“Decreto ministro Tajani”
Con gran sorpresa y lógica indignación, la colectividad italiana dispersa en el mundo recibió el pasado 28 de marzo la noticia de un decreto-ley (Nº 36/25) del Consejo de Ministros de Italia, que dictaba cambios sustanciales y conceptuales a la vigente ley de ciudadanía italiana que regía desde 1992. Dicho decreto cobró vigencia y antes de 60 días desde su publicación el Parlamento debe convertirlo en ley para que siga en vigor. En caso contrario, el decreto caduca con efecto retroactivo.
Cambios sustanciales
El decreto legislativo del 28 de marzo de 2025 modificó la ley sobre la ciudadanía italiana, introduciendo nuevas reglas para la transmisión de la ciudadanía por descendencia (iure sanguinis), lo que constituye un cambio de paradigma importante. En particular, la ley limita la adquisición automática de la ciudadanía italiana para los descendientes nacidos en el extranjero, introduciendo restricciones para los abuelos y bisabuelos nacidos en Italia.
Limitación del iure sanguinis (derecho de la sangre): los descendientes nacidos en el extranjero que posean otra ciudadanía ya no podrán adquirir automáticamente la ciudadanía italiana, a menos que se encuentren dentro de ciertas excepciones:
Tener un padre/madre ciudadano o un padre/madre adoptivo nacido en Italia.
Tener un padre/madre ciudadana o un padre/madre adoptivo, con ciudadanía italiana, que ha residido en Italia durante al menos dos años consecutivos, antes de la fecha de nacimiento o de adopción del niño.
Tener un ascendiente ciudadano italiano de primer grado de los padres o ciudadanos adoptivos nacidos en Italia. O sea, al menos un abuelo ciudadano y nacido en Italia.
Se indica además que se suprimirán los trámites de ciudadanía en las sedes consulares italianas en el exterior, apenas se integre una única oficina para esos trámites en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia, en Roma, que centralizará todas las solicitudes.
La reacción internacional de los ítalo-descendientes por “derecho de sangre”
El mismo día que se supo el texto del sorpresivo y polémico decreto, se movilizaron en todo el mundo y particularmente en las zonas más pobladas de oriundos italianos, como norte, centro y sud América, una enorme cantidad de ciudadanos que veían cercenadas sus posibilidades de transmitir su condición a sus descendientes directos, así como la inmensa cantidad de personas que, teniendo ancestros italianos, se les prohíbe ahora iniciar el trámite de ciudadanía, si no cumplen con esas rigurosas pautas.
De las acciones más notorias, que abarcaron desde Canadá a Uruguay, incluyendo México, Estados Unidos, Costa Rica, Venezuela, Brasil y Argentina, por citar los de más concentración de italianos, fueron las que adoptó el MAIE (Movimiento Asociativo de Italianos en el Exterior). En efecto, se redactó una extensa y fundamentada carta al ministro Antonio Tajani, de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional, quien fue el que expuso el decreto del 27/03/25, señalando en ella toda una serie de reclamos contrarios a las nuevas pautas fijadas, que desconocen el Iure sanguinis, otrora evocado y aplicado por Italia desde que es nación (reino o república).
En nuestro país se movilizaron el Comites (Comité de los Italianos en el Exterior) y el CGIE (Consejo General de Italianos en el Exterior), liderados por el Arq. Aldo Lamorte, concurriendo a la sede consular italiana, a entregar la carta-protesta mencionada.
En gran cantidad de ciudades de países latinoamericanos, se convocó a manifestaciones pacíficas en lugares icónicos urbanos en cuanto a su representación de Italia: sedes diplomáticas, plazas y avenidas denominados con referencia directa a la nación peninsular y la gente concurrió con antorchas y se leyeron proclamas de rechazo al decreto. En la propia Roma hubo actos de protesta respecto a estas nuevas medidas, declaradas de la noche a la mañana, como “urgentes y necesarias”, lo que no tiene un certero asidero constitucional.
Consideraciones y reflexión
En lo personal, hijo de italianos venidos tras la segunda guerra y activo participante de asociaciones italianas en Uruguay, así como consejero del Comites de nuestro país, me he hecho una composición de lugar que comparto con ustedes, amigos lectores.
Italia no se escapa a la situación de Europa toda, que, tras abrir sus puertas con “generosidad”, en mayor o menor grado, según el país que se tratase y sus antecedentes coloniales, a la inmigración india, africana e hispanoamericana, en momentos de bonanza económica europea occidental y con cierto ‘cargo de conciencia’ para con sus anteriores súbditos.
Con el correr de no muchas décadas y el cambio drástico en el panorama global, desde demográfico, a social y económico, la situación mutó radicalmente y se comenzaron a oír voces de una población nativa europea, que se resistía a verse “invadida” por gente de pueblos tan distintos y que de a poco, o “de a mucho”, se radicaban, reproducían y ocupaban puestos de trabajo o bien eran subsidiados con leyes locales más que generosas.
La realidad es que comenzaron a hacerse notar -y crecer en las elecciones- partidos que rechazaban esa libre y casi irrestricta inmigración, lo que naturalmente puso en posición incómoda a muchas naciones europeas, cosa que se ve en in crescendo en Bruselas, una y otra vez en este tiempo.
Yendo a lo nuestro, resulta insólito –por lo menos– que una nación abierta como Italia y con el actual gobierno “patriota”, tome medidas en contra de un crecimiento de connacionales en el mundo y en la población propia de Italia, donde los italianos no tienen casi hijos y los foráneos, con nula italianidad de genética, idioma, costumbres y religión, se multiplican por millares o millones. Se pone con este Decreto a todos en la misma bolsa: a los oriundos con derecho de sangre, junto a los sin derecho alguno, o eventualmente el iure solis (nacidos en el territorio italiano), o simplemente por un tiempo de residencia subsidiada.
Se argumenta por el gobierno, que están colapsados los servicios consulares y que crece cada año exponencialmente la cantidad de ítalo-descendientes en el exterior que demandan ciudadanía.
¿Pero no se buscó eso hasta hace poco? ¿No se promovía poblar de italianos el mundo para consumir el made in Italy, hacer negocios con Italia, promover el turismo e incluso repoblar en Italia con la nueva inmigración, el vaciamiento de pueblos italianos donde se venden las casas por monedas?
Atención: esto no es xenofobia. Solo es un análisis en el que se pone en evidencia una incongruencia de la madre patria de tantos ítalo-uruguayos, tomando medidas discriminatorias, si las hay, para con quienes tienen todo el “derecho de la sangre” o iure (o ius) sanguinis, que involucra: ser, esencia, cromosomas, ADN, carácter, modos, costumbres, personalidades e identidades, que no se suspenden ni esfuman “por decreto”.
* Maestro del Lavoro. Consejero del Comites del Uruguay