La cosecha de arroz avanza con buenos niveles de rendimiento y calidad. Los rendimientos del año pasado dejaron récords históricos para un sector que, sequía mediante, se propone lograr muy buenos rendimientos y precios frente a una cosecha que acaba de comenzar y en un país que busca diferenciarse a través de la sostenibilidad y la diversificación de mercados.
En Pueblo del Barro, interior profundo de Uruguay, quedó inaugurada el pasado 7 de marzo la cosecha del arroz. El evento contó con la presencia del presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y la asistencia de más de mil personas, lo que da un panorama de la importancia de este sector para el motor económico del país.
Además, la semana pasada la Asociación de Cultivadores de Arroz y la industria cerraron el precio definitivo para la bolsa de cincuenta kilos de la zafra pasada en 14,835 dólares, una de las más altas de los últimos años. Frente a estos hechos, La Mañana dialogó con Diego Nicola, gerente general de Saman, quien expresó que si bien resta esperar qué sucederá a nivel mundial –sobre todo con India y Estados Unidos–, “el mercado está con buenos niveles de precios y es cuestión de continuar expandiendo los mercados y de aprovechar las oportunidades que se vayan generando”.
En este sentido, Nicola evaluó con ojos positivos la cosecha y mencionó que si bien es probable que los rendimientos no sean los mismos que los del año pasado –cuando el promedio se ubicó en 9.336 kilogramos por hectárea de arroz seco y limpio, logrando uno de los récords históricos del sector–, en términos generales lo recogido hasta el momento “viene bien, tanto en rendimiento como en calidad”.
Si bien el área sembrada podría haber sido mayor, los niveles de agua fueron insuficientes para toda la intención de siembra. “Tuvimos el hecho de que en el este del país algunas represas contaron con niveles de disponibilidad de agua históricamente muy bajas, producto de la sequía”, explicó. A pesar de esta situación atípica, el resultado fue exitoso, dijo. “La verdad es que estamos muy conformes”.
La sostenibilidad como diferencial
En términos generales, Nicola resaltó que la cadena arrocera goza de una integración única en el mundo. “Se trabaja alineados entre los productores, la industria y la investigación, apuntando a aumentar la productividad tanto a nivel de campo, como de la fase industrial, sin descuidar que somos un competidor de alta calidad y no de bajo costo”, expuso. La productividad de por sí sola no es suficiente, sino que además tiene que venir asociada a un producto de calidad con los atributos para cada mercado que vendemos. El desafío es, entonces, producir cada vez más y eficientemente, manteniendo la calidad y compitiendo a través de la diferenciación el manejo de las diferentes variedades y la producción sustentable.
Respecto a este último punto, Nicola compartió la experiencia de Saman: “Para nosotros es sumamente importante. A nivel empresa, estamos trabajando en la sostenibilidad en lo corporativo, la producción y el mercado, que exige cada vez más este punto”. Agregó que la compañía avanza actualmente en una plataforma internacional para certificar el tipo de producción de arroz que es cada vez más valorada, sobre todo en Europa. “Uruguay está trabajando muy bien. Por nuestra parte estamos auditando formalmente lo que ya veníamos haciendo para expandir las certificaciones”, mencionó.
El peso en el Uruguay rural
De acuerdo con datos de la Asociación de Cultivadores de Arroz, la actividad arrocera genera en el país más de treinta mil puestos de trabajo directos e indirectos, dentro de los cuales se ubica la generación de empleo en pequeños pueblos rurales. Este factor, mencionó el gerente general de Saman, es de particular importancia para Saman. “Cuando uno mira las plantas donde Saman opera en la cadena arrocera, se encuentra con plantas en localidades pequeñas que pasan a ser parte fundamental de la economía regional o local. Nosotros entendemos la importancia que tiene esto y la cantidad de trabajo que genera”, resaltó.
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