El director ejecutivo del Observatorio Latinoamericano de Regulación, Medios y Convergencia, Gustavo Gómez, dialogó con La Mañana sobre la actual situación de los medios de comunicación, en especial la radio, frente al reciente ingreso de nuevos grupos transnacionales. Señala que se trata de “muy pocas manos con mucho dinero que no solo van a concentrar medios, sino que tienen un próximo paso: las telecomunicaciones”.
¿Cómo observa los cambios que en materia de propiedad de radios se ha dado en los últimos meses?
Estamos en un escenario de dificultad para sostener los medios en general y las radios no son la excepción. De hecho, es uno de los sectores que más ha sufrido la disminución de los ingresos por publicidad, en desmedro de otros soportes. Frente a esta situación hay distintas reacciones empresariales. Algunas incluso pensando en cerrar, otras precarizando su personal o poniendo a la venta la emisora. Pero también hay que decir que, frente a esta realidad de muchas emisoras en todo el país, hay grupos económicos o empresarios que ven una oportunidad de ampliar la cantidad de medios que ya tienen o meterse en el mundo de los medios de comunicación como un complemento a otras actividades económicas.
Hay quienes venden por una situación insostenible y hay otros que compran lo que sería un negocio sin rentabilidad. ¿A qué se debe esto?
Está claro que hay como una contradicción. Yo creo que puede haber dos explicaciones. Una, que este negocio con dificultades adquiere otra posibilidad cuando se lo encara desde un multimedia. Un grupo de radios con capacidad de acceder a nichos de audiencia genera más capacidad para sostener los problemas de ingresos, por un tema de escala y de complementariedad. Se hace más atractivo para obtener los menores recursos existentes en materia publicidad respecto a otros medios. Entonces el escenario, aunque parezca contradictorio, también genera que algunos actores concentren más medios, para tener justamente más posibilidades de sobrevivir o hacer dinero. La otra explicación es que hay empresarios que no necesariamente son del negocio de la comunicación ni están pensando estrictamente en obtener ganancias, sino que esos medios forman parte de estrategias empresariales más amplias. En el caso del grupo económico detrás de El Observador, que tiene un diario, comprar una radio [M24], le significa complementar otro tipo de presencia empresarial en el país. Esto aun cuando tenga pérdidas con la radio, ya que tiene espalda financiera. Le sirve en función de una presencia más importante en el mercado uruguayo. Por lo tanto, puede haber extranjeros a los que les interese invertir a pesar del mal momento de los medios.
¿Qué grupos económicos dominan el panorama radial?
Básicamente, en este momento hay tres grandes grupos mediáticos que tienen asiento en Montevideo y el área metropolitana. El más antiguo es el Grupo Sarandí o Grupo Mont Soleil. Tienen esta radio emblemática, Sarandí, con una decena de radios más en todo el país. Está también el Grupo Magnolio, cuya emisora cabecera es Del Sol, a lo cual se suma El Espectador Deportes, y unas cinco o seis radios más y el semanario Búsqueda. Después se encuentra el Grupo Zorrilla, vinculado a Carve, Carve Deportiva, Monte Carlo, Radio Cero, que ahora incorpora la gestión de Radio Oriental, lo que suma unas cinco emisoras. Estos tres grupos han logrado una acumulación muy importante, no solo de cantidad de emisoras, sino también de capacidad de incidencia en la audiencia.
La Ley de Medios, con las modificaciones del anterior gobierno y las que hizo el actual, ¿limita esa concentración?
La respuesta a esa pregunta es que la Ley de Medios del gobierno anterior estuvo hecha para legalizar esta concentración indebida. Es una ley con nombre y apellido la que se aprobó en el período pasado. Si nos fijamos en la acumulación de los grupos que mencioné, estamos hablando de cinco o seis radios por cada uno (salvo Sarandí) y eso es el máximo que ahora permite la Ley de Medios.
Y en el caso de Clarín, con su empresa de TV paga (Cablevisión) era ilegal con la ley anterior, ya que no se permitía más de tres licencias en todo el país. Pero tenía ocho. ¿Y cuál fue el cambio que se hizo con esa ley? Es que ahora se permite hasta ocho. O sea, que los topes sean de cinco o seis licencias en radio y televisión, y que en TV paga sea de ocho no es ninguna casualidad. Las modificaciones a la Ley de Medios fueron para blanquear la concentración indebida e ilegal que había en este país.
¿Cuál puede ser la importancia que tengan estos grupos económicos en ampliarse en el interior, donde las radios pasan por una situación crítica?
Estos grupos por sí mismo no tienen tantos medios en propiedad en el interior, salvo Maldonado, por Punta del Este, que puede ser una plaza importante. En el caso de concretarse la venta de M24 al grupo de El Observador, también logran frecuencias en Colonia y Maldonado. Pero en general estos grupos radiales se concentran en el área metropolitana. En materia de la propiedad de radios no van más allá de Las Piedras o La Paz.
