En el corazón de Wall Street, el presidente Yamandú Orsi delineó la hoja de ruta de Uruguay: un ambicioso plan para trascender el crecimiento económico tradicional y dar el salto hacia un desarrollo basado en el conocimiento y la innovación. Ante la ONU, defendió el multilateralismo y los valores democráticos, pilares de una inserción inteligente en un mundo volátil.
Nueva York, epicentro financiero y diplomático global, fue el escenario elegido para una conversación crucial sobre el presente y futuro de América Latina. En el marco de la Cumbre Anual Concordia 2025 y previo a su intervención en la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, concedió una entrevista en la que delineó con claridad los pilares de su gestión y la posición de su país en un contexto internacional volátil. Lejos de ser una exposición de lugares comunes, sus declaraciones revelan una hoja de ruta pragmática y visionaria, anclada en la realidad uruguaya, pero con ambición global.
Los tres pilares del proyecto nacional: crecimiento, protección social y seguridad
Al ser consultado sobre las prioridades de su gobierno, Orsi no vaciló en enumerar tres áreas específicas que funcionan como ejes transversales de su administración. Esta tríada no es casual; responde a una lectura profunda de las fortalezas históricas y los desafíos contemporáneos de Uruguay.
En el ámbito económico, la ambición va más allá de un crecimiento numérico; se persigue un salto cualitativo que se traduzca en un desarrollo tangible. Partiendo de una base sólida como país exportador de alimentos –con capacidad para alimentar a treinta millones de personas, diez veces su población–, el objetivo es superar una década de expansión moderada con una meta ambiciosa de crecer dos puntos y medio porcentuales. La clave de este salto no reside en incrementar meramente los volúmenes de producción, sino en incorporar de manera decisiva la innovación, el conocimiento y la tecnología. La aspiración final es evolucionar de ser un productor de materias primas a convertirse en un exportador de valor agregado.
Junto a esta transformación económica, el gobierno se ha propuesto una tarea igual de audaz y necesaria: renovar la matriz de protección social, un estandarte histórico que posicionó a Uruguay como un país de vanguardia desde principios del siglo XX, comparable incluso a naciones europeas. El desafío contemporáneo consiste en modernizar ese legado, adaptando el sistema a las nuevas realidades demográficas, laborales y tecnológicas para garantizar que siga siendo un pilar fundamental de cohesión social en el futuro.
Completa esta tríada de prioridades un eje que el propio mandatario identificó como “muy latinoamericano”: la seguridad pública. Con una mirada realista, Orsi reconoció que el crimen organizado y el avance tecnológico han transformado por completo el panorama, lo que exige herramientas estatales más modernas y contundentes. Este enfoque representa un entendimiento claro de que ni el desarrollo económico ni la protección social pueden prosperar en un entorno de inseguridad. Lejos de caer en discursos simplistas, la propuesta apunta a una modernización integral de las capacidades estatales para enfrentar este desafío de manera equilibrada y efectiva.
Mercosur: entre la necesidad de modernización y el rol articulador de Uruguay
La integración regional fue un tema central en la entrevista. Al hablar del Mercosur, Orsi exhibió una postura realista y estratégica. Por un lado, fue claro en señalar la necesidad imperiosa de “fortalecerse y modernizarse”. Utilizó la palabra “flexibilizarlo”, un término que históricamente genera debate en el bloque, pero que refleja una urgencia compartida por muchos actores para adaptarse a los desafíos globales.
Por otro lado, definió con precisión el rol de Uruguay dentro de este esquema. Lejos de presentarse como un actor menor, Orsi destacó la “historia de Uruguay como un país de articulación entre fuerzas que tensionan”, lo que lo posiciona en un “lugar de privilegio”. Esta capacidad de mediación y construcción de consensos, comparada incluso con la historia de Bélgica en Europa, es vista como un activo fundamental para el bloque. Subrayó que esta política de Estado trasciende los gobiernos de turno, señalando una continuidad en la política exterior uruguaya que brinda predictibilidad y solidez.
