La politóloga Mariana Pomiés señala que el gobierno de Yamandú Orsi agotó el período de gracia de la opinión pública. “Es un gobierno que ha ido perdiendo”, señaló a La Mañana y acotó que “ahora con presupuesto propio para el año que viene, tendrá que poner todo en la cancha”.
¿Cuál es la evaluación que realiza del gobierno cuando se está terminando el año?
Como todo primer año de gobierno, que además implica un cambio de partido, termina con el armado del Presupuesto quinquenal, que siempre implica mucha negociación, en medio de tener que funcionar con el presupuesto del gobierno anterior. Por otra parte, el presidente Yamandú Orsi está encontrando su lugar, sobre todo a nivel de comunicación con la opinión pública.
En lo que se refiere a la comunicación, ¿el presidente Orsi ha tenido un cambio desde que se inició el gobierno hasta la actualidad?
Considero que ha ido aprendiendo, lo que no quiere decir que lo tenga totalmente dominado ni que haya caminado necesariamente en el buen sentido. Ha ido aprendiendo cuál es el estilo, el tono o la cantidad de información que tiene que comunicar. Creo que ha sido un proceso, un período de aprendizaje para él. Quien viene de una gestión de un gobierno departamental a veces suele creer que el tema de la comunicación lo tiene ya aprendido, pero la realidad es que un gobierno departamental es muy distinto a uno nacional. Entonces, que tuviera esa experiencia de muchos años en la Intendencia no significa que le sirviera para este nuevo rol. Y eso pienso que también fue aprendizaje.
¿Cómo entiende que es el método de comunicación del presidente? ¿Es bueno o malo?
Ha tenido aciertos y errores en su estrategia, pero es la misma desde que comenzó en su cargo, no ha cambiado. Ha ido aprendiendo hasta dónde llegar, qué decir y no decir. O sea, no considero que haya cambiado su estrategia. No obstante, no es un proceso cerrado y la comunicación no la domina totalmente, porque sigue teniendo algunos tropiezos, ya que a veces se comunica de más o de menos, pero todo enmarcado en un proceso de aprendizaje.
Dentro de la relación con el Frente Amplio, ¿cómo quedaron los roles entre la figura del presidente y el resto de los líderes de esa coalición de izquierda?
Los roles están definidos. Orsi ha sido muy enfático y consecuente con esa estrategia. Lo sabe desde su pasaje por la Intendencia de Canelones. Ha expresado muchas veces que tiene su modo de proceder y asignar los cargos a las personas que cree adecuadas y después confiar la gestión. No parece ser una persona que se interponga o que presione en las gestiones de las personas que puso a cargo en las distintas áreas. Eso que se le conocía antes como intendente lo ha mantenido. Por otra parte, lo que más se le ha cuestionado tiene que ver con la forma que tiene de comunicar y la cantidad de información que comunica, no con la injerencia en la gestión de las áreas en las que él confía a la gente que puso a cargo.
La posición de la oposición
¿Cuál ha sido el rol de la oposición durante este año?
Hay varias oposiciones. No hay una coalición que funcione en bloque como quisiera algún partido. Lo de varias oposiciones me parece que es adecuado para el momento del ciclo electoral en el que estamos. No veo razonable un funcionamiento de coalición, como cuando se era gobierno. Una coalición en este momento opaca o deja sin lugar a los partidos más pequeños, ya que todo quedaría en manos del partido líder, que además es quien tiene más gente en el Parlamento y en el gobierno.
Entonces, considero que cada partido ha jugado su juego. En el Partido Colorado creo que hay dos estrategias. Una más negociadora y de buscar marcar sus propuestas e intereses, y otra más confortativa, que se ha plegado a la estrategia del Partido Nacional, la cual ha sido de una marcación muy dura al gobierno por parte de distintos actores que en el pasado tuvieron responsabilidades de gestión gubernamental. En ese sentido, este gobierno ha tenido una oposición mucho más intensa de la que habían tenido los gobiernos anteriores.
En algunos puntos uno puede pensar que la confrontación puede haber sido excesiva de parte de la coalición, en otros momentos que fue la adecuada. Por otro lado, Cabildo Abierto ha tenido también un rol interesante, a pesar de una disminución muy importante de su caudal electoral. Tal vez fue el que más negoció o se acercó al gobierno, por ejemplo en el Presupuesto, y eso también como estrategia le ha servido, ya que lo ha hecho visible.
¿Qué papel está jugando Identidad Soberana de Gustavo Salle en este primer año, siendo un partido totalmente nuevo?
