Con una facturación que ya supera los US$ 3680 millones, el sector tecnológico es uno de los pilares de la economía uruguaya. Sin embargo, su futuro enfrenta amenazas claras: demasiado depende de pocas empresas y de un solo destino de exportación. Un análisis a fondo de los números presentados por la última encuesta de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), el 3 de diciembre, marcan la ruta –y los riesgos– de la transformación digital del país.
Desde hace más de dos décadas, la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI) publica anualmente una encuesta que se ha consolidado como la principal radiografía del sector tecnológico nacional. La edición correspondiente a 2024, publicada a fines de 2025, no solo confirma la resiliencia y fortaleza de este conglomerado estratégico, sino que también revela tendencias profundas sobre la transformación digital de la economía uruguaya y su inserción en los mercados globales.
Basada en información recabada entre mayo y agosto de 2025 de sus empresas socias, la encuesta de CUTI abarca datos de negocio y empleo del año 2024, ofreciendo un análisis robusto y metodológicamente sólido, revisado por el Centro de Investigaciones Económica (Cinve). El universo de estudio lo constituyen 271 empresas cuyo negocio principal es la comercialización de servicios y productos TI, un segmento que continúa demostrando ser un pilar fundamental para el desarrollo productivo del país.
Este artículo analiza los principales hallazgos del informe, contextualizando sus cifras dentro del panorama económico nacional e internacional, y extrayendo las implicaciones para la política pública, la inversión y el futuro del trabajo en Uruguay.
Metodología y caracterización del ecosistema TI
Para comprender la magnitud y el impacto de los datos, es crucial entender la composición del sector. La CUTI parte de un padrón de 393 empresas socias, de las cuales 343 tienen como actividad principal la oferta de servicios o productos TI. Tras un proceso de depuración y clasificación, el estudio se centra en 271 empresas para las cuales se cuenta con información completa sobre su segmento de negocio y nivel de facturación.
La tipología de empresas revela la diversidad del ecosistema:
Software de aplicación horizontal: empresas que desarrollan productos para funcionalidades específicas transversales a diferentes industrias, como sistemas ERP (Planificación de Recursos Empresariales) o CRM (Gestión de Relación con Clientes).
Software de aplicación vertical: firmas especializadas en crear soluciones tecnológicas para necesidades concretas de industrias específicas (agro, salud, logística, etcétera).
Servicios TI: comprende consultoría, diseño y desarrollo de software a medida, un segmento que refleja la capacidad de adaptación y personalización del sector.
Infraestructura TI: empresas que proveen la base física y de conectividad, como hosting, centros de datos, telecomunicaciones y hardware.
Esta segmentación permite observar no solo el volumen total de negocios, sino también las especializaciones y fortalezas relativas que Uruguay ha desarrollado en la cadena de valor digital.
Un dato significativo de la evolución estructural es la creciente concentración de la facturación en empresas de mayor escala. En 2024, el 59% de las empresas socias facturó US$ 1 millón o más al año, un porcentaje que continúa en ascenso. Más revelador aún es que el 26% del total (empresas del tramo 1) facturó igual o más de US$ 5 millones anuales. Este fenómeno sugiere un proceso de maduración y consolidación del sector, donde las empresas más exitosas escalan rápidamente, capturando una porción mayor del mercado local e internacional.
Un sector que empuja el PIB Nacional
El dato macroeconómico más contundente del informe es la facturación total del sector TI socias de CUTI, que en 2024 alcanzó los US$ 3681 millones. Esta cifra representa un impactante 4,5% del Producto Interno Bruto (PIB) de Uruguay, consolidando a la tecnología como uno de los sectores más dinámicos y de mayor valor agregado de la economía.
Al excluir a Antel (la empresa estatal de telecomunicaciones, que por su magnitud puede distorsionar el análisis del núcleo privado de la industria), las ventas totales ascienden a US$ 3185 millones, lo que aun así equivale a un robusto 3,9% del PIB. Este crecimiento del 10% interanual (sin Antel) es particularmente destacable en un contexto global de incertidumbre económica, evidenciando la demanda sostenida por soluciones digitales.
