Recuerdo que en 1959, luego de la victoria del Partido Nacional, que no había podido acceder al poder en 93 años, la legisladora batllista Alba Roballo pronunció la amenaza de “A los blancos ni un vaso de agua”. Esta afirmación, lamentable por donde se la mire, es propia de quienes practican la intolerancia y solo le importan los intereses de su sector político, a despecho de los intereses reales de la gente, que son los intereses por los que debería velar la buena política.
Cabildo Abierto, al decir del poeta Serafín J. García, no ha venido “A elogiar divisas ya desmerecidas y hacernos promesas que nunca cumplieron”. Los partidos tradicionales no acaban de comprender las razones de la deriva que ha determinado su progresiva y paulatina decadencia, que los obliga a una inesperada fusión para poder ser opción de poder. En lugar de abrevar en sus orígenes, amplios sectores de estos se han dejado ganar por la filosofía mundialista impulsada desde diversas organizaciones internacionales por una burocracia bien pagada, que ha despecho de los intereses de los pueblos promueve el aborto, la eutanasia, el control de la natalidad, la ideología de género que considera al sexo una construcción social, el desprecio de las diferentes identidades nacionales para subsumirlas en un conglomerado indefinido, etc. Todo ello resumido en una agenda sibilina promovida por las Naciones Unidas como 2030, que repetidamente es impulsada por dirigentes de los partidos tradicionales que no advierten ni siquiera que el Frente Amplio lo hace mejor.
Cabildo Abierto integró una coalición para darle gobernabilidad a las autoridades electas en 2019, pero es obvio que el partido no se constituyó para diluirse en conglomerados ya existentes, en una clara decadencia que se acentúa con el paso del tiempo. Cierto es que se formó un partido de Coalición Republicana, limitado a la disputa electoral por de tres gobiernos departamentales, dado que el Partido Nacional desestimó la necesidad de colaboración de otros partidos para obtener el triunfo electoral. No existe pues, un partido Coalición Republicana en la oposición, sino diversos partidos de oposición con sus también diversas posiciones sobre el acontecer nacional. Por lo expuesto, Cabildo Abierto no está obligado a coordinar sus acciones con nadie y mucho menos está obligado a transformarse en vagón de cola de otros partidos.
El voto de los diputados de Cabildo Abierto con motivo del tratamiento de una reciente Rendición de cuentas correspondiente al último año de gestión del anterior gobierno ha dado lugar a ácidas críticas de dirigentes de los partidos tradicionales, algunas lindantes en lo insultante. Resulta increíble que quienes reiteradamente votaron en contra o ignoraron iniciativas de Cabildo Abierto como la consagración del voto secreto en todas las organizaciones gremiales, la derogación de la obligación de los empleadores de retener la cuota sindical, la prisión domiciliaria de oficio para los mayores de setenta años, que hubiera sido un paliativo a la operación de venganza que se lleva a cabo contra algunos ancianos por el solo hecho de ser militares o policías, la llamada deuda justa y pidieron el veto de la ley de protección de las mejores tierras respecto a la actividad forestal, etc., hoy se quejen porque nuestro partido no votó como ellos querían.
Durante el anterior gobierno y a instancias de las autoridades económicas se aprobó lo que se llama la regla fiscal, establecida en los arts. 207 y siguientes de Ley 19.889, o sea la vulgarmente conocida como la LUC. Esta norma cuenta con el antecedente de una disposición constitucional vigente, que es el numeral 6º del art. 85, que exige la aprobación legislativa del endeudamiento público. Lo cierto es que la regla fiscal aprobada por la LUC, que pretendía poner un freno al endeudamiento público, fue un rotundo fracaso ya que repetidamente durante el anterior gobierno se debió modificar el tope de endeudamiento en varias oportunidades. Así se debió recurrir a ampliaciones temporales por las cláusulas de salvaguarda como consecuencia de la emergencia sanitaria en 2021, del déficit hídrico en 2023 y por la reducción de la recaudación en 2024. Nos preguntamos si hubiera sido responsable negarse a dichos aumento, como lo hizo en su momento el Frente Amplio, sabiendo las consecuencias que ello inevitablemente hubiera tenido sobre la economía del país y por tanto sobre la gente.
Es claro que en el país se deberían cortar una enorme cantidad de gastos superfluos impuestos por una institucionalidad hipertrofiada, pero ante la imposibilidad de Cabildo de resolver por sí la situación, no cabe otra cosa que permitir sufragar los gastos, puesto que para el país las consecuencias del incumplimiento serían extremadamente gravosas. Durante el anterior gobierno se acusó al Frente Amplio por ser un palo en la rueda, durante este gobierno Cabildo votará de acuerdo con su leal saber y entender todo lo que le parezca correcto sin necesidad de contraprestaciones o compensaciones, por ejemplo, del tipo de las embajadas políticas ofrecidas recientemente a algunas de las connotadas figuras de los partidos tradicionales. La política de “cuanto peor mejor” no es para Cabildo Abierto, aunque ello enfade al resto de la oposición que, al otro día de criticar a Cabildo por votar con el Frente Amplio, votaron con este partido un acuerdo del Mercosur inspirado en la ideología de género y próximamente votarán la eutanasia. Todo ello contará con el voto negativo de nuestro partido, dispuesto a votar en soledad lo que entiende correcto y por tanto bueno para la gente.
En las instancias presupuestales que se avecinan Cabildo votará con independencia de criterio lo que entienda bueno para el país y vigilará celosamente que los dineros públicos se utilicen con prudencia en las reales necesidades de la gente, sin necesidad de fijarse quien nos acompaña con su voto. ¡Ese es nuestro compromiso!