Los avances concretos mencionados son esperanzadores: la probable firma del acuerdo Mercosur-Unión Europea a fin de año y el reciente acuerdo con la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio). Para Uruguay, un país de escala mediana, pero con una ubicación geoestratégica privilegiada como “puerta de entrada” al Cono Sur, estos acuerdos son vitales. Orsi enfatizó la diversificación de los vínculos económicos, señalando a Europa, China, Asia y, de manera significativa, a Estados Unidos como un cliente importante para “servicios globales”, un rubro que apunta a la economía del conocimiento.
Promover la innovación: certezas jurídicas, inversión en talento y alianzas público-privadas
La pregunta sobre cómo los gobiernos pueden promover la innovación en el sector privado encontró en Orsi una respuesta basada en la experiencia concreta de Uruguay. Su explicación se sustenta en varios factores clave:
- Certezas macroeconómicas y jurídicas: Orsi destacó que la “seguridad jurídica” y la “línea macroeconómica” son políticas de Estado que no cambian con los gobiernos. Esta estabilidad es el sustrato indispensable para atraer inversiones de largo plazo y fomentar la innovación.
- Inversión temprana en capital humano: citó como ejemplo emblemático el Plan Ceibal, que hace más de una década garantizó una computadora portátil a cada niño y joven del país. Esta apuesta temprana y masiva por las TIC sentó las bases de una sociedad digitalmente capacitada.
- Innovación aplicada a las ventajas comparativas: Uruguay no innova en el vacío. Orsi explicó cómo la innovación se aplica directamente a su sector primario: a través de la ciencia y la informática se mejora la genética animal y de semillas, y se optimizan las formas de cultivo con planes de riego innovadores.
- Vinculación efectiva: academia, Estado y sector privado: el presidente presentó el programa Uruguay Innova como la herramienta central para “juntar todo lo que existe”. El objetivo claro es conectar la academia y la investigación con la producción y la actividad privada. Esto evita que el conocimiento se quede en los laboratorios y asegura que responda a las necesidades del mercado.
- Marco legal favorable y simplificación burocrática: mencionó leyes como la de Inversiones, Zonas Francas y Puertos como ejemplos de un marco que debe “seguir cumpliéndose pero mejorando los mecanismos” para que la burocracia no ahogue la potencialidad del país.
La voz multilateral: la defensa de la democracia y los derechos humanos en la ONU
Al ser consultado sobre su primer discurso ante la ONU, Orsi adelantó un mensaje coherente con la tradición diplomática uruguaya. Se definió como “defensor a ultranza de los organismos mundiales” y del multilateralismo, al que considera la herramienta para resolver problemas con “menores dolores de cabeza” en un mundo que a veces parece “explosivo”. Abogó por una modernización de estos organismos para que sigan siendo efectivos.
Además, reafirmó los principios que, según dijo, definen culturalmente a Uruguay, el respeto por las libertades, la forma republicana y democrática de gobierno y los derechos humanos. En un contexto global donde estos valores están bajo presión, la voz de Uruguay, un país que ha sabido mantener su estabilidad democrática, adquiere una relevancia particular.
Un proyecto país con mirada global
La entrevista al presidente Yamandú Orsi en Nueva York no fue solo un ejercicio de diplomacia pública. Fue la exposición de un proyecto de país que busca conciliar lo mejor de la tradición uruguaya –su sólida protección social, su estabilidad democrática y su rol articulador– con la imperiosa necesidad de modernización e innovación.
Uruguay no aspira a ser un gigante, sino una nación inteligente, que aprovecha su escala, su ubicación y su capital humano para insertarse de manera competitiva en el mundo. La apuesta por la ciencia aplicada, la diversificación de alianzas comerciales y la modernización de su aparato estatal apuntan en esa dirección.
En esa medida, en un Mercosur que “precisa modernizarse”, Uruguay se postula como un puente necesario, que desde su histórica vocación de articulación puede ayudar a destrabar negociaciones y encontrar puntos en común. La visión de Orsi es la de un realismo pragmático, reconocer las limitaciones propias de la región, pero también las oportunidades únicas que presenta el escenario global. Con esta hoja de ruta, Uruguay refuerza su imagen en el mundo.
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