El brillo intelectual, unido a su gran capacidad dialéctica y combativa, convirtió al sacerdote jesuita Leonardo Castellani en el “cura maldito”, también animado por una convicción religiosa sin fisuras, polémico y controvertido ensayista, autor de cuentos, novelas, y de numerosos artículos periodísticos siempre motivadores e inspirados.
Leonardo Castellani nació de padres emigrantes italianos en Reconquista (provincia de Santa Fe), y allí pasó su infancia, en parte reflejada en alguno de sus primeros libros. A la edad de 19 años ingresó como novicio en la Compañía de Jesús, en donde demostró tan alto nivel intelectual, que los jesuitas lo enviaron a proseguir su formación en universidades europeas, en las que obtuvo el doctorado en filosofía y teología.
De regreso a la Argentina, junto a su labor sacerdotal tuvo una intensa actividad como escritor, periodista, y docente. Escribe relatos y colecciones de artículos en los que muestra excepcionales condiciones de polemista y un estilo propio marcado por el humor y un inclemente ataque al fariseísmo y la mentira, lo que inevitablemente le genera enemigos.
No es de extrañar entonces que la propia Compañía de Jesús, que para entonces Castellani ya conoce cabalmente desde sus propias filas, sea objeto de sus críticas, que no gustan a la jerarquía de la orden. Se inicia entonces una etapa de discusiones entre las autoridades y el díscolo Castellani, quien firme en su vocación, no acepta abandonar la Compañía y termina recluido durante dos años en Manresa. Pero la reprensión va todavía más lejos, y en el año 1949 es separado de la orden.
Con penurias económicas y dificultades varias, pero sin disminuir ni un ápice su fe, Castellani se aboca enteramente a escribir obras fundamentales como la trilogía sobre el Apocalipsis, compuesta por Cristo. ¿Vuelve o no vuelve? (1951), una segunda parte con Ensayos religiosos y una tercera en donde se revisan cuatro de las apariciones marianas vinculándolas a la visión profética de San Juan.
La elección de estos temas, también tratados en El apocalipsis de San Juan (1963), denota la fuerza del pensamiento de Castellani, que empieza por desmarcarse de las preocupaciones de la Iglesia, más ligadas, como lo están aún en la actualidad, a cuestiones mundanas que soslayan lo dogmático.
En el año 1966 Roma restituyó a Castellani el ministerio sacerdotal, lo que más allá del conforto espiritual que pudo haberle significado, no cambió el modo de vida de quien, abrazado a su fe, había continuado frecuentando a sus fieles y sobre todo escribiendo, por lo que puede decirse que su obra es bastante abundante. Entre sus trabajos de exégesis a destacar están El Evangelio de Jesucristo (1957) y Las parábolas de Cristo (1959), y en cuanto a obras de ficción, las novelas Su majestad Dulcinea (1956) y Juan XXIII (1964). También muchos consideran a Castellani un pionero del género policial argentino por Las muertes del padre Metri,escrita en 1942.
No cabe duda de que Leonardo Castellani ha sido en su tiempo reconocido como un intelectual importante, y prueba de ello es que integró el grupo de intelectuales destacados convocados por el general Videla como parte de un programa de “encuentros sociales”, iniciados un mes después de que se consumara el golpe militar en la Argentina.
Al evento, que tuvo lugar en mayo de 1976, fueron invitados Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, y Leonardo Castellani, y fue este último el único que durante el encuentro se animó a pedirle a Videla la liberación del escritor Haroldo Conti y clemencia para los presos políticos. Al salir de la Casa Rosada, cuando los periodistas les preguntaron acerca de la reunión, Borges contó que había agradecido a Videla haber asumido la responsabilidad del gobierno a partir del golpe militar del 24 de marzo. Por su parte, Ernesto Sábato (sí, el autor de Nunca Más, informe que denuncia los crímenes cometidos por la dictadura argentina) dijo acerca de Videla: “Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente”. En cuanto a Castellani, prefirió irse sin hacer declaraciones.
La obra de Leonardo Castellani no es menor en cuanto a su importancia y su amplitud, ya que es autor de unos cincuenta libros editados y centenares de artículos para varios periódicos donde escribía regularmente. Además de la exégesis y de obras de ficción, como fábulas, novelas y cuentos, escribió teatro y ensayos que abordan temas políticos, pedagógicos y filosóficos, en los que Castellani analiza con absoluta clarividencia los problemas presentes en su época y la deriva que tendrían en décadas futuras. Entre éstos últimos destacan Sentir la Argentina (1938), La Reforma de la enseñanza y Martita Ofelia (1939) y Conversación y crítica filosófica (1941).
Su estilo combativo e inclemente es normal que haya cosechado tanto detractores como fieles adherentes. Desde la revista Jauja, que dirigió entre los años 1967 y 1969, fustigó al liberalismo, señalando sus consecuencias más notorias y nefastas.
Sus palabras tienen hoy total actualidad y son aplicables a la tiranía de lo políticamente correcto, en un mundo en que prima el relativismo sobre la búsqueda de una verdad trascendente y en el que hasta el mismo derecho a la vida es objeto de discusión. La falta de respuesta o el descrédito que a menudo tuvo que enfrentar no disminuyó el ánimo de Castellani ni su espíritu combativo en el convencimiento de que, tal como dice una de sus frases, “Dios no nos pedirá cuenta de las batallas ganadas sino de las cicatrices de la lucha”.
Llama la atención que un escritor de la talla de Leonardo Castellani actualmente no sea muy conocido y puede que la respuesta esté en una de sus propias obras: El gobierno de Sancho Panza, que describelas muchas tiranías mentales capaces de oprimir al hombre contemporáneo.
Madrid, mayo 2025