Es este el momento de terminar con los 35 años seguidos de gobiernos frentistas que han llevado a nuestra capital al estado calamitoso en que se encuentra. Hoy, como pocas veces, se presenta una oportunidad para la derrota de los fracasados gobiernos frenteamplistas, cuyo inmediato apartamiento del poder comunal se ha vuelto imprescindible.
Se pretende sostener la tesis del arrastre de la elección nacional, como argumento decisivo de un favoritismo que daría por descontado otro triunfo del conglomerado de izquierda. Pero es fácil observar el desconsuelo de la gente con el gobierno recién electo, que ya asoma al advertirse el pronto incumplimiento de las promesas de campaña.
Es notorio que la promesa de mantener en los 60 años la edad de jubilarse en los empleos públicos y derogar el aumento a los 65 años que impuso la ley de Reforma de la Seguridad Social no puede cumplirse, pues se corre el riesgo de desfinanciar el BPS al aumentar el número de pasivos sin que se aumenten a la vez los contribuyentes.
Por otra parte, también los reiterados propósitos de una mayor distribución de la renta nacional se encuentran con la dificultad de que no se avizora por ahora un incremento de la riqueza, sino la certeza de un producto que no crece, que el país no presenta ningún atractivo para la inversión extranjera y por el contrario se concretan cierres de empresas en muy distintos sectores de la producción nacional.
Estas razones explican que los montevideanos comiencen a analizar con ojo crítico la gestión de las intendencias frentistas, que a pesar de contar con los recursos que significan obtener un ingreso de dos millones de dólares por día calendario (no de trabajo) no puedan atender debidamente el primer y elemental servicio: levantar la basura y el barrido de calles y veredas para mantener la ciudad limpia.
No hablemos ya de obras, pues el fracaso del corredor Garzón y las discutibles bicisendas son apenas ensayos fracasados de mejorar un tránsito que hoy carece de fluidez y seguridad, sin que la Intendencia atine a tomar medidas acordes con el visible aumento de un parque automotriz en constate crecimiento.
El descontento aparece y ya está visible en las encuestas que están dando un resultado en que la Coalición Republicana viene creciendo y está a muy pocos puntos del Frente Amplio, como nunca había ocurrido en elecciones anteriores.
Lo que se ha visto, en cambio, en todos estos largos años de gobierno del Frente Amplio es la prodigalidad en homenajear con la entrega de “las llaves de la ciudad “ a conspicuos dictadores o gobernantes probadamente corruptos.
Recordamos que el Ato. Arana condecoró a Fidel Castro y a Hugo Chávez, el Ing. Ricardo Erlich a Evo Morales y a Daniel Ortega, hoy dictador en su país Nicaragua, Ana Olivera será recordada por haber distinguido a Cristina Kirchner, a Nicolás Maduro y Raúl Castro y Carolina Cosse al presidente de Brasil Lula da Silva.
Los candidatos que ofrece la Coalición Republicana, ya fuere Lema o Cáceres ofrecen un perfil adecuado para imponer el cambio radical que necesita la gestión municipal.
Por su parte Roque García comparece por Cabildo Abierto y ha resultado una sorpresa su relevante conocimiento de la problemática municipal y sus propuestas de limpieza de la ciudad y solución con enfoques novedosos y modernos, pues de sus vivencias europeas trae proyectos sobre la recolección de basura, su disposición final y hasta las posibilidades de obtener energía con los residuos.
Todo el panorama que ofrece nuestra capital parece proclive a consagrar un cambio que desplace la mediocridad de las gestiones frenteamplistas, como única manera de lograr una mejora en todos los servicios comunales, sin que las altas contribuciones que paga la sociedad montevideana sigan financiando sueldos y recibiendo pésimos servicios.
Cambios tan necesarios para salir del inconducente trillo y paralizante marasmo de gobiernos municipales que se repiten en su laberinto burocrático y el clientelismo que ha dominado sus gestiones desde siempre.