El presidente de la gremial de industrias pesqueras, Juan Riva-Zucchelli, señala que el conflicto con el Sindicato Único de Trabajadores del Mar y Afines (Suntma) “está en un punto muerto y superado”. En entrevista con La Mañana sostuvo que es el momento de crear un Instituto Nacional de la Pesca para apoyar la actividad.
¿Cómo puede resumir lo que está pasando con el conflicto hoy en día?
Hoy estamos en foja cero en cuanto al tema de la negociación, porque no nos hemos puesto de acuerdo en la última propuesta que hizo el Poder Ejecutivo. Esta consiste en que se desista de la necesidad de un marinero para hacer las guardias, pero no permite la salida de los barcos costeros, solo de los barcos de altura y mientras negociar cómo se pueden hacer las guardias. O sea, se trata de un impasse, pero sin los barcos trabajando. Nosotros la rechazamos de plano porque nuestra posición sigue siendo la misma, los barcos tienen que estar trabajando, ya que tenemos un convenio vigente. Después de 70 días de conflicto el daño es enorme. Entonces, tampoco es que estamos en las mismas condiciones del principio para negociar. Si esta propuesta hubiera sido el primer día, sería una cosa, pero 70 días después de los cuales la industria en su totalidad perdió más de 40 millones de dólares, no estamos en las mismas condiciones para negociar. Lo mínimo que hay que hacer es que los barcos vuelvan a navegar. Eso es condición sine qua non para nosotros.
¿Qué tipo de barcos son los afectados?
Están los barcos costeros, que son con los cuales comenzó el conflicto. Son barcos que hacen viajes de entre 4 y 8 días, dependiendo de la época del año. En esta época estamos en plena zafra y son viajes mucho más cortos porque hay más pescado y se llenan más rápido.
Después están los barcos de altura, que son congeladores, o sea que tienen planta de procesamiento arriba y traen el producto ya terminado congelado. Esa es la gran diferencia con los otros. Esos barcos hacen viajes, en general, de 30 hasta 40 días. Tienen una tripulación que ya lleva dos capitanes, o sea dos patrones de pesca, porque son viajes muy largos. Entonces es lógico que tengan dos patrones.
En el caso de los barcos costeros, que son viajes mucho más cortos, no tienen dos patrones y la guardia la hace un marinero, que en general rota. Eso el patrón lo define y son guardias de una o dos horas. Así funcionó toda la vida. Y ahí nace el conflicto, con la exigencia de un segundo patrón. O sea que los afectados en el conflicto, en un principio, eran los barcos costeros, pero después el sindicato decide parar toda la flota, incluso los de altura, que no tenían nada que ver en este asunto. Y hoy está la flota 100% parada.
¿De cuántos barcos estamos hablando, ya sea de una categoría o de la otra y cuánta gente trabaja?
Son 33 barcos costeros y 15 barcos de altura. En esos barcos estamos hablando en el orden de 800 a 850 personas, si estuviera toda la flota trabajando simultáneamente, lo cual debo aclarar que hace tiempo no se da. De los tripulantes, entre 600 y 650 son marineros y el resto capitanes y maquinistas. Los barcos de altura llevan tres maquinistas o algunos hasta cuatro o ayudantes de maquinistas, dos patrones y el resto es tripulación, que en esos barcos una parte cumple las dos funciones, el capturar y procesar a bordo.
El conflicto se desató por la solicitud de un tripulante más en los barcos costeros, ¿a su entender esta es la verdadera raíz del conflicto?
A mí me han preguntado cuál es el motivo de este conflicto y yo no lo tengo claro. En mi interpretación es una medida de fuerza, para transmitir que el sindicato, el Suntma, quiere seguir mandando en la pesca. La realidad es que el sindicato es quien hoy manda en la pesca. Es el que decide qué barco sale o no sale, qué tripulantes viajan o no viajan, y hay un 100% de afiliación obligatoria, principalmente en los barcos costeros. Entonces, considero que es una medida de fuerza en ese sentido, porque no parece razonable que todo este conflicto gigante sea por el tema de las guardias, si descanso una hora o si la regulo o no la regulo. Si hubiera un poco de criterio, ese tema era para sentarse, conversar y ver cómo solucionarlo. Era elemental, pero no, optaron por volar todo y así estamos ahora.
¿Cuál es la situación de la industria pesquera, antes de este conflicto, con respecto a 10 o 20 años atrás?
Hace 15 años Uruguay tenía entre 130 y 150 barcos, 30 plantas procesadoras y 7800 personas trabajando en la industria en forma directa. Hoy tenemos unos 50 barcos, seis plantas y 3000 personas trabajando. Es notorio el achicamiento. Yo diría que esta situación no es en un 100% por temas laborales, pero sí han sido determinantes. Recuerdo que hace unos cuantos años, había una flota extranjera que trabajaba con atún y pez espada. El sindicato le hizo la vida imposible y se fueron. Y entonces Uruguay dejó de pescar atún y pez espada.
Es lo que está pasando con otras actividades, donde las empresas cierran y se van. Esto pasó en la industria pesquera. Y yo pregunto quién va a querer invertir en el Uruguay sabiendo que ocurre que se firman los convenios con los sindicatos, no se cumplen y los trabajadores hacen paro.
La Cámara realizó un llamado para tripulantes, en pocos días se inscribieron más de 7500 postulantes y unos 350 ya tienen libreta de embarque. ¿Se puede ver esta actitud de ustedes como una pulseada, con el sindicato?
Yo no lo llamaría pulseada. Para nosotros el conflicto está en un punto muerto y superado. Superado en el sentido de que ya no tenemos mucho para hacer. La zafra ya pasó, y viene la época donde la pesca no es rentable.
