Apareció la tercera versión del libro Faros del Uruguay, un clásico sobre el tema publicado por Ediciones Cruz del Sur.
La costa uruguaya, desde el Chuy hasta Colonia, cuenta con 12 faros, diez de los cuales han sido declarados patrimonio histórico por su valor edilicio y significado para la navegación. Con la particularidad, casi increíble, de que la mitad se encuentra en aguas del Atlántico y la otra mitad mira de frente al Río de la Plata.
Nuestros 12 faros, al igual de lo que sucede en casi todas partes del mundo, se ubican en lugares estratégicos y económicamente valiosos. Fueron y siguen siendo adelantados del progreso, con su luz bienhechora junto al mensaje de guía para las naves que se aventuran por las aguas del infierno de los navegantes, como algún temerario marino bautizó en el pasado a las aguas del Río de la Plata en días de tormenta. Y tampoco hay duda de que acaparan los paisajes más hermosos del entorno.
Ejemplos de ello lo son los del Polonio y del cabo Santa María, ubicados en lugares de atalaya, o el de José Ignacio, que se yergue en la punta de terreno más cotizado de nuestra costa. O el de Punta del Este, en el barrio más recoleto y restringido del balneario, o el de la Isla de Lobos, durante muchos años el más alto y potente de la América del Sur. O el del cerro de Montevideo, el único encendido en tiempos de la dominación española y rodeado de una fortaleza para defenderlo. O el de la Colonia del Sacramento, construido sobre las ruinas del convento más antiguo edificado en el país o el de la misteriosa Isla del Farallón, sobre la inexpugnable isla de su nombre.
El libro no solo resulta de interés para los marinos y navegantes, sino también para los historiadores y los amantes de la aventura, porque en el entorno a los faros han ocurrido experiencias fascinantes. Historias de naufragios y heroísmos. De héroes callados que han subido y bajado diariamente centenares de escalones para el fiel cumplimiento de su misión.
De más está decir que los faros despiertan la fascinación y dejan latiendo sentimientos de solidaridad. Pero también que se prestan para escenas terroríficas, como lo supo interpretar el inefable Alfred Hitchcock en su famosa película 39 escalones o un escenario de dramas como resulta del filme El faro del cineasta argentino Eduardo Mignogna, cuya trama se desarrolla en el entorno del faro de José Ignacio, interpretado por Ingrid Rubio, Jimena Barón, Florencia Bertotti y Ricardo Garín.
También despiertan el interés de los artistas, pintores y fotógrafos que se inspiran en sus torreones, auténticos Don Quijotes prontos para enfrentar las tormentas y las mareas. impávidos en su tarea, fieles hasta la muerte en su misión de advertir los peligros y guiar a los navegantes hasta buen puerto.
Durante los últimos años, pese a que los adelantos tecnológicos han prescindido en algo de sus funciones, los faros han ganado en valor turístico. Fundamentalmente en Europa se han elaborado excursiones para la visita de distintos faros, incluso pernoctando en algunos, poco menos que tocando las olas. Puntos ineludibles de atracción y de interés en sus visitas.
A primera vista, podría pensarse que los faros solo interesan a marinos y autoridades encargadas de velar por la seguridad en el mar. Sin embargo, al abordar el tema desde múltiples aspectos –ubicación, historia, tecnología, destino, vidas de fareros, incendios y derrumbes, paisajes, turismo y poesía–, muchos quedarán atrapados en el juego de sus luces y sombras. Con mayor razón si se trata de los faros en las costas uruguayas, cuyos emblemáticos edificios rozan las olas y atesoran innumerables historias de naufragios y tragedias.
El libro se encuentra a la venta en Uruguay en todas las librerías. Pero de seguro que resultará buena lectura para los turistas que lleguen de visita o se interesen en el tema.
Se ha procurado una edición en tapa blanda por cuanto el autor ha exigido que se trate de un libro accesible por su precio, para que pueda estar al alcance de los lectores que busquen adentrarse en el juego de sus luces y sus sombras. Y en su mensaje simbólico, una luz en las tinieblas, guías en medio de la noche, advertencias del peligro y esperanzas de salvación.