También está en un proceso de aprendizaje y hay que ver hasta dónde llega, o sea, si logra pasar el quinquenio exitosamente y se consolida. En mi opinión todavía no ha encontrado su rol. Mantiene una estrategia de ser muy cuestionador de todo y considero que a veces no lo ha hecho con el suficiente contenido como para sostenerse en el espacio público.
Aprobación a la baja
Visto todo este panorama y observando las diferentes encuestas que ha realizado Cifra, ¿cuál ha sido la evolución del gobierno en este año?
Es un gobierno que ha ido perdiendo. Empezó muy bien en aceptación, sobre todo del presidente y de gestión. Durante muchos meses tuvo un montón de gente que no opinaba, esperando ver hacia dónde se encaminaba el gobierno. Eso de alguna manera era una carta de crédito, es decir “No tengo nada que destacar, pero tampoco le voy a pegar”. En los últimos tiempos esa carta de crédito no se le sigue dando, porque ya pasaron unos meses y se le empieza a exigir cosas.
Esas exigencias se trasladaron al descontento, más que a la aprobación. Ahora el gobierno, con su presupuesto propio para el año que viene, tendrá que poner todo en la cancha. Lo que le ha pasado es que no ha tenido capacidad de empezar a hacer cosas visibles para satisfacer a la población, porque no tenía presupuesto propio o porque no lo supo hacer. Yo no estoy justificando, pero la realidad es que no hay grandes logros que se destaquen.
En el pasado tuvimos gobiernos que los primeros meses lograron votar reformas importantes o durante la pandemia tener que resolver rápidamente y, por tanto, tener más que mostrar. Este gobierno no ha hecho nada de eso. Pero también es una coyuntura diferente y hay que ver qué pasa el año que viene.
Entonces, en su opinión, el Presupuesto puede marcar ese punto de inflexión.
Sí. Creo que en este primer año se trató de hacer equilibrios para tener recursos propios, en un contexto de una marcación muy fuerte desde la oposición. Entonces hay que ver qué pasa en 2026, ya con presupuesto propio, teniendo que mostrar y no tener excusas para no hacer. Y desde la oposición, oponiéndose a lo que se está haciendo o no. Hasta ahora a veces uno veía que los opositores marcaban situaciones que no tienen que ver con la gestión, porque no había gestión todavía que cuestionar, y hasta ensañados en temas que no tienen que ver con la acción del gobierno.
Dentro de lo que más preocupa a la población está la seguridad. ¿Ha existido algún cambio con respecto a la percepción en esta materia?
No se han visto cambios importantes en la gestión los cuales merezcan aumento de la aprobación del gobierno en este sentido o enojo. Lo que existe es un aumento desde hace años en la percepción de inseguridad y preocupación por el tema. Este es un gobierno que ha intentado decir que tiene un proyecto a largo plazo, pero que todavía no se ven los efectos, aunque algunos indicadores hablan de algunas bajas del delito. Pero ahí entra la discusión de con qué se está comparando, si es adecuado o no lo es. Lo que sí es cierto es que no hay una mayor percepción de seguridad en la gente. A esto hay que agregar otro detalle importante. También la población tiene una percepción de que es muy difícil lidiar y generar cambios considerables en la seguridad. A la vez, también considera que tratar la seguridad en este contexto nacional y mundial no es fácil y es imposible que se gestione sin acuerdos a largo plazo. Además, la única manera de que la política en materia de seguridad se sostenga es con proyectos que tengan acuerdos con quienes no están actualmente en el gobierno. La gente espera esos acuerdos.
Una de las últimas encuestas de Cifra hace referencia a la corrupción. ¿Qué me puede comentar al respecto?
Se puede mirar el vaso medio lleno o medio vacío frente a la misma cuestión. No hay una percepción de la que la corrupción haya aumentado drásticamente, pero sí que está metida en todas las áreas de gestión. Los gobiernos se han esforzado por trabajar en temas de transparencia. Existe una mayor conciencia de que Uruguay no es un oasis donde no haya corrupción. Durante mucho tiempo nos sentimos un poco superiores moralmente a nuestros vecinos y a otros países diciendo, “No, acá en Uruguay estas cosas no pasan”. Y sí pasaban, no las veíamos. Ahora se ve que Uruguay es un país como los demás, que padece este problema, no es inmune y debe tener políticas de gobierno para evitarlas. Ese es el tema también. Para que la corrupción no se establezca, no podemos esperar que la gente sea buena y haga las cosas bien. Debemos tener buenas leyes que controlen y que impidan que en el ámbito público, principalmente, y en el privado también, se lleven adelante estas prácticas.




















































