La ciudad de Buenos Aires se reunió para rendir homenaje al papa Francisco, el primero argentino y latinoamericano. La misa, celebrada en la Plaza de Mayo frente a la Catedral Metropolitana de la ciudad, fue el acto central del país de nacimiento del papa. Diferentes referentes religiosos, sociales y políticos se hicieron presente y hablaron con La Mañana sobre lo que significó Francisco en sus vidas.
Además de la misa, se realizó un recorrido simbólico en el que se veían comunidades religiosas con sus párrocos, feligreses de diferentes nacionalidades de países vecinos con imágenes de diferentes advocaciones de la Virgen María, banderas y pancartas con frases del papa. Luego de la misa se entonaron estrofas del himno nacional, entonado entre lágrimas y abrazos, como un rezo por la unidad, tal como pidió el arzobispo.
La misa en memoria del papa fue presidida por el arzobispo monseñor Jorge García Cuerva en un escenario montado sobre las escalinatas de la Catedral de Buenos Aires. Durante la homilía, destacó la vida y obra del papa Francisco y enfatizó en el compromiso que tuvo con las personas más necesitadas, su visión profética y su búsqueda de fraternidad entre los pueblos. “El Evangelio nos recuerda hoy que los discípulos lloraban junto a Jesús. También nosotros lloramos hoy, porque no queremos que la muerte tenga la última palabra”, expresó.
“Lloramos porque no queremos que la muerte gane, porque se murió el padre de todos, porque ya sentimos en el corazón su ausencia física y nos sentimos huérfanos, porque no terminamos de comprender ni dimensionar su liderazgo mundial, porque ya lo extrañamos mucho. ‘Seamos valientes’, decía el papa, ‘no tengamos miedo de llorar’; por eso hoy lloramos a Francisco, lo hacemos desde lo más profundo del corazón, sin vergüenza”, agregó.
El arzobispo motivó a los presentes a ser cristianos en camino, que no viven su fe encerrados entre cuatro paredes, como lo indicaba Francisco. “El cardenal Bergoglio, unos días antes de ser elegido papa, les decía a los cardenales de Roma que evangelizar supone para la Iglesia la audacia de salir de sí misma; la Iglesia está llamada a salir e ir a las periferias, no solo las geográficas sino también las existenciales”, dijo.
Recordó cuando el papa llamaba a soñar con una única humanidad, “como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe y convicciones, cada uno con su propia voz, pero todos hermanos”.
Agregó que, como pueblo, “queremos darle a Francisco un gran abrazo y decirle gracias, perdón, te queremos mucho. También sabemos que nos debemos muchos abrazos entre nosotros, por eso hagámosle el mejor de los regalos al papa, el padre de todos, el papa argentino y porteño, comprometiéndonos a hacer un pacto de concretar como Iglesia y sociedad su magisterio, y así definitivamente darnos un abrazo que necesitamos y vivir la tan anhelada fraternidad entre los argentinos”, finalizó emocionado.
Luego de la misa, algunas de las autoridades se entremezclaron junto a los fieles que parecían no querer abandonar la plaza entre cantos y la música de los bombos que comenzaron a sonar marcando un pulso constante, junto a imágenes y videos de Francisco trasmitidos en las pantallas gigantes dispuestas para una multitud de personas que llegaron para darle el último adiós al papa.
Un gran amor a Francisco y a su obra
Monseñor Oscar Ojea, expresidente de la Conferencia Episcopal Argentina, fue uno de los presentes en el homenaje al papa y dijo a La Mañana que tomaron la noticia del fallecimiento con mucho dolor, porque se fue un padre, un hermano, un amigo. “Yo fui su obispo auxiliar durante tres años, él fue mi obispo antes. Luego, lo pude frecuentar como papa. Fue una persona muy comprometida con el evangelio, con el magisterio social de la Iglesia. Nos deja una herencia que tenemos que hacer fructificar. Él nos va a dar mucha fuerza, pero tenemos que llevar adelante su magisterio”, aseguró.
Afirmó que en las calles se nota ungran amor a Francisco y su obra, debido a que se jugó por los más pobres, si ningún temor. “Era un hombre totalmente comprometido con lo que pensaba y con el evangelio, así que como dice monseñor Rossi, el arzobispo de Córdoba: ‘Francisco tomaba el evangelio en pelo, no con apero’, y pienso que es verdad”.
