El baldazo de agua fría fue grande. Los resultados en las urnas fueron mucho menores de lo que las encuestas predecían. Todos quedamos sorprendidos, decepcionados, confundidos. Por eso, lo primero es explicarles, según mi mejor saber y entender, lo que sucedió.
Cometí varios errores y de todos me hago responsable. Y lo hago con orgullo, porque fue un orgullo liderar esta empresa. Repasémoslos: confié, confundí, menosprecié.
Comenzando con lo más próximo, menosprecié la logística electoral. El domingo, desde temprano, recibí mensajes de que nuestras listas no estaban en las mesas, que no se encontraban, que no había delegados ni voluntarios repartiendo. Al entrar al cuarto de votación, me enfrenté a 118 listas. Ni yo encontraba mi cara. De esas, cerca de 80 eran del Frente Amplio, muchas casi idénticas. ¿Una chicana electoral? No lo sé, pero es evidente que, sabiendo que cerca del 16% de los votantes se decide el mismo día, esa confusión no ayuda.
Además, por problemas de coordinación interna, la lista 1977 no presentó los sobres a tiempo en la Corte Electoral, y esta no los distribuyó. A último minuto, logramos llevarlos a cientos de circuitos, pero no fue lo mismo. Debí supervisar personalmente ese proceso. No lo hice. Mea culpa.
Y aún más: en muchas mesas, la lista 7777, aunque enviada, simplemente no estaba. Los presidentes de mesa declaraban no haberlas recibido. Sin un acta que registrara las listas recibidas y con 118 opciones en juego, era imposible controlar. El remedio era tener delegados propios, cientos de ellos, o haber coordinado mejor con los delegados de la Coalición. No lo hice. Mea culpa.
Confundí al proponer ideas como la de los 100 ediles. Aunque necesaria y parte de las transformaciones que Montevideo precisa, era una propuesta compleja para los tiempos de campaña. Un tema que exige un debate profundo sobre el rol de los ediles y la representación vecinal. Pero en medio de una campaña, donde los mensajes deben ser claros, cortos y concretos, resultó confuso. No lo comprendí. Mea culpa.
Sostener la palabra, la acción y el entusiasmo en una campaña es algo que se ve en la cancha. Confié de antemano en personas en las que no debí haberlo hecho. El error fue mío. Mea culpa.
Llegados a este punto, ustedes se preguntarán: ¿cómo seguimos?
Seguimos trabajando, en el lugar que la militancia me asigne, liderando o apoyando. Desde hoy, buscaremos líderes barriales que se presenten el año que viene a las elecciones de consejos vecinales. A esos líderes los apoyaremos con formación, guía y respaldo político. Vamos a construir desde los barrios, porque tenemos el programa más descentralizador, más participativo y, en definitiva, más artiguista.
Ese es el camino. Y en ese camino me encontrarán siempre.