista.
Yo trabajé en el Banco República desde el año 85 y en el 90 concursé para ingresar como economista en el Banco Central (BCU), y allí había una orientación de que había que formarse en el exterior y había un impulso para que los economistas jóvenes que estábamos entrando nos fuéramos a hacer una maestría, un doctorado. Yo aproveché eso, obviamente era una oportunidad fantástica y logré ingresar a una universidad muy prestigiosa, una de las mejores del mundo, para hacer un doctorado. Fue una experiencia académica brutal porque eran docentes de primerísima línea, varios de mis profesores ganaron el premio Nobel, uno de los tutores de mi tesis también, pero a su vez fue una experiencia de vida, de conocer gente de muchos lados, así que fue extremadamente valiosa e inolvidable para mí y repercutió mucho en mi trayectoria profesional y política posterior.
¿Cómo fueron sus primeros vínculos con el ámbito político?
Yo empecé a militar en la época del liceo con un grupito de amigos, teníamos 15 o 16 años, y militábamos, por ejemplo, para juntar firmas en contra del examen de ingreso de la universidad. Quizás ahora uno lo dice y suena como una cosa trivial o ingenua, pero en ese momento, en el 81–82, era una cuestión realmente complicada desde el punto de vista de la seguridad, al punto tal que varios compañeros de la militancia cayeron presos en el año 83. Ese fue el inicio de mi militancia, casi inconsciente; yo no tenía plena conciencia de los riesgos, de las dificultades, pero entendía que eran cosas que tenían sentido, que había que hacer, que había que jugársela. Ya en la facultad me integré a militar a nivel gremial y en el Frente Amplio (FA) y me afilié a la juventud comunista hasta el año 90–91. Fue una experiencia muy aleccionadora.
En el año 98 volví a Uruguay y fui al Centro de Estudios Estratégicos 1815 que creó Seregni una vez que salió de la presidencia del FA. A partir de allí y hasta su fallecimiento, tuve un vínculo muy estrecho con él, que fue otra escuela de política y de vida. En el terreno profesional volví al BCU, y en el año 2001 el presidente Batlle me convocó para integrar el primer directorio de la Ursec (Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones). Iba a ser, entre comillas, el único frenteamplista en el gobierno colorado, pero eso tenía que ver con lo académico, por eso yo decía que mi experiencia en Berkeley condicionó bastante después mi trayectoria, porque yo había estudiado temas de regulación, de competencia, de servicios públicos. En Uruguay no existían esos órganos y no había mucha experiencia académica ni técnica en tareas regulatorias de los servicios públicos. Esa fue mi primera labor como jerarca político.
Años después desempeñó importantes roles en el Ministerio de Economía (MEF) y en el BCU, hasta que finalmente decidió ingresar en la arena política como candidato a presidente. ¿Cómo fue tomar esa decisión?
En el 2005 Danilo Astori me convocó a ser su viceministro en el primer gobierno del Frente, cosa que obviamente me llenó de gratificación y de orgullo. Vivimos unos años absolutamente irrepetibles e inolvidables con todas las labores que tuvimos que llevar adelante. Luego estuve en el BCU como presidente cinco años, fui al MEF un año y pico y después volví a la presidencia del BCU hasta 2018. Como bien decís, decidí salir un poco de la órbita de las posiciones de gobierno en el terreno económico y lanzarme a la arena puramente política. A partir de allí generamos la precandidatura del 2019, creamos un espacio político y hemos ido avanzando mucho en ese terreno impulsados por la necesidad de un espacio de impronta seregnista. Tuvimos todo un periplo político-electoral que nos llevó al Senado en los últimos cinco años y luego a avanzar en la candidatura a la Intendencia de Montevideo (IM).
En sus inicios como economista, ¿se había imaginado alguna vez que terminaría siendo senador o candidato?
A mí siempre me interesó la política porque milito desde la adolescencia, y siempre concebí mi profesión en el ala de la economía inclinada hacia las políticas públicas y los procesos políticos, por lo tanto, nunca vi una línea divisoria entre mi perspectiva profesional y mi labor política. Yo soy un privilegiado, puedo decir que fui presidente del BCU, ministro de Economía, senador, soy intendente; eso que nunca lo hubiera imaginado, pero entender la profesión al servicio de políticas públicas y de una visión política, eso sí, siempre lo viví de esa manera.
