Faltando siete fechas para terminar el campeonato uruguayo en su fase Clausura, los grandes se siguen despegados en la tabla anual.
Nacional llegó a 71 puntos, Peñarol tiene 62 y el tercero es Juventud con 54. No es una locura sospechar que la distancia entre el segundo y el tercero sea de más de 15 unidades al final del Clausura. Recordemos que el año pasado Peñarol ganó la tabla anual con 93 puntos, Nacional llegó a 86 y el tercero fue Boston River con 60. Esas son las distancias que se generan en 37 fechas. Este año serán algo menores, pero igualmente grandes como para que se entienda que la única forma de que un club chico gané un campeonato uruguayo es este sistema de Apertura y Clausura por sobre todas las cosas, ya que en un golpe de fortuna o gran racha de un club como Liverpool o el que sea, y una distracción de los grandes jugando copas internacionales se puede generar que aparezca una definición que parezca
Pero uno de los temas de la semana, además de los arbitrajes, es el cambio de escenarios. Ha sido una costumbre que los equipos chicos aprovechen la “amenaza” de llevar a los grandes a sus canchas para generar ahí una forma de ingresos.
Voy a jugar de memoria y contarles lo que yo recuerdo.
En 1964 se inauguró el Estadio Luis Tróccoli y se convirtió en el segundo escenario deportivo de Montevideo. Si bien el Gran Parque Central seguía teniendo vigencia, Nacional prácticamente no lo usaba. Desde la construcción del Estadio Centenario en 1930, los grandes jugaron de local y visitante prácticamente todos los partidos del campeonato uruguayo hasta no hace tanto.
En 1957 se inauguró el estadio de Jardines del Hipódromo y los danubianos comenzaron a usarlo con alguna excepción. Cuando empecé a ir al fútbol recuerdo que los grandes salían solamente dos veces por año. Cerro y Danubio los llevaban a su cancha.
A veces, con más intermitencias, también Liverpool los convocaba a Belvedere. El tema es que los de la Cuchilla tuvieron muy buenas performances en los años 1971, 74 y 75 que llevaron en algún caso a optar por el Centenario ante la chance de llenar el estadio ante un grande.
¿Cuándo los chicos comenzaron a ejercer más a menudo sus localías? En los años 80 a pesar de que Peñarol y Nacional ganaron 4 Libertadores y 3 copas del mundo de clubes las concurrencias mermaron. Crisis económica, los grandes usando suplentes en la actividad local y el consiguiente desinterés por el torneo local impulsaron a varios equipos chicos a llevarlos a su cancha.
Fue así que aparecieron partidos en el Paladino de Progreso, el Franzini de Defensor, el Saroldi de River, el Nasazzi de Bella Vista, el Viera de Wanderers, el Palermo de Central y hasta algún partido en la cancha de La Luz.
Fueron épocas raras, donde lo deportivo no coincidía con el nivel económico necesario para mejorar canchas ni tribunas, y los costos comenzaban a crecer.
Muchos clubes hacían cuentas que les daban que abrir el Centenario requería vender al menos 25 mil entradas, cosa que pocas veces se daba entre un grande y un chico que no estuviese peleando el campeonato. Con menos de 10 mil localidades vendidas e incluso hasta 15 mil en el Centenario, era más redituable para River vender 8 mil en el Saroldi, Defensor vender 9 mil en el Franzini e incluso 4 o 5 mil entradas en Nasazzi o Paladino ante Bella Vista y Progreso. Menos gente, pero igual ganancia no dejaba lugar a dudas.
¿Qué otra cosa cambió en aquellos tiempos?
Los campeonatos uruguayos a partir de 1932 fueron de 10 equipos hasta casi 1970. Luego fueron 12 hasta los años 80 y ahí empezó a oscilar entre 13, 14 y 15 clubes.
Hoy son 16, o sea 15 partidos como locatario por año más 3 o 4 partidos en el Intermedio.
