Se cumplen 100 días del nuevo gobierno encabezado por el Prof. Yamandú Orsi. Se trata de un período que generalmente marca los cinco años de la administración entrante, en el que el gobierno aprovecha su popularidad inicial y suele presentar sus propuestas más importantes, incluyendo aquellas que pueden generar resistencias que pongan en riesgo las mayorías parlamentarias. En la administración anterior, a pesar de que en ese período inicial se desató la pandemia y trastocó todas las previsiones, antes de los 100 días ya estaba en el Parlamento el proyecto de Ley de Urgente Consideración, una ley ómnibus que abordaba temas que bien podrían haber sido incluidos en una media docena de leyes.
Han trascurrido esos 100 días, y realmente no hemos apreciado ninguna propuesta de solución a los diversos problemas que aquejan a nuestra sociedad, más allá del proyecto que pretende viabilizar a la Caja Profesional, cuya situación no se sostendría a partir del mes de julio.
Lo que sí ha ocurrido en estos tres meses es una serie de desprolijidades que han llevado a la renuncia de varios jerarcas que recién comenzaban su gestión. Faltas e incumplimientos perfectamente evitables de normas vigentes le vienen causando al gobierno un costo político que puede acelerar el proceso de desgaste normal e instalar un cuestionamiento sistemático en una opinión pública sorprendida por la situación.
Enfrente, una oposición que parece dispuesta a no dejar pasar una y que aprovecha los deslices personales de los jerarcas para atacar duramente al gobierno, potenciando cada caso hasta hacerlo alcanzar ribetes de escándalo.
A la acción de los partidos de la oposición se suma una interna frenteamplista muy dura, en la que algunos sectores parecen no perdonarle al MPP haberlos arrasado en las elecciones de octubre pasado.
Se suma en estos días la designación de ciertas embajadoras cuestionadas por sus propias fuerzas políticas. Si bien pueden haber sorprendido al común de la gente, esas designaciones se venían negociando con dirigentes de sus propios partidos desde hace tiempo. Recuerdo que el nombramiento de Argimón para la Unesco ya era comentado en la campaña hacia el ballotage de noviembre pasado. Pero igualmente sirve para mantener la atención de una opinión pública que sigue con avidez los distintos capítulos de la novela, en un ámbito político cada día más parecido a la farándula televisiva.
También las redes sociales hacen lo suyo. Aquello que nadie se atreve a decir personalmente, trasciende desde las redes que no dejan que se ignore ninguna pieza del rompecabezas, por más que se suelen agregar piezas falsas.
Y es así como estamos asistiendo a un comienzo de gobierno “divertido” (Jorge Batlle dixit), en el que un día sí y otro también tenemos un escándalo nuevo, un referente político que se va de boca, otro que hace declaraciones desafortunadas. El circo está a full…
Mientras tanto, ¿qué pasa con los verdaderos problemas de la gente? La inseguridad campea en todo el territorio nacional, pero especialmente en los barrios más humildes. ¿Para cuándo la contundente respuesta que la sociedad aguarda desde hace mucho tiempo y que parece que hubiera miedo de implementar?
El pasado 31 de mayo fue el Día Mundial Contra el Tabaquismo y muchos recordaron el éxito de la campaña que se emprendió en Uruguay en el primer gobierno del FA. Sí, fue un gran éxito… ¡pero eso fue hace 20 años! Y ahora ¿qué estamos haciendo? ¿Por qué no lanzamos una campaña similar contra el consumo de cannabis y de otras sustancias adictivas? Es una pregunta que no se quiere responder.
¿Hay medidas previstas para activar a la pequeña y mediana empresa, cada vez más castigadas por políticas de espaldas a su realidad y ahora amenazadas por un ministro de Trabajo que se quedó en el tiempo? ¿Cuándo entenderemos que son las pymes las generadoras del trabajo genuino que tanto necesitamos?
Y con los deudores, ¿qué hacemos? Cada día que pasa es un día más en que se viola la Constitución de la República y la usura sigue sumergiendo a más familias uruguayas.
¿Y cuándo tomaremos medidas para revertir la crisis demográfica? Gobierno tras gobierno se pasan la pelota y se sumergen en la inoperancia. ¿Qué esperamos? ¿Que sea demasiado tarde? ¿Alguien cree realmente que estimular el aborto es parte de la solución?
¿Seguiremos conviviendo con una ley que condena al hombre ante la mera denuncia, sin darle garantías para defenderse?
Son solo algunos de los asuntos que están esperando solución. La pregunta que desde el sentido común cualquier ciudadano puede responder: ¿no será la solución a cualquiera de estos problemas infinitamente más importante que discutir sobre la idoneidad de las embajadoras designadas, o sobre el cumplimiento o no de las obligaciones tributarias de los jerarcas?
Mientras tanto seguramente se está preparando el próximo capítulo de la guerra farandulesca…