En 2024 había plantadas 13.273 hectáreas, de las cuales el 42% era mandarinas, 20% limones y 37% naranjas. Se cosecharon 245.826 toneladas. Y se exportaron 89.941 toneladas de frutas frescas y 64.173 procesadas en jugos y otros productos, con un ingreso total de US$ 79 millones. Hubo 12.000 personas ocupadas directamente y 8000 indirectamente. Las inversiones del sector en los últimos 10 años sumaron US$ 150 millones.
Actualmente el sector citrícola explota 13 mil hectáreas con una producción de mandarinas, naranjas y limones que gira en el entorno de las 245 mil toneladas. Sin embargo, se prevé que en 2035 este sector se esté desarrollando en 15 mil hectáreas, con una producción que superará las 455 mil toneladas. Todo esto gracias al esfuerzo que lleva adelante la Unión de Productores y Exportadores Frutihortícolas del Uruguay (Upefruy).
Para alcanzar esos objetivos, por un lado, se ha sumado más área a la actual, pero también mucha que tradicionalmente produce cítricos se está reconvirtiendo con variedades nuevas que, en lugar de producir 20 mil toneladas por hectárea, como hasta ahora, en su período de madurez lograrán 40 mil y hasta 50 mil toneladas.
En el caso de los limones y las naranjas, además de su consumo habitual, existen proyectos industriales que están promoviendo su desarrollo, por lo que es de esperarse que el área de producción para estas frutas siga expandiéndose. De la mano del mercado de Estados Unidos, que es donde se concentra la mayor exportación de mandarinas, este rubro ha sido particularmente el que más se ha destacado en los últimos seis años, logrando que se duplique la producción y más que eso en la colocación en el exterior.
La mayor inversión se está desarrollando en las zonas de El Espinillar y Villa Constitución, al norte de Salto, desde donde en los próximos años saldrá una porción muy importante de ese aumento de frutales. Sin embargo, este desarrollo exponencial se está viendo opacado por la falta de mano de obra que se necesitará para la cosecha de todo ese volumen de frutas. Anticipándose a este desafío, la organización está coordinando capacitaciones a través del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) y planteando distintas estrategias con el fin de afincar más personas al oficio y que llegado el momento de levantar las cosechas no se encuentren en un cuello de botella “que nos impida seguir creciendo”, explicó a La Mañana Alejandro Buratovich, vicepresidente de Upefruy.
El mercado exterior y las restricciones arancelarias
Estados Unidos, Europa y Brasil son los principales destinos para los cítricos uruguayos. Si bien el mercado norteamericano compra las tres variedades, la mayor proporción se la lleva las mandarinas. En tanto Europa se abastece de naranjas uruguayas mayormente en los meses de agosto y setiembre. Brasil, por su parte, se ha transformado en un buen destino y sigue un proceso en franco crecimiento para estos productos.
Hasta 2013 el viejo continente era por lejos el principal mercado para estas frutas y Estados unidos no formaba parte del menú de países importadores. Rusia, Medio Oriente y Sudeste Asiático funcionaban como mercados alternativos, pero fueron quedando afuera del radar por diferentes motivos. Por la guerra con Ucrania, Rusia presenta restricciones marítimas que no hacen posible llegar a ese mercado. En el Sudeste Asiático cambiaron las condiciones sanitarias, más exigentes que en su momento y los tiempos de llegada hacen inviable el negocio. Y Sudáfrica con condiciones más favorables ha logrado copar el mercado de Medio Oriente.
El 16,6% de aranceles que pagan las mandarinas locales para ingresar al mercado europeo deja a las empresas uruguayas fuera de juego frente a competidores con tasa 0 como Sudáfrica, Chile o Perú. Al respecto, Buratovich enfatizó que “es un negocio de volúmenes y márgenes muy apretados y ese porcentaje les genera un daño muy fuerte” a todo el sector. Durante mucho tiempo el país exportaba miles de toneladas de mandarinas a Europa, pero luego fue reemplazado por Estados Unidos, adonde ingresan en prácticamente iguales condiciones que sus competidores directos. En limones la situación es totalmente diferentes. Esa fruta que generalmente se utiliza como ingrediente paga 6,4%. Para la introducción de naranjas en el viejo continente, Uruguay tiene una ventana de participación que paga 3,4%, pasado ese tiempo los niveles arancelarios son iguales a los de las mandarinas. Si bien desde el sector son conscientes de que el acuerdo Unión Europea-Mercosur camina a pasos lentos, existen grandes expectativas teniendo en cuenta que desde el momento que comience a funcionar regirá una baja gradual en los primeros 10 años hasta alcanzar tasa 0. “El nuestro siempre es un negocio de muy largo plazo” y de lograrse ese proceso comercial los citricultores mejorarán considerablemente su situación para abastecer ese mercado.
