El director de Servicios Agrícolas del MGAP, Agustín Giudice, señaló que existe una activa coordinación entre distintos organismos del Estado, con el apoyo de la academia y la ciencia, para abordar la problemática de esta plaga que se instaló en el país en abril del 2022. Uno de los objetivos es evitar que el picudo rojo avance hacia el norte y este del país, donde se ubican los palmares nativos de Uruguay. En segundo lugar, atender aquellas palmeras que por su ubicación tengan riesgo para la población y, en tercer lugar, dentro de la zona con presencia de la plaga desarrollar acciones coordinadas con un sentido territorial.
¿Cuál es la situación actual del picudo rojo en Uruguay?
En términos generales, la plaga ha avanzado territorialmente. Actualmente afecta a los departamentos de Canelones, Montevideo, parte de Maldonado, San José, Colonia, Florida y parte de Lavalleja. Estamos trabajando para determinar con mayor precisión su presencia y distribución, utilizando diversas herramientas informáticas.
¿Se puede estimar el porcentaje de palmeras afectadas en esas zonas?
Para comprender el alcance y capacidad de daño, es clave entender el comportamiento del picudo rojo, su biología, dinámica poblacional y cuáles son sus hospederos. Se trata de una plaga cuarentenaria con una distribución mundial, provocando daños económicos relevantes en palmeras productivas (dátiles, coco etc.). Ingresó al país de forma ilegal o sorteando los controles nacionales y desde entonces su diseminación afecta palmeras que si bien no son productivas pertenecen a nuestro paisaje, afectan la diversidad y genera un desequilibrio ecosistémico. La normativa prohíbe el ingreso de todo material vegetal sino cumple con los protocolos de las medidas sanitarias impuesta por el MGAP.
Desde su llegada, ha generado un desequilibrio, afectando especialmente a las palmeras de la familia Arecaceae y dentro de esta la más sensible la especie phoemix canariensis introducidas por los inmigrantes. Las larvas se desarrollan dentro de la palmera alimentándose de las partes en activo crecimiento hasta generar la muerte del palmar. Cumple su ciclo pasando por distintos estados larvarios de desarrollo que finalizan con la liberación de los adultos y comienza un nuevo ciclo donde nuevos hospederos son infestados.
Actualmente, el trabajo se enfoca en delimitar geográficamente la presencia del insecto como estrategia previa para establecer cordones sanitarios que eviten su propagación. En paralelo, se trabaja en zonas ya afectadas para mitigar el daño. La efectividad de las medidas adoptadas ha variado según el accionar de cada departamento; algunas intendencias implementaron planes de contingencia con el asesoramiento de expertos de la FAO.
¿Qué tratamientos se aplicarán sobre las palmeras que pueden salvarse?
Se está construyendo un plan nacional con participación del Ministerio de Ambiente, MGAP (a través de la Dirección General de Servicios Agrícolas y Dirección Forestal), OPP, Sinae. Las reuniones son frecuentes y buscan articular acciones que hasta ahora fueron ejecutadas de forma aislada. El enfoque se basa en un manejo integrado de plagas, que considera el contexto específico de cada zona y cada ejemplar. No se trata de optar por un único tratamiento, sino de combinar diversas herramientas según el diagnóstico. Una comisión técnica interdisciplinaria –integrada por especialistas de las facultades de Agronomía, Ciencias y Química, entre otras– colabora para definir las medidas más eficaces y sustentables en función de los objetivos perseguidos y que ya comentamos.
¿Se está considerando el costo de las medidas?
Sin duda. Los costos están siendo evaluados cuidadosamente. Cuando se detectó la plaga en 2022, quizás no se dimensionaron sus posibles consecuencias o bien otras urgencias fueron priorizadas. Se están abordando distintas estrategias y algunas intendencias como Montevideo, Florida y Maldonado ya cuentan con cálculos económicos y planes sistemáticos para combatir la plaga.
¿Es posible erradicar al picudo rojo con este plan?
Esa es una pregunta clave. ¿Es posible erradicarlo? Potencialmente sí, pero hoy el objetivo de corto plazo es controlar la plaga, con miras a una posible erradicación futura. A corto plazo, contamos con la ventaja del invierno, ya que las bajas temperaturas ralentizan el ciclo biológico del insecto. Actualmente, muchas intendencias están erradicando palmeras en espacios públicos para reducir la población del picudo antes de que llegue la primavera y verano; cuando se incrementan los vuelos de adultos y tenemos nuevas infestaciones y propagación. Paralelamente, se busca aplicar tratamientos preventivos como la endoterapia en palmeras sanas, para evitar nuevas infecciones.
La estrategia debe ser integral y coordinada. Las herramientas están disponibles, con diferentes niveles de eficacia, y lo importante es combinarlas inteligentemente para lograr el mejor resultado posible.
Tratamientos y controles
Uno de los tratamientos que se están utilizando para recuperar las palmeras afectadas siempre que no estén en estado avanzado e inclusive como preventivo es la endoterapia. Consiste en provocar en el tronco una incisión de 45º a la altura de un metro del suelo donde se le aplica un insecticida mezclado con agua. La mejor manera de desarrollar esta tarea es con un taladro cuya mecha debe tener 45 cm de largo y 8 mm de espesor. Es aconsejable desarrollar este tratamiento cada seis meses señaló el director departamental del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca en Florida Daniel Berti.
En ese departamento del centro-sur del país las autoridades establecieron un cinturón de contención en las localidades de Mendoza en el acceso sur sobre la ruta 5 y de Cardal, también en la zona sur, pero sobre la ruta 77. En coordinación con las autoridades nacionales durante la administración anterior y luego que se detectaran las primeras palmeras afectadas se comenzaron a cortar y a enterrar a dos metros de profundidad. La tarea se vio interrumpida cuando se declaró la emergencia de la caminería tras las lluvias torrenciales que se desataron en el país. Pero también incidieron la construcción del Ferrocarril Central, de la doble vía de la ruta 5 y las reparaciones de la ruta 77 donde el trasiego de camiones era importante y muchos de ellos transportaban restos de palmeras que levantaban de la limpieza de esas zonas “y así fue como el Picudo se nos desparramó”, señaló el jerarca.
En Florida existen dos zonas bastante comprometidas; todo el eje de la ruta 5 salvo desde Sarandí Grande hasta Goñi, donde los vecinos trabajan en forma coordinada con las autoridades, y el acceso este que comprende desde San Ramón en Canelones hasta las localidades floridenses de Fray Marcos y Casupá, esta última también con algunas intervenciones importantes para minimizar el impacto sobre la población de palmeras del lugar.
En Florida la llegada del picudo rojo cambió considerablemente el paisaje urbanístico de la ciudad. De las altas palmeras que daban un tono singular a plazas y parque, ahora solo quedan los troncos, tan altos como siempre o cortados a baja altura. Uno de los casos paradigmáticos es el de la plaza Asamblea, frente a la Catedral Basílica Virgen de los Treinta y Tres y al espacio donde hace casi 200 años se declaró la Independencia nacional. Hoy la ausencia de esas palmeras provoca en el transeúnte el vacío de un patrimonio que ya no está.
Mientras tanto, las autoridades desarrollan una serie de estrategias destinadas a salvar esta especie, pero también a proteger a la población de caídas de hojas en lugares comunes como la Plaza Gallinal en Sarandí Grande. Allí las autoridades locales decidieron colocar cintas alrededor de las palmeras para que los asistentes a este sitio tengan en cuenta los peligros que implica pasar por debajo de los árboles infectados.