El escorpión y la rana (fábula de origen desconocido, atribuida a Esopo).
“El escorpión le pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río, la rana le dijo: “¿Cómo sé que no me picarás? El escorpión respondió: “Porque haría que ambos nos ahogáramos”. La rana aceptó; y a la mitad del río el escorpión picó a la rana. Cuando la rana le preguntó: “¿Por qué?, si los dos vamos a morir”, el escorpión respondió: “Es mi naturaleza”.
El neurocientífico Antonio Damasio denominó marcadores somáticos a las sensaciones de nuestro cuerpo que nos dicen si nuestras decisiones son acertadas o equivocas. Este circuito que se origina en el cerebro límbico que telegrafía nuestras sensaciones viscerales, a menudo mucho antes que el cerebro cognitivo llegue a una conclusión más razonada (Goleman, Daniel. 2013. Focus, El motor oculto de la excelencia. Ediciones B Argentina SA, pág. 91).
Cuando nos enfrentamos a situaciones complejas, el área prefrontal (centro ejecutivo del cerebro) guía la toma de decisiones. Estas se toman en base a las sensaciones que funcionan como un timón interno y no solamente en un análisis frío y racional.
Así, la autoconciencia se expresa de dos maneras, con un relato que considera nuestro pasado y futuro y un relato que nos relaciona con el presente inmediato. La resultante es el más íntimo sentido de nuestro ser. Refleja la suma progresiva de nuestras impresiones sensoriales. Estas señales son los guías internos para llevar una vida acorde con nuestras creencias.
“Mi creencia –que es el motor que me guía– me exime de considerar importante aplicar reglas básicas de comportamiento, de administración y relacionamiento en el manejo de la cosa pública, pues todas las obras las hago de acuerdo con mi ideología/religión, que se refuerza con los años”.
Se crea una disonancia cognitiva de los actos del “administrador” con la realidad. El administrador siente enojo por tal resabio burgués, de actuar “ecuánimemente” de acuerdo con las normas establecidas, tradiciones de comportamiento del país, etc.
Si en función de mi creencia, a lo largo de mi vida política, apoyé a quienes cometieron delitos, robaron, mataron, secuestraron, realizaron actos terroristas, etc., acusar penalmente de estafadores a los gobernantes que integraron la administración anterior es coherente con mi esencia, que es la dialéctica de amigo/enemigo de la lucha de clases.
La “esencia” de los gobernantes actuales sirve para producir una nueva serie de categorías políticas montadas sobre la dialéctica opresor/oprimido. ¿Así será siempre el proceder del gobierno, eso es lo que nos espera?
A pocos meses de instalado el gobierno, esta acción no solo es dinamitar los puentes de relacionamiento con la oposición, significa priorizar mis “guías internas ideológicas” que vienen determinados por mis marcadores somáticos aprendidos de “los peores mentores”.
¿Nos espera más dialéctica opresor/oprimido en el futuro?
Rafael Rubio
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