Luis Pérez Aquino es pianista, docente y gestor cultural formado en Italia, Polonia y Uruguay. Actualmente es director del Sodre. Especializado en música clásica, ha desarrollado una intensa actividad como concertista en el Uruguay y en el exterior. Fue director del Conservatorio Departamental de Música de la Intendencia de Canelones desde su fundación. También fue director de la Dirección de Cultura Artística de la Intendencia de Canelones. Integró durante dos períodos el Fondo Nacional de Música (Fonam), electo por unanimidad de todos sus miembros.
¿Cómo se dio tu designación como nuevo director del Sodre? ¿En algún momento te habían consultado o habías avizorado que podías ocupar este cargo? ¿Cuáles fueron, para ti, las capacidades o experiencia que pueden haber definido tu elección, tu conocimiento directo anterior en el Sodre, tus conocimientos de gestión, tu experiencia docente?
Mi designación, si bien no fue una sorpresa, tampoco era algo esperado. Había habido conversaciones informales con personas del ámbito político y cultural. Vengo de muchos años de trabajo en Canelones, donde dirigí el Conservatorio de Música y la Dirección de Cultura Artística. Esas funciones me dieron una comprensión muy concreta de cómo se gestiona el arte, no desde la teoría, sino desde la práctica diaria.
También integré el Fonam durante dos períodos de seis años cada uno, y esa experiencia me acercó a las políticas culturales nacionales, al diálogo con artistas, técnicos y gestores de todo el país. Todo eso, sumado a mi labor docente y a mi carrera como pianista, me fue preparando sin que yo lo supiera para un desafío como este.
Alguna gente ve con buenos ojos que la dirección del Sodre esté a cargo de un músico. ¿Hubo algún otro director músico? ¿Qué opinas al respecto? ¿Qué comentarios te han llegado? ¿Quiénes te acompañan? ¿Qué apoyos para tu gestión tienes?
Que un músico esté al frente del Sodre es positivo porque entiende las necesidades artísticas desde adentro. No siempre ha sido así, pero creo que enriquece. Me acompañan la vicepresidenta Alejandra Moreira, que es una destacada violinista, la consejera Natalia Schiavone, que viene de Bellas Artes, la secretaría ejecutiva y equipos técnicos y administrativos. La gestión no se sostiene en una sola persona, sino en un trabajo conjunto con los elencos y los funcionarios.
Vives en Atlántida, vas y vienes diariamente y dedicas muchas horas diarias a esto. ¿Tienes un organigrama, delegas tareas en base a un plan? ¿Tienes un plan de trabajo? ¿De funcionamiento? ¿Metas, objetivos?
Sí, vivo en Atlántida y viajo cada día a Montevideo. Paso muchas horas en el Sodre, entre reuniones y planificación. Trabajo con un organigrama definido y delego responsabilidades en las distintas áreas. Tenemos un plan de trabajo con ejes claros: consolidar la programación artística, fortalecer la educación y las escuelas, impulsar la descentralización y mejorar la gestión administrativa y financiera. Los objetivos están trazados, aunque debemos ajustarlos según los recursos disponibles y los lineamientos del Ministerio de Educación y Cultura.
Hace poco vimos escolares disfrutando del Lago de los cisnes por el programa “En primera fila escuelas rurales”. Ese programa ya tiene su historia. ¿Hay otros que quieras mantener o mejorar? ¿Qué nuevas propuestas tienes pensado implementar? ¿Qué otras deberás dejar sin efecto o reprogramar, en especial redistribuyendo los recursos otorgados por la nueva ley de presupuesto?
El programa “En primera fila” es una joya que, como consejo directivo, queremos mantener y potenciar haciéndolo más veces en el año. Que más niños y niñas de escuelas rurales puedan disfrutar de los elencos estables del Sodre en el Auditorio Nacional es una experiencia inolvidable.
Hay otros programas igualmente interesantes como “Infancias al teatro”, “Danza para todos los cuerpos”, entre otros, que contribuyen a la democratización de la cultura.