Pero tienen programación importante, que la venden o la alquilan para que radios del interior la retransmitan y ahí logran un mayor impacto, por ejemplo, con los programas que se emiten por las FM. En AM son radios potentes las que tiene estos tres grupos y les permite una cobertura casi nacional. Mientras tanto, los medios del interior tienen grandes dificultades de sostenerse y están en grandes problemas cuando se trata de emisoras pequeñas, que no siempre están en las capitales departamentales.
Las frecuencias son del Estado. ¿Cuál es su opinión de que se pueden vender y no que cuando un medio no puede sostenerse las deba devolver al Estado para que el gobierno las licite?
Creo que eso debería ser así, que cuando no se puede sostener una radio se devuelva la frecuencia al Estado. Pero la legislación permite la venta, la transferencia e incluso la herencia de esas concesiones. En general, la gente adjudicataria trata de obtener algún recurso, antes de dejarla. Son muy pocas las personas o las empresas que dejan voluntariamente una concesión para devolverla al Estado para que este la vuelva a poner en licitación. La mayoría espera una oportunidad y mientras tanto mantienen radios que muchas veces son simplemente computadoras pasando música. Están a la espera de una posible venta.
Actualmente, se ha vuelto al sistema de consulta pública frente a la venta de un medio, lo que se va a aplicar para M24. ¿Qué opina de este proceso?
Creo que es muy bueno que se retome esa práctica, porque le da transparencia al accionar del Estado, que sigue teniendo la potestad de otorgar o no el uso de un espectro que es de todos nosotros. Con el Estado como administrador del espectro –y siendo tan importante esto como negocio y también como soporte para el ejercicio de la libertad de expresión–, está muy bien que existan prácticas de transparencia respecto al uso y a la eventual venta de una emisora. También me parece muy bien que la Ursec [Unidad Reguladora de Servicio de Comunicaciones] ponga información de acceso público respecto a quién vende, quién compra y abra un espacio para poder opinar a favor o en contra. En una consulta pública de este tipo puede haber hasta apoyo a los futuros propietarios, ya que se puede considerar que el comprador va a invertir más y son gente con trayectoria que le va a hacer muy bien a la radio de una localidad, porque va a aportar nuevos contenidos. Permite la participación, pero hay que aclarar que no es una especie de asamblea donde lo que salga de ahí tiene que ser aceptado por la Ursec, que eleva un informe al Poder Ejecutivo y este es quien toma la decisión.
El proceso de transparencia es algo a destacar. Necesitamos conocer quiénes son los dueños de los medios y si los venden, ya que no devuelven las frecuencias, por lo menos podemos saber quién compra.
Usted tiene contacto con lo que ocurre en materia de comunicación en la región. ¿Cuál es el panorama para los medios radiales?
Básicamente, son los mismos problemas que en Uruguay. Muchas radios, la publicidad se va y se hace muy difícil mantenerlas. Hay también un nivel de concentración muy grande, con frecuencias entregadas con fines políticos, como pasó acá durante muchos años.
Y los grupos económicos que se mueven en la región, ¿son los mismos o hay diferentes actores?
Algunos grupos que están en el mercado uruguayo o que van a entrar, poseen medios en otros países. Los propietarios de El Observador y que ahora compran M24, tienen en Argentina una estrategia de medios, inclusive con bases en España, y periodistas vinculados a su línea editorial.
En el caso del grupo Sarandí, hay un empresario mexicano, Ángel González, que es el dueño de Albavisión, un conglomerado que tiene medios, principalmente canales de TV, en toda la región. Está en Chile, Argentina, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Colombia y Centroamérica. Otros actores importantes son Clarín o Directv, que si bien no creo que entren en la radio uruguaya son capitales extranjeros con estrategias regionales de medios. En Uruguay Directv está con entretenimiento y fútbol y Clarín (Cablevisión) con una oferta muy importante en el norte del río Negro y también en Montevideo.
¿Cómo ve el panorama futuro de los medios en Uruguay, viendo la penetración de capitales extranjeros? ¿Se puede dar una concentración mayor?
Si no hay políticas de Estado que lo impidan, el proceso es irreversible y creo que se va hacia una mayor concentración. Son muy pocas manos con mucho dinero que no solo van a concentrar medios, sino que tienen un próximo paso, las telecomunicaciones. Es una concentración, ya no solo dentro de un mercado como la radio o la TV, sino de varios mercados comunicacionales.
Esa es la tendencia en la región y nosotros estamos entrando en esa tendencia. Esto no es bueno para la democracia y el ejercicio de derechos fundamentales. Respecto a Internet, hay todavía mucho espacio para la prensa, la radio o la televisión. Yo soy de los que piensa que todavía está lejos la muerte de los medios tradicionales. Creo que hay espacio durante mucho tiempo más, para que esos medios sigan cumpliendo un papel como informadores y entretenimiento en los países de América Latina, incluso en Uruguay, donde el nivel de conectividad a Internet es tan amplio. Veo en el futuro los medios de comunicación con un rol y un peso distinto del que tenían históricamente, pero van a seguir existiendo y van a seguir siendo muy útiles.




















































