Gustavo Clavijo es productor avícola con 30 años en el sector; es responsable del establecimiento familiar La Lucha, ubicado sobre la ruta 6, en Santa Rosa, Canelones. Su familia estaba vinculada al campo, pero en otros rubros, y fue él quien se introdujo en el mundo de la avicultura “buscando un mejor ingreso”, a pesar “del poco campo con el que contaba y la dificultad para acceder” a un predio mayor. Esa combinación de factores lo llevó a repensar la estrategia que le permitió continuar en el medio rural y vivir de esa actividad.
Así que encontró en la avicultura el rubro que cumplía con esa necesidad “sin hacer grandes compras de campo, aunque la avicultura tiene sus inversiones” específicas. No pensar en el problema de la tierra “nos permitió canalizar las inversiones en la actividad productiva en sí”, dijo a Clavijo La Mañana.
Agregó que Canelones es un departamento que tiene sus particularidades: “Estamos cerca de Montevideo y eso hace que aquí haya muchos lugares atractivos para quienes quieren estar en la ciudad y quieran comprar una casa o vivir en un balneario o en el medio rural. Eso causó un encarecimiento de la tierra para la actividad agropecuaria”.
Esa es una característica del departamento, que tiene “predios chicos y de difícil acceso por un tema económico. Si alguien quisiera adquirir 100 hectáreas de campo es algo muy difícil”.
Consultado si hay un desplazamiento en el uso productivo de la tierra para darle un uso habitacional de las familias, ya sea para vivir o como lugar de descanso, Clavijo afirmó que “es así, sin duda”, con “mucha rotación principalmente en los predios que están sobre la ruta, que tienen buen acceso, que están sobre rutas en buen estado”.
La gente llega, busca y compra “buscando tranquilidad, un lugar para descansar, porque son jubilados o porque quieren salir del ruido de la ciudad. Antes era al revés, la gente buscaba la ciudad, buscaba Montevideo, sus luces, como forma de tener todo cerca, pero hoy es al revés. El crecimiento de la ciudad ha llevado a que la gente busque otros espacios y los encuentra en el medio rural”.
Hay zonas “alejadas de las rutas, donde hay caminos de balastro, en los que se encuentra gente que duerme una siesta con las puertas abiertas y no pasa nada”, comentó.
Asimismo, Clavijo advirtió que “como en todas partes hay zonas en las que eso se puede hacer y otras en que no”, pero “no hay dudas de que acá la tranquilidad es otra, y quienes tienen algún ahorro compran buscando un lugar más seguro para vivir”.
Además, acá “estamos cerca de todos lados: a 170 kilómetros de Punta del Este, 50 kilómetros de Montevideo, 50 kilómetros de Atlántida”, y eso también es valorado.
Esa demanda “empujó los precios hacia arriba”, y “por una casita humilde con 4 o 5 hectáreas te piden 100.000 dólares. Con esos números es imposible que un productor pueda comprar un campo para desarrollar una producción”.
“¿Cómo hace un joven que quiere arrancar en el medio rural? Precisa 200.000 o 300.000 dólares, y la mitad representa el valor de unas pocas hectáreas de tierra. Hay un campo de 7 hectáreas, sobre la ruta, con una casita, a 170.000 dólares, no sé si se termina vendiendo a esas cifras, pero hoy te piden eso”.
Quien está dispuesto a pagar esos números “no compra para laborear la tierra, sino que llega y se instala para a descansar o vivir en un lugar tranquilo, suelta algunos caballos o algunas ovejas, pero no es un productor, es alguien que cambió ruido e inseguridad por el silencio y la paz”.
La zona de las playas es otra opción, pero ahí también hay un cambio social, porque “es caro de impuestos, y si dejas la casa sola es más probable que te la roben”, consideró.
Rotación de vecinos
Esa llegada de nuevos vecinos genera una mayor rotación, porque también están los que no les gustó o no se adaptaron al campo, traían una idea distinta, o les parece que hacer 10 kilómetros para ir al supermercado del pueblo es muy lejos. Esa gente está un tiempo y se va, llegan otros, y pasa que uno ya no conoce a los vecinos que tiene cerca. La verdad es que yo no sé quién es quién y vivo acá hace 50 años. Claro que hay gente que conozco, pero otros no los he visto nunca”, agregó Clavijo.
Por otra parte, si observamos las diferentes producciones que tiene el departamento, “esa rotación se da en todos los rubros. El recambio generacional es un problema, los jóvenes que están instalados en el campo buscan la ciudad, y la gente de la ciudad busca el campo por tranquilidad, cambiar su situación de vida, y eso se genera en la inseguridad de la ciudad”.