La pesca vive de lo que se trabaja entre mayo y setiembre. En esos meses el potencial tiene que ser superior a las pérdidas que tiene en los otros meses del año, en los cuales hay poco pescado y entonces las empresas no son rentables. El objetivo es que la parte positiva de estos meses sea más grande que la parte negativa del resto del año. Y ahora con esta situación, obviamente, va a ser todo el año negativo, con lo cual será otro año más que las empresas sufran. El llamado a tripulantes es hacer un cambio importante. Por el diálogo inconducente con el sindicato, había que buscar alguna alternativa y nosotros lo hicimos pensando sobre todo en el futuro.
El llamado reconocemos que es disruptivo, pero el objetivo es profesionalizar el trabajo en el mar, tener más gente preparada y pensar que en el futuro puedan desarrollarse otras pesquerías. Estamos convencidos de que esta industria puede mejorar, puede agrandarse, hay recursos. Debemos tener una flota más grande, tenemos que exportar más. No se necesita tanta cosa, simplemente hay que apoyar. Para mí el gobierno tiene que apoyar con una política pesquera que implique cambiar leyes y decretos, donde se debe mejorar la burocracia que lleva a perder días de trabajo. También está en la problemática la rotura de los barcos, pero si uno no es rentable, no puede arreglar esos barcos que llevan una inversión. Y todo es inversión. Pero, por ejemplo, llegaron inversores españoles con barcos nuevos y hoy ven su flota parada.
El conflicto con los tripulantes termina afectando a otra parte del sector como la industria, donde la mayoría son trabajadoras mujeres, en muchos casos jefas de hogar. ¿Qué está pasando en las fábricas pesqueras?
Hay que tener en cuenta que hay más trabajadores en las plantas que en los barcos. Uno siempre piensa en la pesca y en los barcos, pero todo lo que se captura en los barcos costeros, a lo que se suma la pesca artesanal, termina en una planta pesquera. Hoy las plantas están sin trabajo o con muy poco. Les está llegando un poco de trabajo con la pesca artesanal o pescado importado de Argentina y Brasil para procesar.
Son pequeños gestos para mantener la actividad y que no se muera. También debemos tener en cuenta que esos trabajadores no tienen seguro de paso. Tenemos que buscar alternativas para que la gente que no tiene nada que ver con este conflicto por lo menos pueda sobrevivir.
Y efectivamente son muchas mujeres. Porque las mujeres trabajan mejor que los hombres en la manualidad para este tipo de tareas. Y la mayoría es jefa de hogar, con hijos a cargo, muchas solas, entonces realmente la están pasando muy mal y hay que pensar en eso también.
¿Cuánta gente trabaja en las plantas?
En las plantas trabajan unas 2000 personas, pero ahora solo están ocupadas menos del 30%. Lo que se está haciendo es rotar a la gente para que todos tengan algún jornal y que puedan llevar alimento a su casa. Para nosotros es importantísimo mantener a toda esta gente, que además de ser trabajadora conoce el oficio y no podemos perderlos.
“De espaldas al mar”
¿Qué papel juega en el desarrollo del sector la nueva terminal pesquera de Capurro, ya que se señalaba era para impulsar al sector?
La idea del puerto Capurro existe desde muchísimos años atrás. Se tomó la decisión de construirlo cuando UPM necesitó una parte del puerto, y lo que la ANP le entregó a UPM fue la parte del puerto que era de pesca hacía 60 a 70 años. Entregan eso, entonces dicen: “Bueno, la pesca la tenemos que meter en algún lado” y ahí se toma la decisión de hacer el puerto Capurro. Igualmente, más allá que fue forzada, la idea estaba en la en horizonte, pero no se había concretado.
Creo que es una decisión muy sana tener toda la pesca junta en un mismo lugar y a su vez liberar los lugares que el puerto necesita. La ley de puertos, justamente, plantea terminales especializadas. Está la terminal especializada de carga de TCP, la terminal granelera y ahora está la terminal pesquera.
Al observar Uruguay se ve una gran plataforma marítima. ¿Debido a qué razón la pesca nunca se desarrolló en el país?
Es una buena pregunta y lamentablemente no tengo la respuesta. Hemos escuchado muchas veces “Uruguay vive de espaldas al mar”. Esto es histórico. Nunca se le dio la importancia que tiene desde el punto de vista estratégico, geopolítico, de las aguas compartidas con Argentina, del alimento, de la producción, del trabajo. Nos hemos cansado de enumerar por qué la pesca se tiene que desarrollar y no se puede dejar morir. Hace años luchamos por crear un Instituto de Pesca, como está el Instituto Nacional de Carne, el Instituto Nacional de la Leche, el Instituto Nacional del Vino, el Instituto Nacional de Semillas. Todas las actividades agropecuarias tienen su instituto y nosotros no tenemos nada. Es como que estamos olvidados.
La famosa P del MGAP [Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca]. Muchos no saben ni qué significa. El no darle importancia a la pesca no es de un gobierno, es de la historia de Uruguay. Con este gobierno habíamos hablado y existen buenas intenciones, pero surgió entonces el conflicto. Entonces nos destartaló las estanterías y no hacemos más que hablar del tema del conflicto, en vez de hablar de los temas que realmente importan para impulsar al sector pesquero. Tengo confianza en que el gobierno va a querer desarrollar esta actividad, ya que así lo ha prometido. Se necesita un desarrollo real como se ha hecho con otras actividades, como con el puerto, la forestación, la informática o la agricultura. Son experiencias exitosas, pero en la pesca nadie tomó la decisión de hacerlo.
Yo creo que, si se tomaran las decisiones que hay que tomar, dentro de un tiempo vamos a estar diciendo “por qué esperamos 40 años si podíamos haberlo hecho y haber desarrollado ese sector”. Espero me dé la vida para poder verlo.