Uruguay es uno de los países más envejecidos de América Latina y ya convive con un fenómeno que marcará el rumbo de su desarrollo: la economía plateada. Lejos de ser solo un desafío para la seguridad social, este cambio demográfico abre oportunidades de innovación, empleo y crecimiento.
La expresión economía plateada hace referencia a todas las actividades económicas vinculadas al envejecimiento de la población. Engloba tanto los productos y servicios destinados a mejorar la calidad de vida de las personas mayores como su participación –como consumidores, trabajadores, emprendedores– en la economía.
No se trata únicamente del gasto en salud o pensiones, sino de un ecosistema que abarca turismo adaptado, telemedicina, tecnologías de asistencia, educación continua, seguros, vivienda, emprendimientos liderados por personas mayores y servicios financieros adaptados.
El Proyecto de Ley de Fomento de la Economía Plateada (2024) lo define como “una perspectiva económica y social centrada en las oportunidades asociadas al creciente consumo de las personas mayores y al aprovechamiento de su potencial en la economía” (Repartido Nº 1130). La iniciativa ha cobrado además un impulso político significativo, ya que existe un acuerdo transversal para priorizar su tratamiento en el Parlamento, lo que refleja que el tema se consolida en la agenda nacional.
Un fenómeno mundial que cambia la pirámide
El mundo está atravesando una revolución silenciosa. Nunca tantas personas habían alcanzado edades tan avanzadas ni vivido con tanta calidad de vida. Hoy, más del 10% de la población mundial supera los 65 años, y en regiones como Europa ese número asciende a uno de cada cuatro habitantes. Para 2050, las proyecciones señalan que una de cada seis personas en el planeta será mayor de 65 años.
Este giro demográfico no solo redefine las dinámicas sociales y familiares, sino que también abre un mercado de dimensiones colosales. La llamada economía plateada abarca el consumo, los servicios y la innovación destinados a las personas mayores. El Banco Interamericano de Desarrollo estima que entre 2015 y 2030, el 30% del crecimiento del consumo global provendrá de los mayores de 60 años.
No se trata de un nicho, sino de un motor económico en expansión: en Francia, por ejemplo, el sector pasó de generar € 94.000 millones en 2016 a € 130.000 millones en 2020, con 300.000 nuevos empleos asociados.
Uruguay: un país que envejece al ritmo de Europa
En América Latina, Uruguay es una excepción. Mientras muchos de sus vecinos aún mantienen estructuras demográficas jóvenes, aquí uno de cada cinco habitantes ya tiene más de 60 años, y para 2050 esa cifra escalará al 28,5 % de la población total. Se trata de un escenario similar al de países europeos, con todo lo que ello implica en materia económica, social y de políticas públicas.
La expectativa de vida se sitúa en 81,5 años para mujeres y 75,5 para hombres. Como consecuencia, el país enfrenta una presión creciente sobre su sistema previsional y sanitario. Según el informe elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), el gasto en salud ya ronda el 10% del PIB y el de pasividades otro 10%, configurando una carga difícil de sostener a mediano plazo.
Pero el mismo informe del CED plantea otra cara de la moneda: los mayores de 60 son el único grupo etario en crecimiento, y con ello se amplía un mercado de bienes y servicios que puede convertirse en un motor de desarrollo.
En números, el valor de la economía plateada en Uruguay se calcula enunos US$ 8850 millones anuales, equivalentes al 11,5% del PIB. Datos recientes muestran también que cerca de un tercio de la población del país tiene 50 años o más, y se proyecta que para 2043 ese grupo aumente considerablemente tanto en número como en consumo.
Seguridad social: entre la presión y la reforma
La principal tensión que genera el envejecimiento se refleja en el sistema de seguridad social. Menos trabajadores activos por cada jubilado implican menos aportes y más egresos. Uruguay ya tomó medidas con la Reforma de la Seguridad Social aprobada en 2023, que elevó la edad de retiro a 65 años, buscando asegurar la sostenibilidad del sistema.
