Mucha gente cree que la deuda externa es solo la deuda pública, que es la suma del endeudamiento que tiene un gobierno con organismos internacionales. También tenemos la deuda externa privada, que es la suma de préstamos y obligaciones financieras, como pueden ser inversiones en fondos locales por parte de no residentes. Por eso, si vemos el ranking actual de los países con mayor deuda externa, vemos que los primeros son países ricos: Estados Unidos, Reino Unido y Japón están en el podio. Esto sucede porque reciben mucha inversión extranjera.
Federico veranea aquí con su familia desde los tres años, hoy tiene 48. Como argentino, su idea era venir a vivir a Uruguay una vez jubilado. “Ustedes son más educados, no tienen grieta, las instituciones son serias, todo funciona bien, no hay garcas como en mi país”. Una vida de trabajo, pero sigue activo y la idea era venirse a Uruguay en unos quince años.
Tuvo una casa de cambio en Argentina entre otros emprendimientos, nadie le regaló nada, vivió la crisis del 2001, la AFIP de los gobiernos K, hiperinflación. Pero siempre se levantó y siempre mirando hacia el otro lado del charco, le decía a su esposa: “Vieja, en Colonia del Sacramento vamos a vivir por si los nenes se quedan en Buenos Aires, estamos a treinta minutos en barco, aparte es hermoso”.
Para tener la residencia permanente, sabía que debía de hacer una inversión, igual no había apuro, la idea era hacer crecer los ahorros y luego comprar una propiedad o un emprendimiento por ese valor y vivir de él.
En 2023, en un viaje a Uruguay ve la publicidad de Conexión Ganadera con tasas que van del 7% al 9% anual y se va a las oficinas de la calle Basilio Pereira de la Luz. Ahí conoce a Pablo Carrasco y firma su primer contrato por engorde de terneros por US$ 100.000. Al año firmó otro contrato igual por el mismo valor. Carrasco le decía que no había más lugar para colocar ganado, hasta que finalmente pudo tener cabezas de ganado a su nombre. Hoy le deben US$ 250.000 más los intereses que nunca retiró, porque la idea era que ese dinero fuera para su retiro en Uruguay.
Un día después del Zoom fallido de Carrasco, llegó en un Buquebus, me contactó por las columnas de La Mañana, le di el teléfono de la Dra. Silvia Cuello, presentó la denuncia penal y se acogió al concurso. No se quedó quieto a esperar a ver qué pasaba con sus ahorros. Desde ese día hablamos seguido, está al tanto de lo que pasa con el concurso, los avances y el funcionamiento de la Justicia y Fiscalía en Uruguay. Su discurso cambió, ya no les aconseja a sus amigos venirse a Uruguay. Si bien cree que somos un pueblo educado, nos ve sumisos, con una corrupción enquistada muy bien tapada. “Boludo, en Argentina a Carrasco ya le hubieran pegado un tiro, acá no pasa nada. La justicia de Uruguay es igual o peor que la de mi país, el tema es que ustedes tapan todo. ¿La Suiza de América?, son unos garcas, no lo digo por vos, lo digo por el Banco Central, el Ministerio de Ganadería que mintió todo el tiempo, el Congreso [Parlamento] y el presidente están pintados al óleo como si nada”. Federico entiende que los responsables de la estafa de Conexión Ganadera tienen que estar por lo menos 10 años presos, que la plata que se encontró ya se tendría que repartir y que el Estado debería poner lo que falta por ser “a esta altura, cómplice, no omiso”.
La deuda con Federico y todos los extranjeros que invirtieron en Uruguay a esta altura ya es moral. De la misma forma que vendemos una trazabilidad sobre nuestra carne, que el mundo vio como le faltaban US$ 400 millones en cabezas de ganado, vendemos la imagen de ser un país serio, de instituciones sólidas. Un país donde los partidos políticos se intercalan en el gobierno sin grandes cambios de reglas. Algunas de esas reglas se han mantenido, al menos por 25 años: la regla de la coima, de mirar al costado, la regla de no te regulo, prefiero asesorarte para no tener que hacerlo. Estas “reglas” erosionan las instituciones y a la calidad ciudadana de este país. Es tiempo de mostrarle a todos los Federicos que los uruguayos no nos acostumbramos a esto, que no nos gusta la corrupción, que queremos una Justicia que actúe con celeridad, que la mirada del ciudadano haga mover a la clase política y al gobierno.
Quiero saludar a Tato, Nico, Chango y Jorge, amigos que hace casi diez años se la jugaron para instalar un proyecto industrial en Uruguay y que duró muy poco. Ellos también se fueron desilusionados luego de remar tres años con la burocracia, los costos en blanco, los sobrecostos. La falta de controles, los falsos incentivos y las coimas.
Sin duda nuestra deuda externa también es moral.