En cuanto al sector avícola, Clavijo dijo que es un área de producción “que viene bien y fuerte”, y eso se ve reflejado “en el resultado de la faena” que publica el Instituto Nacional de Carnes (INAC) con un incremento de casi 3%.
Otro indicador es “la continuidad con que trabajan los productores, el posicionamiento que la avicultura logra en el mercado interno, creciendo, y eso es muy positivo”. En esa realidad también tiene que ver “el valor de la carne roja, mientras que el pollo pasó a ser una proteína bastante accesible y con un precio mucho más estable que en el pasado”.
Ya no se ven “las variables de antes”. Por ejemplo, hace un tiempo, quien se dedicaba al catering de fiestas no presupuestaba pollo por su inestabilidad al cotizar, “porque esa variabilidad no le permitía mantener los precios, eso hoy no ocurre porque se ha estabilizado. Las empresas están siendo mucho más competitivas y están logrando posicionarse más en el mercado”.
La calidad de la carne también incide, “es muy sana, muy magra, y la gente está cambiando aquella visión –equivocada– de que el pollo era criado con hormonas, para incorporarla en su dieta como un producto saludable”.
Una evolución positiva
En los 30 años que Clavijo tiene en el sector, “la evolución ha sido importante y positiva. Desde 1995 se ha visto un progreso importante en las líneas de pollo, en el manejo, en la producción, la genética y la tecnología”.
Uno de los cambios se da en la rapidez de conversión. En aquella época “la conversión estaba en los 2,2 kilos o 2,3 kilos. Entendiéndose por conversión el consumo de cada pollo por kilo de carne que produce”, y ese indicador “ha ido bajando”.
“Pasado el año 2000 continuó bajando y se instaló en los 2 kilos de ración por quilo de carne de pollo. Hoy estamos en 1,6 kilo de ración por kilo de carne, en promedio. Eso es muy positivo”, enfatizó.
También hubo cambios “en el uso de la calefacción, que antes era a leña con temperaturas inestables y problemas respiratorios que obligaban a vacunar. Hoy solo se vacuna en plantas de incubación. Uruguay no vacuna en las granjas, cosa que en el mundo es impensable porque en muchos países se vacuna hasta 4 o 5 veces”.
Otro cambio destacado es el de los bebederos, que pasaron de ser pendulares a “bebederos niple, entonces el agua no se contamina, tiene un circuito cerrado y el pollo la toma directo en los picos de los bebederos. Todas esas cosas han llevado a tener mejor calidad y que el animal, al no enfermarse, convierta todos los días y a todas las horas”.
“Para que un animal se desarrolle con todo su potencial uno tiene que brindarle toda la tecnología y todo lo que exige la genética; pero si tenemos un animal enfermo, mientras se dosifica, mientras se recupera, son días que se pierden en esa eficiencia y el resultado final no es el mismo. Por el contrario, si tenemos un animal sano, que aprovecha todos los días del ciclo, que va sumando eficiencia y conversión, vamos a lograr mejores números y resultados”. Eso Uruguay lo ha logrado.
En materia de galpones, en cualquiera de sus tipos existentes, también ha habido una evolucionado positiva, agregando y asegurando confort a las aves, protegiéndolas tanto de los fríos del invierno como del calor del verano. “Los excesos de calor causaban mucha mortandad, con los años el calor ha ido aumentando, pero también allí la tecnología y el conocimiento del productor han ayudado”.
Sin embargo, el problema de la tecnología es que “no es accesible, principalmente lo que es galpones de túnel que no es barata”, surgiendo “un desafío muy importante para el futuro y para las autoridades, porque todos deberíamos ir hacia esa tecnología, pero la rentabilidad del façon no es suficiente para dar ese salto tecnológico. Se requiere una inversión muy fuerte y para poder hacerla debería haber un acompañamiento privado y público. No puede quedar en manos del eslabón más débil de la cadena porque el façon solo aporta y cobra un servicio por la cría, y no es el que se lleva el margen mayor de ganancia en la cadena avícola”.