El motor del crecimiento fue doble:
Mercado interno: las ventas dentro de Uruguay crecieron un 12% interanual, alcanzando US$ 1358 millones (o US$ 862 millones sin Antel, lo que implica un vigoroso crecimiento del 17%). Este dinamismo refleja la aceleración de la transformación digital en empresas y el sector público uruguayo, que incrementan su inversión en software, servicios de consultoría e infraestructura tecnológica para ganar eficiencia y competitividad.
Exportaciones: las ventas al exterior (incluyendo tanto exportaciones directas de servicios como facturación de filiales de empresas uruguayas en el extranjero) sumaron US$ 2323 millones, con un crecimiento del 7% respecto a 2023. Este dato es fundamental, ya que posiciona a los servicios basados en conocimiento como un rubro exportador de primer orden, generador de divisas y creador de empleo de alta calidad.
La distribución de la facturación muestra una alta concentración: las 22 empresas que facturan US$ 20 millones o más (apenas el 8% del total) generan el 81,2% de los ingresos totales del sector (US$ 2988,4 millones). Esta realidad plantea tanto un desafío como una oportunidad: la necesidad de fortalecer a las pymes del sector para que escalen y diversifiquen la base productiva, y la evidencia de que Uruguay es capaz de generar “campeones nacionales” tecnológicos con capacidad de competir globalmente.
Inserción internacional: Uruguay, proveedor global de servicios digitales
El análisis de las exportaciones del sector TI uruguayo revela una inserción internacional sofisticada y en evolución. Estados Unidos se mantiene como el destino principal, absorbiendo el 78% del total de las exportaciones de servicios TI en 2024. Si bien su participación bajó levemente desde el 82% del año anterior, confirma la sólida relación y la competitividad del talento uruguayo en el mercado tecnológico más grande del mundo.
El Reino Unido consolida su segundo lugar (10% del total), mientras que Chile asciende al tercer puesto (4%), desplazando a España. Este último dato subraya el fortalecimiento de los lazos tecnológicos dentro de la región latinoamericana. La novedad más interesante en el “top 10” de destinos es el ingreso de Alemania y Arabia Saudita, lo que sugiere una diversificación geográfica hacia Europa continental y mercados emergentes de alto poder adquisitivo. La salida de Argentina y Francia de este grupo privilegiado, en cambio, podría reflejar ajustes en las estrategias comerciales o coyunturas económicas específicas de esos países.
Este perfil exportador –altamente concentrado en un mercado de alto valor (Estados Unidos) pero comenzando a diversificarse– es típico de un sector de servicios intensivos en conocimiento. Refleja la capacidad de las empresas uruguayas de competir con base en calidad, seguridad jurídica, estabilidad y un talento humano formado, más que en costos bajos.
Empleo: generación de trabajo calificado y de alta productividad
Uno de los aportes más valiosos del sector TI a la economía es la generación de empleo de alta calidad. En 2024, el sector superó la barrera de las 20.000 personas empleadas, con una estimación de 20.464 puestos de trabajo directos. Este crecimiento, aunque moderado, confirma una tendencia sostenida de expansión y consolida al rubro como uno de los principales demandantes de talento joven y especializado.
La productividad del sector, medida en facturación por empleado, es notablemente alta. Y en la encuesta podemos observar que la facturación media por empleado en el sector supera holgadamente los US$ 180.000 anuales. Esta cifra, muy por encima de la media nacional, explica el impacto desproporcionado del sector en el PIB y justifica la atención política y educativa que recibe.
La distribución del empleo también sigue la lógica de la facturación: las empresas más grandes (las 22 del tramo mayor) concentran 11.741 empleos, más de la mitad del total. Esto indica que los grandes empleadores del sector son estas empresas consolidadas, que ofrecen carreras profesionales estables y oportunidades de desarrollo. Sin embargo, las pymes y empresas emergentes (con menos de US$ 1 millón en facturación) agrupan a más de 800 empleados, representando un semillero de talento y emprendimiento.
El desafío futuro, reiterado constantemente por el sector, seguirá siendo la brecha de talento. La sostenibilidad de este crecimiento en el empleo depende de la capacidad del sistema educativo –universitario, terciario y de formación continua– de ampliar y actualizar la oferta de profesionales en disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
Retos y oportunidades en el horizonte
El escenario que despliega la encuesta CUTI 2024 es, sin duda, alentador, pero no exento de claroscuros. La radiografía del sector revela una fortaleza consolidada que marcha en paralelo con desafíos complejos que demandarán atención estratégica en los próximos años.