¿Tienes buen relacionamiento y apoyo de otras instituciones públicas, privadas (sponsors), del tercer sector (ONG o sociedades de amigos)? ¿A nivel departamental, nacional, internacional? ¿Hay un flujo de espectáculos hacia y desde el exterior?
Sí, estamos trabajando en consolidar alianzas con ANEP, intendencias, universidades, ONG y sponsors privados. El Sodre debe ser un nodo de articulación. Queremos reforzar los intercambios internacionales, pero también potenciar la circulación nacional: que los espectáculos salgan del Auditorio hacia todo el país y que podamos recibir compañías y artistas de afuera.
Hablemos de los elencos estables y de las salas. ¿Además de tener la mayor sala (1885 butacas en la Sala Fabini) el Sodre tiene escuelas y archivo?
Sí. Contamos con el Ballet Nacional, la Orquesta Sinfónica Nacional, el Conjunto Nacional de Música de Cámara, el Coro Nacional, las Orquestas Juvenil e Infantil y el Coro Juvenil e Infantil. A esto se suman las Escuelas de Formación Artística (Av. Uruguay 878), el Archivo Nacional de la Imagen y la Palabra (Sarandí y Misiones) y nuestros Auditorios: Adela Reta (Andes y Mercedes), Nelly Goitiño (Av. 18 de Julio 930) y Vaz Ferreira (Av. 18 de Julio 1789). Cada elenco y cada espacio es un orgullo, y la tarea es coordinarlos de manera eficiente para que la producción artística sea diversa y de calidad.
Obviamente, el SODRE tiene una historia y un prestigio muy arraigado y llegar ahí es la meta para muchos estudiantes y profesionales de todo el país dedicados al arte y a la cultura en muchas disciplinas. ¿Podrías explicarnos tu proyecto de descentralización? ¿Algún otro eje que tengas como prioritario?
La descentralización es prioritaria. Desde el consejo directivo pensamos que el Sodre no puede ser solo un punto de referencia en Montevideo. Queremos presencia sostenida en el interior, con giras, convenios con centros culturales departamentales y actividades de formación. Además, los otros ejes son: fortalecer las escuelas, consolidar la excelencia artística de los elencos y garantizar sostenibilidad financiera.
Ahora hablemos de ti. ¿Cómo fueron tus primeros estudios? ¿Quiénes fueron tus referentes? ¿Cómo pasaste a estudiar en Italia y Polonia? ¿Siempre fue el piano? ¿Y la gestión?
Soy de Tala. Mis primeros maestros fueron Santiago Baranda Reyes y Raquel Boldorini. Luego pude estudiar en Brasil, Argentina, Polonia e Italia, lo cual me abrió mucho la mirada. El piano siempre fue mi pasión, pero la gestión apareció de la mano de la docencia y de la responsabilidad de dirigir instituciones culturales. Ahí entendí que podía aportar también desde ese rol.
¿Tu lugar de residencia tiene que ver con el piano? ¿Practicas a diario? ¿Qué pianos tienes? ¿Qué pasó con el Steinway del Sodre y el incendio? ¿Cuál método usaste?
Si bien estudio menos tiempo que antes por la carga de la gestión, trato de hacerlo sistemáticamente. En mi casa tengo tres pianos: un Steinway, un Yamaha y un Baldwin. El Steinway al que tú te refieres, seguramente es el piano que fue rescatado del incendio del Sodre en 1971, es un emblema y fue restaurado, simbolizando la resiliencia del Instituto. En relación con mi método de estudio, combina práctica diaria, estudio y atención consciente, y mucha escucha musical.
¿Ejerciste la docencia? ¿Cómo eras como docente? ¿Qué buscabas en tus estudiantes? ¿Volverías a dar clases? ¿Cuáles son tus estilos o épocas y autores favoritos?