El obispo fue consultado acerca de los dichos sobre el fomento de una “Iglesia del pobrismo”, a lo que respondió que eso es desconocer lo que la Iglesia ha hecho y lo que hace por la promoción humana. “La acusación de pobrismo viene de gente que no entiende el trabajo de la Iglesia, piensa que le conviene dejar a los pobres siendo pobres y, en realidad, a esta gente le haría falta recorrer los lugares de promoción de la Iglesia”, sostuvo.
Indicó que se cuenta con centros de rehabilitación de adictos y se busca la promoción humana, su salida de allí; “no hay presencia del Estado en esto, hay muy poca, son las iglesias las que están presentes, así que es falsa esa acusación, y es de mala fe”, puntualizó monseñor Ojea.
Francisco: fue mucho más de lo esperado
El exministro de Relaciones Exteriores de Argentina Felipe Solá aseguró que cuando Bergoglio salió del Cónclave el 13 de marzo de 2013, él estaba en un café y la gente saltaba en la mesa. “Sentí que caminaba sobre algodón durante 20 días, no podía con la alegría”, expresó. Indicó que “después fue mucho más de lo que esperaba porque Francisco abrió la Iglesia; la Iglesia se moría, y por eso lo designaron. La bomba que puso al renunciar Ratzinger fue un acto de enorme valentía, fue decir ‘esta Iglesia se está muriendo y no la puedo arreglar, que venga otro’”, opinó.
Indicó que el papa no se quedó esperando que la gente viniera a la Iglesia, sino que la abrió y salió a buscar a las personas con el mensaje de que era un lugar de todos. “Así fue que provocó la gran transformación en el corazón de las personas, sean o no católicas. Francisco era también un gran teólogo, un gran intelectual, e igualmente supo traducir lo que él pensaba para que todos lo entendamos”.
Si bien el exministro está un tanto retirado del espacio político, es consejero del Partido Justicialista y manifestó que hace lo que esté a su alcance por la provincia de Buenos Aires. “Tengo esperanza de que en octubre se logren buenos resultados para tener mayoría de oposición en el Congreso y llevar ideas como las de Francisco, porque como él decía y hacía, para reconocerse a uno mismo hay que ir a la periferia”.
“La fuerza está en los pueblos más sufridos y postergados”
El padre Facundo Ribeiro es párroco hace dos meses en la villa 20 de Lugano, un barrio popular de la Capital Federal. Anteriormente se desempeñó en la villa 21 en Zabaleta durante seis años. Relató que conoció al papa Francisco ya que fue su obispo cuando joven en su parroquia; además, en el transcurso del trabajo en las villas, lo tuvo presente y cercano. “Me llevo ese recuerdo y me da el impulso para seguir trabajando”, aseguró a La Mañana.
Indicó que al recibir la noticia del fallecimiento se sorprendió debido a que siempre tuvieron la esperanza de que mejorara por su fuerza interior. El padre Facundo, al igual que muchos sacerdotes, vestía una estola especial: de un lado, la bandera papal y la imagen de Francisco con la leyenda “Una Iglesia pobre para los pobres”, y del otro la bandera argentina con la imagen de la Virgen de Lujan. Esta fue diseñada para el aniversario 17º aniversario de la Familia Grande Hogar de Cristo, federación que agrupa a centros barriales que tiene como finalidad dar respuesta a situaciones de vulnerabilidad social y adicciones, que se festeja con una gran peregrinación a Luján en el mes de marzo, y que en esta oportunidad tuvo al gesto distintivo de la estola “en memoria de Francisco”.
“En los pueblos más sufridos y postergados, ahí está la fuerza. Lo más rico de nuestros barrios es que compartimos la fe desde pueblos y países vecinos, con toda la simbología que hace rica a la Iglesia. Las villas para nosotros son donde elegimos vivir y donde queremos estar”, reflexionó.
“¡Todos, todos, todos!”
“En la Iglesia hay espacio para todos… ¡Todos, todos, todos!”, es una de las frases que más resonaron en la Plaza de Mayo, donde La Mañana pudo estar presente para vivir la despedida de un pueblo a su “pastor con olor a oveja” que trascendió las fronteras de su patria. Con diferentes formas de expresarse, entre pasacalles, banderas, remeras con frases, agitando pañuelos, banderas argentinas, bombos y canciones religiosas con nuevos ritmos musicales dieron cuenta que en la Iglesia hay lugar para todos.