El lado más iluminado del cuadro muestra a un sector que se ha erigido como un verdadero motor de la economía nacional, aportando casi el 5% al PIB y propulsando el crecimiento con su dinamismo sostenido. Uruguay ha logrado, además, un posicionamiento envidiable como exportador confiable de servicios de alto valor, construyendo una oferta que ayuda a diversificar la matriz productiva y a reducir la histórica dependencia de los commodities tradicionales. Este éxito no sería posible sin su capacidad para generar empleo de alta calificación, atrayendo y reteniendo talento joven con perspectivas profesionales competitivas a escala global, y actuando así como un dique frente a la fuga de cerebros. Su rol, sin embargo, trasciende su propio balance: al proveer soluciones digitales a toda la economía, el sector TI funciona como un catalizador esencial para la modernización de la industria, los servicios, el agro y el Estado, multiplicando así su impacto.
Sin embargo, esta travesía exitosa navega por aguas que presentan riesgos considerables. Una de las mayores vulnerabilidades radica en la alta concentración: la dependencia de un reducido grupo de empresas grandes y, sobre todo, de un mercado de exportación predominante como Estados Unidos, genera una exposición sensible a cambios regulatorios, económicos o tecnológicos en ese destino. Al mismo tiempo, la expansión futura choca con un cuello de botella persistente: la brecha de talento. La escasez de profesionales especializados amenaza con limitar el crecimiento. Esta dificultad se agrava en un entorno de competencia global feroz, donde Uruguay rivaliza por inversiones y proyectos con países que despliegan incentivos agresivos y, en muchos casos, costos operativos más bajos. Completa este panorama el reto interno de lograr que el éxito de las empresas líderes se replique y escale en el amplio y vital tejido de las pymes tecnológicas, para construir una base más diversa y resiliente.
Ante este balance de logros y pendientes, las implicaciones para la política pública se delinean con claridad. El camino por transitar requiere, en primer lugar, una apuesta irreversible por la educación y la formación. Es imperativo redoblar los esfuerzos en alfabetización digital desde las edades más tempranas, fortalecer las carreras terciarias en tecnología y promover programas ágiles de reconversión laboral que alimenten continuamente al sector con talento. En paralelo, se debe profundizar la promoción de exportaciones y la diversificación de mercados, apoyando la internacionalización de las pymes y aprovechando acuerdos comerciales para reducir la dependencia de un solo destino. Continuar posicionando a Uruguay como un hub tecnológico seguro, estable y sofisticado es clave para atraer inversión extranjera directa y centros de servicios globales. Por último, el fomento a la innovación y el emprendimiento debe mantenerse como una prioridad, ampliando y perfeccionando los instrumentos de apoyo –fondos, créditos, incubadoras– que oxigenan al ecosistema de startups y aseguran su renovación constante.
Hacia una economía digitalmente madura
La encuesta CUTI 2024 es un testimonio elocuente de la madurez alcanzada por el sector de Tecnologías de la Información en Uruguay. Lejos de ser una industria incipiente, se ha consolidado como un pilar estructural de la economía moderna uruguaya, contribuyendo de manera decisiva al PIB, a las exportaciones y al empleo de calidad.
El camino recorrido es ejemplar: de un puñado de empresas de software a finales del siglo XX a un conglomerado dinámico, internacionalizado y de alto impacto. Sin embargo, el futuro no está exento de desafíos. La velocidad del cambio tecnológico (con la irrupción de la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la computación cuántica), la competencia global y la necesidad permanente de talento exigen una visión de Estado a largo plazo y una colaboración público-privada aún más estrecha.
El objetivo ya no es solo tener un sector tecnológico fuerte, sino lograr que toda la economía uruguaya sea digitalmente fuerte. El éxito del sector TI, medido meticulosamente año a año por esta encuesta, es la mejor noticia para ese propósito nacional. Uruguay tiene la oportunidad de construir, sobre esta base sólida, un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible, anclado en el conocimiento y la innovación. Los datos de 2024 confirman que el país va por buen camino, pero también señalan que es momento de acelerar.




















