La incertidumbre de los anuncios de Trump
Los anuncios de nuevos aranceles propuestos por el presidente norteamericano Donald Trump dejaron un manto de incertidumbre sobre toda la cadena citrícola. “La incertidumbre nunca es buena sobre todo para los proyectos de largo plazo” como los que se propone Upefruy, insistió su vicepresidente. En su momento se anunciaron incrementos del 10% igual que a Chile y Perú y del 30% para Sudáfrica. Sin embargo, hubo marcha atrás y hasta el 9 de julio el país africano pagará 10% igual que los demás, hasta que se recalcule la tasa que deberá afrontar. Para Buratovich se trata de cambios que resultan impredecibles y que nada bien le hacen al sector.
Además, esos anuncios impactan sobre los márgenes que de por sí ya son apretados. En los últimos siete años el precio de las mandarinas en Estados Unidos no ha tenido variaciones, en limones se encuentra por debajo de las registradas en ese momento y las naranjas registran una mejoría. Sin embargo, el costo de producción desde ese entonces se ha incrementado en 50%. Al respecto, el entrevistado señaló que con este nuevo escenario cualquier cambio “nos impacta muy fuerte”. Tras los anuncios de presidente de Estados Unidos, los grandes supermercados compradores de estas frutas en ese país se comprometieron a colaborar en partes iguales e inclusive hasta pagando las dos terceras partes de ese arancel, “pero ya sea por la mitad o por un tercio a nosotros de todas maneras nos va a impactar”.
Las exigencias del mercado internacional obligan a los productores a ser cada vez más eficientes, lo que ha trasformado al sector citrícola en una industria de muy alta inversión. Hoy en día, además de las plantaciones de los árboles, hay que pensar en sistematización de suelos o sistemas de riego de última generación. En el caso del mercado americano, y cada vez más en otros mercados, se piden frutas libres de semillas y para eso hay que invertir en redes que cubran los árboles durante la floración para evitar la polinización. Ya fuera del área productiva existen una serie de tecnologías necesarias para ser competitivos. La utilización de bins plásticos que se está imponiendo cada vez más, nuevas tecnologías de empaques, maquinarias electrónicas e infraestructuras de frío requeridas por los protocolos estipulados de antemano con los clientes.
El consumo de naranjas, mandarinas y limones en Uruguay es estable, aunque reducido por la escasa población del país. Se trata de una industria pensada para la exportación, donde de las 245 mil toneladas producidas al año, los consumidores locales absorben 90 mil.
Originariamente formada en 2010 por productores de arándanos en momentos que ingresaban al mercado norteamericano, actualmente la Unión de Productores y Exportadores Frutihortícolas de Uruguay abarca a otros sectores como citricultores y productores de manzanas y peras. Se trata de un espacio donde se discuten aspectos comerciales, económicos, logísticos, de conectividad marítima y productivos. “Básicamente es una mesa de trabajo donde encaramos los temas que nos competen a todos” y se busca la manera de mejorar indicó su vicepresidente Alejandro Butarovich.
Entre los temas que se abordan, el del mercado internacional es uno de los que cobran mayor fuerza por la importancia que tiene ese comercio para el sector. En tal sentido, se trabajan temas fitosanitarios incluidos en los protocolos entre países, se discuten temas arancelarios donde Uruguay corre con algunas desventajas con respecto a sus competidores y la oportunidad que presenta en algunos destinos, ya sea por el buen desempeño de sus consumidores como por los tiempos de llegada de la producción en buenas condiciones. No solo se trata de un trabajo interno, sino que se acompaña con coordinaciones con ministerios relevantes como los de Economía y Finanzas, y de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Una de las debilidades del negocio es el tiempo de llegada de las frutas a los destinos. Mientras competidores directos como Chile o Perú demoran entre 15 y 17 días para llegar a Estados Unidos o Europa, Uruguay lo hace entre 28 y 30 días. Para minimizar el impacto la institución trabaja con las empresas marítimas generando estrategias de mejoras de las rutas. Para convencerlos sobre la oportunidad del sector en el largo plazo, Upefruy les ofrece su planificación a 5 o 10 años para mostrar el potencial del negocio y generar algún negocio competitivo.
En un trabajo en conjunto entre los técnicos de las empresas, de INIA y MGAP se encuentran en un plan de cría de un enemigo del insecto que transmite el HLB (huanglongbing o enverdecimiento de los cítricos), una enfermedad bacteriana que afecta gravemente a las plantas de naranja, limón y mandarina. “Estamos trabajando para intentar mantenerlo a raya”, admitió el entrevistado.