La aprobación en la Cámara de Diputados del proyecto de ley de “Muerte Digna” reavivó el debate sobre la eutanasia en Uruguay. La Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) expresó su “tristeza” por la media sanción de la iniciativa, que ahora pasará a estudio del Senado.
En un comunicado firmado por su presidente, monseñor Milton Tróccoli; el vicepresidente, cardenal Daniel Sturla; y el secretario general, monseñor Heriberto Bodeant, los obispos reiteraron su rechazo a la eutanasia activa, citando su documento pastoral Afrontar con amor el final de la vida, publicado en abril.
“Tampoco es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo. Tal como lo establece la Asociación Médica Mundial y el Código de Ética Médica (Ley Uruguaya 19.286 de 2014), en su artículo 46 (que actualmente se quiere derogar), la eutanasia activa, entendida como ‘la acción u omisión que acelera o causa la muerte de un paciente’, es contraria a la ética de la profesión. El médico nunca debería ser partícipe de una conducta que cause activamente la muerte a otro ser humano. Matar al enfermo no es ético ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente; en cambio, sí lo es la sedación paliativa. Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen el derecho de decidir o provocar la muerte de una persona. En última instancia, esa acción constituye un homicidio llevado a cabo en contexto clínico”, afirma el texto.
La CEU reafirmó su apoyo a “los cuidados paliativos que sostienen y acompañan con dignidad al paciente” y agradeció “a todos los que en nuestra patria trabajan por la cultura del cuidado, del respeto al don de la vida y del acompañamiento al que, por su enfermedad, está en una situación vulnerable”.
