Sin agua en las represas algunos productores debieron reducir el área de siembra, un problema que se da principalmente en el este.
Héctor da Fonseca es productor arrocero de Treinta y Tres con casi 20 años en el sector. “Este año la zona este tuvo la particularidad de comenzar muy temprano con la siembra, gracias a un final de invierno y principios de primavera secos. No tuvimos lluvias importantes, pero sí un avance destacado en setiembre y lo que va de octubre”, esperando “terminar la siembra en lo que queda de esta semana y la próxima”, llegando al 66% según los datos de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) actualizados al lunes 13 de octubre. “En mi caso, yo termino de sembrar este miércoles”, agregó.
Esa falta de precipitaciones que permitieron sembrar tiene su contracara negativa: hay represas que no llegaron a completarse obligando a una reducción del área.
Sobre las fuentes de agua dijo que “en el este hay de tres tipos: represas, ríos y los levantes a nivel de laguna”. En ese sentido, “la laguna Merín y los ríos no tienen problemas de agua y se va a hacer toda el área planificada, no así los que regamos con represas”, porque no todas han logrado su mejor caudal y hay variaciones que hacen la diferencia.
“Algunas represas lograron el 40% y otras el 70% de su capacidad. Para los productores que riegan con represas va a ser un año complejo porque harán un área significativamente menor, y aquel que disponga de solo el 40% del área se verá afectado directamente en sus costos fijos, de amortización y costos directos”, aseguró.
“Todo el mes de octubre es fecha óptima para sembrar arroz, incluso los primeros días de noviembre”, pero los pronósticos de lluvias y las precipitaciones efectivas “son de muy poca cuantía, de 10 o 15 mm, que para lo sembrado es positivo porque aporta la humedad justa, sin embargo, no son volúmenes de agua suficientes para acumular en las represas”, por lo tanto, no cabe esperar modificaciones en el área. De todas maneras, hay que estar atentos, porque alguna lluvia importante a fines de octubre “podría mover la aguja, eso solo para los productores que tienen problemas en sus represas, el resto ya tiene el área definida”.
No obstante, a esa esperanza a la espera de una lluvia oportuna, Da Fonseca señaló que “desde que comenzó la siembra hasta ahora los embalses no han juntado agua, y poseen el mismo porcentaje que al comenzar. Los pronósticos no son alentadores como para pensar que se pueda captar algún volumen más”.
Los productores que dependen de esas represas problemáticas son unos 20, y las zonas más afectadas son la represa Corrales en la zona de Varela, la represa India Muerta en Rocha, y en la zona de Vergara (Treinta y Tres). “Las chacras de la zona de Varela son las más perjudicadas porque la represa tiene el 40% del agua”.
Posibilidad de alternar
Consultado si existe la posibilidad de un cultivo alternativo o de rotar con otros para disminuir el impacto o corregir el mal resultado económico del arroz, Da Fonseca dijo que “no, porque el arrocero apela a un solo cultivo anual dado que en la zona este los tipos de suelo no permiten hacer cultivos de invierno”.
La rotación arrocera “es con pasturas y colocando algún ganado. De hecho, tierras que en esta zafra iban a ser destinadas al arroz, pero que no se plantaron por falta de agua, ahora tienen ganado”.
“Algunos productores podría pensar en hacer soja, pero sin posibilidad de regarla, porque no tiene agua. Además, hay que pensar que son campos bajos y que también la soja tiene desafíos en cuanto al precio. Los números no dan si consideramos que la soja está a US$ 360 con una expectativa de 2.000 kilos como algo razonable”.
Por otra parte, “en la zona este la soja es muy año dependiente, esto quiere decir que si es un año de mucha lluvia se generan complicaciones por el drenaje, pero esa no parece ser la característica del año actual”.
El panorama es de un arroz que no va a rendir o va a estar muy justo por falta de precio, costos altos y reducción en el área; con esa perspectiva el productor debe pensar y decidir si hacer o no soja para la cual tampoco cuenta con agua y cuyos precios no son buenos. “Esas son las reglas de juego de la agricultura a cielo abierto, y lo que uno debe hacer es tratar de sacar la mayor cantidad de kilos posible, sea de arroz o soja”, señaló.
Asimismo “hay muchos factores asociados que nos preocupan muchísimos, que no maneja el productor, pero van directamente al resultado económico: uno de ellos es el valor del dólar que con el atraso cambiario pega en los costos del cultivo y mucho más en los costos industriales que son altísimos”.
El retraso en el norte
La zona norte lleva un avance de siembra del 40%, lo que indica un atraso que Da Fonseca adjudicó a las precipitaciones. “En toda la frontera con Brasil hubo lluvias, lo que llevó a que se completaran las represas, lo mismo en el centro”, y eso fue positivo. “Se dio una línea que va desde Río Branco, el norte de Cerro Largo, Rivera, Artigas, Salto y una parte de Tacuarembó, en la que las lluvias acumularon agua a la vez de que se demoró la entrada a las chacras”.
A medida que nos alejamos de la frontera con Brasil vemos un degradé con lluvias que van disminuyendo: “En Vergara llovió menos que en Río Branco; en La Charqueada llovió menos que en Vergara y en Varela menos aún. Ese tema climático se vio reflejado en el agua de la que se dispone y la fecha de comienzo en la simbra en cada una de las áreas”. Por eso el norte retrasó su siembra, pero cuenta con agua suficiente.
El arroz cáscara es un plan B que necesitamos
Sobre el arroz cáscara, dijo que “es un plan B que necesitamos. El año pasado fue récord en área y rendimiento, pero la industria no tuvo la capacidad de industrializar todo lo producido, y si no hubiéramos tenido la posibilidad de comercializar arroz cáscara tampoco hubiéramos podido industrializarlo”.
El problema del arroz cáscara es que no agrega valor ni mano de obra, sin embargo, “con los costos que tenemos, muchos mercados prefieren comprar sin industrializar y elaborarlo en destino” porque además emplean a su gente.
Para Uruguay “es una cuenta fina que hay que hacer bien para determinar hasta qué volumen es bueno y desde que volumen ya no. La realidad es que un porcentaje tiene que salir si o si como cáscara, a pesar de que no genere valor ni mano de obra”.