Sin embargo, la presión fiscal no se resuelve solo con ajustes en la edad jubilatoria. Según el CED, el verdadero reto está en promover un envejecimiento activoque permita que las personas mayores sigan siendo productivas, reduzcan su dependencia del Estado y aporten valor a la sociedad.
También se observa en debates legislativos recientes que hay voluntad política de priorizar una ley que estructure el tema de la economía plateada, lo que podría acelerar reformas en ámbitos como empleo senior, crédito especializado y servicios adaptados para mayores.
Una ley para transformar el desafío en oportunidad
Consciente de este panorama, el Parlamento uruguayo recibió en 2024 el Proyecto de Ley de Promoción y Fomento de la Economía Plateada. La iniciativa fue presentada a mediados de ese año y, según adelantaron actores de distintos partidos, comenzará a tratarse en el Parlamento en las próximas semanas, con la expectativa de darle prioridad en la agenda legislativa.
El texto declara de interés nacional al sector e impulsa un Plan Nacional de Economía Plateada bajo la órbita de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE). También prevé:
- Apoyo a emprendimientos plateados, es decir, aquellos que producen bienes o servicios dirigidos a personas mayores.
- Estímulo al emprendimiento senior, liderado por personas de más de 55 años.
- Créditos especiales, programas de capacitación y beneficios fiscales.
- Medidas contra la discriminación por edad en empleo y en el acceso a financiamiento.
Más allá de los detalles técnicos, lo que marca un cambio es que ya existe un consenso político transversal sobre la necesidad de avanzar en este marco normativo, lo que refuerza la idea de que el país empieza a dar un paso institucional en la materia.
Un mercado de oportunidades
La economía plateada ya abre frentes de innovación y empleo en Uruguay:
- Turismo senior, con paquetes adaptados, temporadas bajas y servicios accesibles.
- Economía del cuidado, con mayor demanda de residencias, cuidadores profesionales, asistencia domiciliaria y teleasistencia.
- Tecnología y salud digital: dispositivos de apoyo, soluciones domóticas, seguimiento remoto, aplicaciones adaptadas.
- Emprendimientos senior, que ya empiezan a surgir con más frecuencia, aprovechando la experiencia y la red de contactos de los mayores.
Se espera que para 2043 el consumo de los mayores aumente sustancialmente, especialmente en vivienda (ya se anticipa que casi la mitad del gasto en vivienda lo concentrará este grupo) y en servicios médicos y asistenciales.
Desafíos que persisten
No obstante, el camino está lejos de ser libre de obstáculos:
- La brecha digital continúa excluyendo a muchos mayores del acceso a servicios básicos, empleo y consumo en plataformas digitales.
- El edadismo persiste: hay actitudes que limitan el reconocimiento del potencial económico de las personas mayores, tanto en publicidad como en políticas laborales.
- La carga fiscal vinculada al gasto en salud y pensiones ya ocupa buena parte del presupuesto, y crecerá si no se acompañan reformas estructurales.
- Las desigualdades de género se acentúan: mujeres mayores, con trayectorias laborales fragmentadas y jubilaciones más bajas, enfrentan mayores riesgos económicos en la vejez.
Un desafío ineludible
Uruguay se encuentra frente a un punto de inflexión: debe enfrentar un proceso de envejecimiento demográfico que, si bien es parte de una tendencia mundial, tiene un impacto especialmente fuerte en el país. No se trata de desear que la población siga envejeciendo, sino de reconocer que este cambio ya está en marcha y exige respuestas urgentes.
La clave será evitar que el envejecimiento se traduzca únicamente en presión sobre el sistema de salud y la seguridad social, y en cambio canalizarlo hacia políticas de envejecimiento activo, reducción de la brecha digital, impulso al emprendedurismo senior y fortalecimiento de la economía del cuidado. Solo así la economía plateada podrá transformarse en una oportunidad para generar empleo, innovación y bienestar, en lugar de consolidarse como una carga creciente para el Estado y la sociedad.