Médico y sexólogo de profesión, Jorge Patpatian ha sido un férreo opositor a la ley de eutanasia recientemente aprobada en Uruguay. En conversación con La Mañana, el especialista sostuvo que esta norma contradice la ética profesional y amenaza los esfuerzos de prevención del suicidio en un país que tiene graves carencias en materia de salud mental. “No estudiamos medicina para esto y no hemos reclamado este supuesto derecho”, aseveró.
“Sin garantías de acceso a salud mental, la eutanasia afectará las políticas de prevención del suicidio”, aseveró a La Mañana Alejandra Sosa, médica oncóloga y especialista en cuidados paliativos. ¿Qué opinión le merece esa afirmación?
Concuerdo con la colega. Las políticas de prevención del suicidio las estamos negando con la aprobación de leyes que promueven la muerte por la propia voluntad, como la ley de eutanasia. Aun ante cuadros que aparentemente podrían ser irreversibles, la voluntad de muchos pacientes podría cambiar si veláramos por su salud mental. Promover la salud mental es prioridad en la salud pública del Uruguay. Las cifras y las carencias en la asistencia son contundentes. Pero estas políticas que se pretenden promover se disipan cuando con el codo borramos lo que estamos tratando de escribir con esta ley hoy aprobada.
Usted ha sido muy crítico de esta ley. ¿Qué razones lo han llevado a tomar esta posición?
En Uruguay, desde el punto de vista médico, la eutanasia es contraria a la ética de la profesión. La medicina tradicionalmente siempre lo entendió así. El Código de Ética Médica aprobado en el año 2012 por más del 80% del colectivo médico en un plebiscito nacional, lo ha ratificado. El 25 de setiembre de 2014, el Poder Ejecutivo promulgó la Ley 19.286, convirtiendo este código en ley. El Código de Ética Médica expresa claramente en su artículo 46 que “la eutanasia activa entendida como la acción u omisión que acelera o causa la muerte de un paciente, es contraria a la ética de la profesión”. Y en su artículo 48 expresa que “es obligación del médico continuar con la asistencia del paciente con la misma responsabilidad y dedicación, siendo el objetivo de su acción médica, aliviar el sufrimiento físico y moral del paciente, ayudándolo a morir dignamente acorde con sus propios valores…”. La eutanasia no es un acto médico y jamás la profesión médica debe prestarse para destruir la vida humana, porque no es una tarea médica provocar la muerte de un paciente. La tarea médica es promocionar la salud, prevenir las enfermedades, tratarlas y curarlas cuando es posible y siempre aliviar y mitigar el dolor y el sufrimiento. Aprobar la ley de eutanasia es atropellar y violar la voluntad de más de 8000 médicos uruguayos que en el año 2012 expresaron su oposición a la misma como un acto de su profesión. Los médicos no hemos perdido el sueño porque no hemos tenido una ley que nos habilite el derecho de matar a nuestros pacientes. No estudiamos medicina para esto y no hemos reclamado este supuesto derecho.
¿Cuáles cree que serán los efectos de esta normativa sobre la sociedad uruguaya?
Lamentablemente, damos a las personas un derecho a morir y estamos generando al mismo tiempo el deber para el médico de matarlos. Este no es un oficio médico. La sociedad uruguaya no puede promover la muerte. Ya lo está haciendo con el aborto. Hoy se elimina a una persona del vientre de su madre por cada tres nacidos vivos y ahora le añadimos la licitud de matar también al final de la vida. Con estas leyes y cultura de la muerte, la dignidad del ser humano no tiene valor, en tanto y cuanto no produzca ni sea eficiente y cause molestias a otros. Como señaló el presidente Dr. Tabaré Vázquez en su momento, la grandeza de una nación se demuestra por el cuidado que se les brinda a los más débiles y vulnerables de la sociedad.
¿Haber aprobado esta ley en un país que tiene una alta tasa de suicidios y que carece de un adecuado acceso a salud mental puede complejizar aún más la situación en esta área?
Sin dudas. Estamos experimentando en Uruguay un aumento de intentos de suicidio y autoeliminación con cifras alarmantes. Muchos intentan buscar en la muerte la solución a sus dificultades existenciales. Si a esto le agregamos la facilidad legal y médica para estimular el suicidio asistido, incluiremos a muchísimas personas que, en realidad, no tienen una situación irreversible, cuya calidad de vida podría mejorar con un sistema sanitario donde se privilegie la asistencia y la promoción de la salud mental.
¿Qué opina de que la ley no exija una evaluación de salud mental previa a solicitar la eutanasia, cuando sí se exige ante cualquier intento de suicidio?
Hoy es más fácil matar a quien lo solicite por su propia decisión, que enajenar un inmueble o vender un vehículo. Cualquier bien que se quiera comercializar, necesita la aprobación de más de un profesional, certificaciones y habilitaciones correspondientes que aseguren que el bien en cuestión está en condiciones de ser enajenado. Sin embargo, para matar a un ser humano, solo se necesita su voluntad y un solo médico tiene el poder de decidir para hacerlo. No se evalúa su situación mental, social, psicológica ni familiar. En Uruguay es más fácil el trámite para matar a un ser humano que para vender una propiedad.
¿Considera que hay riesgos de que personas que padezcan problemas psiquiátricos tratables como depresión o ansiedad terminen accediendo a la eutanasia sin haber recibido una atención adecuada?
Así es. Dentro de la ley se incluyen personas que tienen el derecho de ser eutanasiadas y que no son necesariamente las que se encuentran en su período terminal y agónico, sino, como señala el artículo 2 de la ley, se incluye a aquel que “como consecuencia de patologías o condiciones de salud incurables e irreversibles padezca sufrimientos que le resulten insoportables, en todos los casos con grave y progresivo deterioro de su calidad de vida”. Esto significa que aparecen situaciones que, sin llegar aún a las etapas terminales de la vida, como depresión o sufrimientos económicos y familiares, les resultan insostenibles y afectan su calidad de vida. Aquí están incluidas enfermedades crónicas, discapacidades invalidantes, insoportables al juicio del paciente y que son pasibles de incluirse en la lista de eutanasiables. Esto es extremadamente peligroso, donde el derecho se extenderá más allá del cuadro agónico de un paciente.
¿Qué rol tienen los cuidados paliativos como alternativa para este tipo de casos?
Hoy la medicina tiene una respuesta al problema del sufrimiento en la etapa terminal de la vida. La respuesta médica son los cuidados paliativos. Uruguay no necesita reglamentar una ley de eutanasia que otorgue el derecho de solicitar la muerte y el deber médico de matar a sus pacientes. Se necesita trabajar fuertemente para que el sistema de cuidados paliativos se implemente a la mayor brevedad, se universalice y se acompañe al paciente al final de su vida de una forma digna, humana, calmando el dolor y mitigando el sufrimiento, promoviendo su bienestar biopsicosocial y espiritual. Esto es lo que un ser humano necesita en esta etapa de su vida. Así, asistido, evitaremos la voluntad de que muchos deseen quitarse la vida y estaremos en condiciones de atender una de las etapas más vulnerables de la existencia humana.




















