Entre 1932, año del comienzo del profesionalismo, hasta 1980 podemos decir que los chicos pagaban el presupuesto anual con los dos partidos de local ante los grandes. Por ello no podían errarle. Tenían que resignar cualquier intento de frases como “la fiesta del barrio” o “deportivamente nos sirve” porque el riesgo era mayúsculo.
El tema es que a pesar de las localías tanto Cerro como Danubio por ejemplo tenían una estadística desfavorable igual o mayor que en el Centenario ante los grandes. Por lo que ya que no aseguraba victorias bienvenido sea el dinero.
En segundo lugar porque cada partido ante un grande en el Centenario valía por 6 meses de presupuesto.
Como ya expliqué los números comenzaron a variar. La violencia y los mayores gastos en seguridad privada y pública, los árbitros y ahora el VAR fueron llevando a que los partidos, incluso con los grandes sean deficitarios para los equipos chicos.
Las cifras que se manejan hoy en día para lo que se llama venta de localía que en realidad es cambio de escenario, oscila entre 100 y 150 mil dólares. Estas serían las cifras que los grandes aseguran promedialmente a los chicos que como Cerro Largo este fin de semana ante Peñarol y Juventud ante Nacional los lleva a aceptar jugar en Montevideo.
Justo estos dos ejemplos involucran a clubes del interior y por eso tal vez llaman más la atención, pero es similar al que viven periódicamente los clubes capitalinos que se rinden ante sus profundas crisis económicas.
Si entre 1932 y 1980 un partido ante un grande en el Centenario con 18 a 30 mil entradas vendidas dependiendo de la tabla de posiciones, pagaba medio año de presupuesto, hoy en día los 100 o 150 mil dólares apenas alcanzarían a medio mes.
Eso potencia a clubes como Liverpool que con un “jeque” como Palma creo una cantera que lo llenó de millones y no tiene ninguna necesidad si se trata de cambiar nada si apenas le serviría para 15 días de presupuesto.
Antes los chicos solucionaban un año yendo al Estadio mientras hoy en día apenas les alcanzaría para un mes firmando acuerdos privados, sin depender de si la gente va o no va.
La realidad además es que los hinchas de Peñarol y Nacional desde que el Gran Parque Central y el Campeón del Siglo son sus escenarios oficiales se resisten a ir de visitante, aunque sea en el Centenario. Eso obliga a los grandes a ofrecer dinero garantizado. Hasta 1980 era por la venta de entradas y algunos recibían más o menos que otros pero todos cumplían el objetivo.
Un hecho que muestra lo importante que siempre fueron esos dos partidos de local ante los grandes como para llevarlos al Centenario y salvar el año es que en los años 60 se creó el “seguro de lluvia”. El problema era que si llovía en lugar de 20 mil entradas se vendían 3 o 4 mil y se podían fundir. Entonces AUF inventó el “seguro de lluvia” quitando un porcentaje de cada partido del año para volcarlo a un fondo común. Cuando llovía y el club menor era local ante un grande en el Centenario se calculaba el promedio de las últimas temporadas y lo que faltaba se sacaba del fondo fruto del insólito “seguro”.
Cosas que pasan cuando un país tiene apenas 3,5 millones de habitantes, apenas dos clubes viables, y sueños de agregar Copas América, Libertadores y Mundiales a sus repletas vitrinas.
No hay estadísticas que demuestren que los grandes pierdan más puntos como visitantes. En Uruguay casi que no se nota la localía. Por lo que es más entendible que los clubes sin dinero ni chance de recaudar por falta de hinchas y socios vendan su derecho a que los grandes compren simplemente para no viajar o tener vestuarios más cómodos por un rato….
Mientras tanto no parece razonable que clubes que no tienen siquiera cancha propia pero cuentan con una SAD detrás hablen de justicia deportiva, igualdad de derechos y no sacar ventajas. ¿Acaso es justo estar en primera sin cancha ni hinchas en algunos casos?
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