El Banco Central del Uruguay ha publicado su último informe de octubre sobre la evolución de la inflación y expectativas, mostrando una consolidación de los indicadores alrededor de la meta. Si bien esto representa un logro en términos de estabilidad macroeconómica, es necesario analizar sus implicancias sobre la competitividad del sector productivo.
El Banco Central del Uruguay presenta un escenario de consolidación inflacionaria que, si bien representa un logro en materia de política monetaria, plantea importantes desafíos para la competitividad del sector productivo nacional. Los datos de setiembre 2025 muestran una inflación interanual del 4,25%, manteniéndose por cuarto mes consecutivo dentro del rango meta establecido por la autoridad monetaria.
El triunfo en las expectativas y sus matices
La evolución de las expectativas de inflación constituye uno de los aspectos más destacados del informe. Las proyecciones de los analistas se sitúan en 4,6%, las del mercado financiero en 4,75% y, significativamente, las expectativas empresariales han caído al 5,5%, ingresando por primera vez al rango de tolerancia del BCU. Esta convergencia hacia la meta del 4,5% refleja el éxito del esquema de metas de inflación implementado por el Banco Central.
Sin embargo, este logro no está exento de complejidades. La combinación entre estabilidad de precios y la reciente apreciación del peso uruguayo ha generado un escenario de tipo de cambio real que preocupa crecientemente al sector productivo. Los datos disponibles muestran una presión competitiva significativa sobre exportadores y empresas que compiten con bienes importados en el mercado interno.
La respuesta monetaria y sus limitaciones
Frente a este panorama, el BCU implementó en octubre una reducción de 50 puntos básicos en la tasa de política monetaria, situándola en 8,25%. Esta medida busca aliviar las condiciones financieras y moderar el flujo de capitales hacia la moneda local, contribuyendo a un ajuste gradual del tipo de cambio real.
No obstante, la efectividad de estas medidas presenta limitaciones estructurales. El sector exportador uruguayo, particularmente aquellos rubros con alta elasticidad-precio, enfrenta dificultades crecientes para mantener su competitividad internacional. Simultáneamente, las empresas sustituidoras de importaciones registran una progresiva pérdida de participación en el mercado doméstico.
El dilema de la política económica
La situación actual plantea un complejo dilema para las autoridades económicas. Por un lado, la desaceleración inflacionaria permite el inicio de un ciclo de flexibilización monetaria que podría aliviar las presiones cambiarias. Por otro lado, existe el riesgo de que un relajamiento demasiado acelerado pueda comprometer los logros alcanzados en materia de estabilidad de precios.
Los datos de crecimiento proyectados –2,3% para 2025 y 2,4% para 2026– reflejan esta tensión. Si bien el consumo privado se mantiene como un motor robusto de la actividad económica, la inversión muestra señales de moderación frente al actual escenario de competitividad.
Perspectivas sectoriales diferenciadas
El impacto del actual contexto macroeconómico varía significativamente entre sectores. Mientras que los servicios no transables se benefician de la estabilidad de precios y el mantenimiento del poder adquisitivo, los sectores transables –especialmente manufacturas y agroindustria– enfrentan condiciones más desafiantes.
La evolución de los próximos meses será crucial para determinar si la combinación de políticas en implementación logra equilibrar los objetivos de estabilidad de precios con la necesaria competitividad del aparato productivo. El margen de maniobra es reducido y los errores de calibración podrían tener costos significativos en términos de crecimiento y empleo.
Reflexiones finales
Uruguay enfrenta el desafío de consolidar su estabilidad macroeconómica sin comprometer el desarrollo productivo. El éxito en el control inflacionario representa un activo importante, pero su preservación requiere atención constante a las señales que emana del sector real de la economía.
La capacidad de las autoridades para navegar este complejo escenario determinará en buena medida las perspectivas de crecimiento de mediano plazo. El equilibrio entre estabilidad de precios y tipo de cambio competitivo se revela, una vez más, como el principal desafío de la política económica uruguaya.