Que este gobierno no la ha embocado con muchas de sus designaciones es una verdad que rompe los ojos. Cairo, Koch, Arim, Viera, etc., etc., constituyen un rosario de designaciones desafortunadas que han obligado a un gobierno balbuceante y sin un rumbo claro a echar marcha atrás en repetidas ocasiones. Claro que errar es humano, que se trata de una dirigencia sin experiencia previa, que los conductores habituales del partido de gobierno ya no están y que son innumerables las excusas que se pueden esgrimir para disculpar una cadena de yerros poco común. Sinceramente pensábamos que el partido de gobierno, fuerza política que concita la adhesión de mayorías determinantes políticamente, que se ufana de contar con la mayor parte de la intelectualidad del país, cuyos militantes dominan el gobierno de la Universidad, contaba con cuadros capacitados como para cumplir con la designación de los cargos que impulsan la actividad de gobierno. Sin embargo, es claro que esta sucesión de yerros pone en duda la exactitud de dicha presunción, que casi nos parece ahora infundada, por lo menos a la luz de una evidencia fáctica incontrastable, que en muchos de los casos mencionados ha llevado a la renuncia de los designados y si ello no ha sucedido el presunto prestigio del involucrado ha quedado seriamente mancillado.
Mucho más nos sorprendió que el novel gobierno propusiera para cargos de representación del país a dos personas estrechamente vinculadas a los partidos tradicionales. Así se propone para cargos de representación diplomática, siempre bien remunerados y con destinos apetecibles, a una exvicepresidente y a una exsubsecretaria, ambas del anterior gobierno, vinculadas al Partido Nacional y al Partido Colorado. No obstante la negativa de dirigentes de dichos partidos de haber contado las propuestas con aval partidario, cuesta mucho creer que ello sea así y las aisladas voces de desagrado nos suenan al canto del tero, que grita lejos del nido procurando salvar la vida de sus crías.
El episodio nos hizo recordar una sentencia atribuida a Benjamín Disraeli, prestigioso ministro de la Gran Bretaña en el siglo XIX, preferido de la reina Victoria, quien se apoyaba en él para combatir a otro excelente orador como William Gladstone, quien se había ganado la animadversión de ambos. Al parecer, Disraeli afirmó: “El mundo es gobernado por personas muy distintas a las que piensan quienes no están detrás de bambalinas”. En resumidas cuentas, este primer ministro, que durante añares fue figura principalísima de un gobierno que en aquella época regía los destinos de la potencia más importante del mundo, nos venía a decir que grupos de interés, ocultos a los ojos de los no iniciados, eran los que trazaban los destinos de los pueblos. Sin pretender creer en conspiraciones secretas, hay veces que uno debe presumir que hay razones de actos de gobierno que no se explicitan en todos sus términos con la debida trasparencia y en ese sentido creemos que las mencionadas propuestas, entre aislados gritos de protesta, para cumplir con la fórmula y deslindar responsabilidad en la repartija, finalmente prosperarán, por aquello de que entre bueyes no hay cornadas. Unos dirán que ello se debe a la adhesión de la candidata a la Agenda 2030 de la ONU, su apoyo a la ideología de género, el aborto y la eutanasia, entre otras lindezas. Otros dirán que ello se debe a que finalmente se tiene el convencimiento que la candidata propuesta no ha mentido en el Senado ni facilitó la expedición de pasaporte alguno, o vaya uno a saber qué razones se esgrimirán para legitimar propuestas tan llamativas, cuyas verdaderas razones quizás nunca conoceremos.
De todas formas y para apagar cualquier tipo de vocinglería, los voceros oficiales de los partidos a los que pertenecen las damas propuestas se permiten muy sueltos de cuerpo vociferar que Cabildo Abierto generosamente cederá sus votos al gobierno para aprobar el Presupuesto Nacional. Nos adelantamos a afirmar que seguramente muchos artículos del proyecto serán aprobados por todos los partidos, porque ello ha sucedido siempre así y ningún partido se niega a aprobar cosas que entiende correctas, especialmente cuando la población lo pide a gritos. De todas formas, la velada acusación contra Cabildo de complicidad con el gobierno cumple con la máxima volteriana de “miente que algo quedará”, mientras que simultáneamente distrae y acalla las críticas que las referidas propuestas han levantado en la opinión pública harta de los premios consuelo a políticos, cuando no del descarado acomodo. Como consuelo me queda que a los citados voceros no se les ha ocurrido decir que también en el reparto de embajadas se ha considerado a Cabildo, puesto que en lo personal me encuentro escaldado de la insidia contra nuestro partido, que ha pagado el precio de pretender superar las heridas de enfrentamientos armados hace sesenta años, de luchar para poner fin a la expoliación financiera, de poner límites a la forestación de nuestra mejores tierras, de defender la vida desde la concepción a la muerte natural, de denunciar los perjuicios de la marihuana recreativa, etc. Tenemos la piel dura y sabemos que nadamos contra la corriente, pero lo hacemos en el sentido correcto y por el bien común.