Sí, soy docente y es una de las experiencias que más valoro. Como profesor busco que cada alumno encuentre su propio camino, con disciplina y sensibilidad. En cuanto a estilos, si bien me siento muy cercano al romanticismo y al repertorio latinoamericano, me comprometo con la obra que estoy trabajando en el momento. También es de vital importancia para mí la música de cámara y el abordaje de la música contemporánea.
¿Estás dispuesto a relegar tu carrera como pianista mientras tengas la Dirección del Sodre? ¿Sientes que tu relacionamiento con quienes has interactuado antes es el mismo o ha cambiado? ¿Qué capacidades, más allá de las académicas y profesionales, sientes que debes tener a mano para sobrellevar los desafíos de esta nueva etapa en tu vida?
No, asumir esta responsabilidad no implica relegar mi carrera como pianista. Obviamente, las relaciones cambian: algunos me ven ahora en un rol institucional más que artístico, y está bien, lo entiendo. Las capacidades que necesito son escucha, negociación, serenidad, paciencia, visión estratégica y, por sobre todo, disfrutar del lugar que ocupo. La gestión me exige tanto como el escenario, pero en otro registro.
¿Los premios, becas, reconocimientos, homenajes son importantes? ¿Qué te gustaría dejar en el Sodre como impronta personal?
Los premios y becas son importantes como estímulos en la carrera, pero no definen a la persona. Mi verdadera impronta quiero que sea institucional: un Sodre sólido, cercano a la educación, descentralizado y con programación de excelencia. Si logro que las nuevas generaciones sientan que el Sodre les pertenece, habré cumplido mi misión.
Recuadro:
Luis Pérez Aquino estudió piano con Santiago Baranda Reyes y Raquel Boldorini en Uruguay. Entre los años 1981 y 1986 fue ganador de la primera categoría de Juventudes Musicales del Uruguay y por tres años consecutivos de la beca de estudios de la Asociación de Estudiantes de Música.
En 1983 ganó el primer premio en el concurso de piano Hugo Balzo y fue becado por la Universidad de Música de Brasilia para participar en el IX curso internacional de verano de dicha ciudad, donde estudió con el pianista austríaco Markaerd Glantschnig y estudió clave con el maestro brasileño Felipe Silvestre.
En 1987 fue becado por la Funarte Brasil para participar del curso de verano del Teresópolis, Río de Janeiro.
En 1988 fue becado por el Festival y Academia Internacional de Música de San Pablo (Brasil), donde asistió a clases magistrales y dio recitales. Ganó el primer premio del Concurso Nacional de Piano Federico Chopin, obteniendo una beca por el gobierno de Polonia que le permitió estudiar en la Academia de Música de Katowice en Polonia, donde trabajó durante dos años con el profesor J. Stompel y de donde egresa con honores.
En 1991 fue considerado por la crítica especializada como la revelación musical del año.
En 1993 fue ganador del primer premio del concurso Cluzeau-Mortet de música de cámara.
Entre 1995 y 1998 obtuvo de la Arts Academy di Roma junto con el Instituto Italo Latinoamericano de Roma, la Comisión Génova 92 del Uruguay, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia y del Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay una beca de estudio para frecuentar el Corso Triennale di Alto Perfezionamiento de la Arts Academy de Roma, Italia, bajo la guía del maestro Fausto di Cesare, de donde egresó con las más altas calificaciones.
Asistió a cursos con prestigiosos maestros como C. Cebro, E. Graf, Gencarelli, B. Canino, O. Yablonskaya, M. Campanella, D. de Luca, entre otros.
En 1998 proyectó y desarrolló el Conservatorio Departamental de Música del Gobierno de Canelones (IMC).
Entre 2003 y 2009 integró la comisión administradora del Fonam.
En 2009 ganó el Premio Morosoli por su trayectoria musical.
En 2010 recibió el premio Virgen del Pintado como reconocimiento a su actividad artística.




















































