Uruguay se consolida como hub tecnológico, generando empleo calificado y oportunidades de alto valor que transforman su economía del conocimiento.
En un edificio inteligente del Parque Tecnológico del LATU, donde antes se ensamblaban electrodomésticos, ahora resuenan teclados mecánicos y conversaciones en cinco idiomas. Aquí trabaja Lucía, una exdocente de 28 años que en 18 meses pasó de ganar 25.000 pesos mensuales a facturar 3500 dólares como desarrolladora frontend para una fintech alemana. Su historia no es excepcional: es el rostro humano de una revolución silenciosa que está reescribiendo las reglas económicas de Uruguay. Ya que los últimos años empresas tecnológicas europeas –incluyendo fintechs alemanas– contratan remota o presencialmente a cientos de desarrolladores uruguayos, muchos formados en programas como Jóvenes a Programar. El Parque Tecnológico del LATU alberga 12 compañías internacionales de TI, aunque la mayoría opera bajo modalidad híbrida.
Según el Banco Central, las exportaciones de servicios basados en conocimiento (SBC) alcanzarán los US$ 2100 millones en 2025, superando por primera vez a las carnes, históricamente el principal motor exportador del país. Empresas como PedidosYa, dGene y la uruguaya-americana Xpertal compiten en mercados globales desde oficinas en Pocitos y Ciudad Vieja.
El cambio también se nota en las aulas. En la UTU de Toledo, donde antes se enseñaba mecánica automotriz, ahora hay lista de espera para el curso de Machine Learning aplicado a la agricultura. “Tenemos 200 empresas pidiéndonos egresados y solo podemos entregar 40 por año”, admite la directora, Rosario Pérez. Programas como Jóvenes a Programar han capacitado a 8000 personas desde 2016, con una tasa de inserción laboral del 82% y salarios que duplican el promedio nacional.
Dinámica laboral y tensiones del boom
El sector emplea actualmente a 25.000 profesionales, con una creación neta de 2800 puestos anuales. Pero el crecimiento trae tensiones: en Zonamerica, las empresas compiten por talento con aumentos salariales del 15% anual. “Perdimos tres ingenieros en un mes porque una empresa canadiense les ofreció sueldos en dólares y trabajo remoto”, confiesa el CEO de una startup de ciberseguridad. La brecha geográfica es evidente: mientras un junior en Montevideo gana US$ 2500, en el interior las empresas pagan hasta un 30% menos por los mismos roles.
A su vez, los sueldos para perfiles senior en desarrollo de software rondan los US$ 4500 mensuales, triplicando el promedio nacional y generando distorsiones en otros sectores. La concentración laboral también es alta: el 85% de los empleos tech se concentran en Montevideo, a pesar de esfuerzos por descentralizar mediante polos en Paysandú y Maldonado.
Estructura productiva y riesgos
Un informe de CUTI revela que el 73% de las exportaciones proviene de apenas 15 empresas, con las consultorías IT mostrando un crecimiento anual del 35%. La dependencia de mercados externos –Estados Unidos y Europa absorben el 68% de las ventas– expone al sector a fluctuaciones globales. Además, el 92% de las compañías tech uruguayas son pymes con menos de 50 empleados, lo que limita su capacidad de competir en licitaciones internacionales.
El gobierno busca mantener el equilibrio mediante el Plan Tech 2030, que incluye: visas golden para inversores, ampliación de la Ley de Software hasta 2040, expansión del Fondo de Innovación de ANII a US$ 50 millones anuales y creación de un Instituto Nacional de Inteligencia Artificial. Además, de impulsar acuerdos preferenciales con Asia-Pacífico, y promover programas de internacionalización para pymes tech.
Códigos del futuro
En las oficinas de GeneXus, el “abuelo” de la industria local, el ingeniero Nicolás Jodal prueba su nueva plataforma de IA conversacional. A sus 65 años, observa con orgullo cómo exalumnos suyos fundan unicornios. Mientras, en el coworking de Antel Arena, decenas de startups incubadas por ANII preparan pitch para inversores. Entre ellas, AgrotechUY, que utiliza blockchain para trazabilidad ganadera, acaba de recibir US$ 4 millones de Sequoia Capital.
Lucía, mientras despliega código para su cliente en Berlín, resume el espíritu del sector: “Aquí hacemos tecnología con sello uruguayo: innovadora, pero con esa mezcla de pragmatismo y calidez que nos distingue”. En un mundo hambriento de talento digital, Uruguay parece haber encontrado por fin su lugar en la economía del conocimiento.
El sector tecnológico uruguayo muestra un potencial real para ampliar la matriz productiva, pero enfrenta retos complejos: dependencia de pocas empresas y mercados, concentración laboral en Montevideo y brechas de talento. Las oportunidades son claras: posicionarse como hub regional de nearshoring tecnológico y consolidar una economía del conocimiento sostenible. Sin embargo, los próximos cinco años serán determinantes para que Uruguay transforme esta transición tecnológica en una estrategia de desarrollo sólido y diversificado.