¿Qué significó para usted que la gente lo eligiera intendente de Montevideo?
El lugar en el que me ha colocado la gente en general, a nivel político, me resulta muy gratificante, porque es un reconocimiento de una tarea pública que tengo hace más de 20 años, y en particular la elección a la IM significa una gran responsabilidad, porque realiza infinidad de tareas que tienen que ver con la vida cotidiana de la gente, y por lo tanto trato de devolver esa gratitud con mi trabajo, intentando tener los mejores resultados posibles.
¿Cómo encontró la Intendencia al asumir? ¿Hubo alguna sorpresa?
Hay una historia del FA gobernando Montevideo que hace que uno pueda mirar en perspectiva y entender que ha habido mucho cambio y mucha mejora durante todas estas décadas, pero los problemas también se renuevan y hay muchos desafíos que afronta la Intendencia. Hay muchas cosas que son muy bien valoradas por la población, espacios públicos, alumbrados, políticas culturales, sociales, de turismo. Por otro lado, el principal desafío es la limpieza y la recolección de residuos, y allá lejos, en segundo lugar, la movilidad. Las prioridades las marca la gente, y con esa lógica estamos trabajando. La situación financiera de la Intendencia, por múltiples factores, es compleja, y estamos tratando de adecuarla en estos meses con una perspectiva mucho más halagüeña para el futuro. La dificultad financiera es de corto plazo, eso nos llevó a tomar algunas medidas de ordenamiento hasta el mes de marzo, pero los niveles de endeudamiento de la IM son bajos, con lo cual creo que hay un margen muy holgado como para obtener financiamientos en el futuro de manera tal de poder desarrollar lo que se ha prometido en campaña de resolver temas de la limpieza de calles, de veredas, de saneamiento, que lo prometimos todos los candidatos de todos los partidos.
Como decía, ha puesto el foco en la basura, diseñando un nuevo plan, y hace pocos días tuvo un intercambio con Adeom por este tema, reconociendo que la situación había empeorado en octubre por medidas sindicales. Sin embargo, la secretaria general de Adeom lo atribuyó a la falta de personal. ¿Qué puede comentar al respecto?
Ese razonamiento establece el problema de que, si faltaba personal en octubre, también tendría que haber faltado en setiembre, en agosto, en julio, cuando se había mejorado sensiblemente la recolección de residuos. En octubre se redujo un 25% la recolección, después de que llegáramos a un récord en setiembre. Difícilmente pueda explicarse por el número de personal, porque era el mismo. Nosotros nos basamos en información y en evidencia. Nuestra prioridad es la política de desarrollo ambiental, que incluye la recolección de residuos y la limpieza de la ciudad. Y ese deterioro no se debió a las medidas que tomó la Intendencia para el ordenamiento financiero, porque no se afectó el servicio de recolección. Entendemos que los trabajadores tomen medidas sindicales, es totalmente legítimo, y es allí donde se explica la reducción del levantamiento de los residuos en el departamento, porque ahí sí se afectaron las horas extras que los trabajadores decidieron no hacer. Lo importante no es discutir sobre dónde está la responsabilidad concreta, sino que nosotros vamos a retomar mejores niveles en materia de recolección de residuos rápidamente. Vamos a seguir en diálogo con Adeom por un nuevo convenio colectivo para los próximos cinco años, teniendo un diálogo franco donde cada uno se pare en el lugar que se tiene que parar, pero sabiendo que tenemos que llegar a buen puerto en materia del convenio colectivo que además permita un despliegue cada vez mejor de las tareas de la IM.
Considerando que diciembre siempre ha sido un mes complejo en cuanto a los residuos, ¿preocupa que las medidas sindicales puedan seguir repercutiendo en la gestión de la limpieza?
Aspiramos a que eso no ocurra, pero es algo que no podemos soslayar por completo. Debemos tener un plan B y ver cómo vamos a trabajar en la eventualidad de que las medidas gremiales puedan alterar la recolección de residuos, sobre todo hacia fin de año.



















































