A casi dos meses de asumido el nuevo gobierno, la incertidumbre se apodera de los sectores tanto a nivel sindical como empresarial. El economista Nicolás Cichevski, en su condición de gerente senior de la práctica de Análisis Económico de CPA Ferrere, fue entrevistado por La Mañana y brindó su visión sobre la realidad económica del país.
En los últimos días, el ministro Oddone dijo que el corazón de la política económica es el crecimiento. Los números indican un crecimiento a la baja. ¿Cómo hacemos para recuperarlo? ¿Y sobre qué bases?
No es una novedad que Uruguay viene creciendo por debajo de su potencial hace ya una década. En ese contexto está claro que no solo por motivos de bienestar de la población, sino también desde el punto de vista de las prioridades definidas por el gobierno, es necesario que Uruguay vuelva a crecer a tasas más cercanas al 2% o 2,5%. Pero también porque es necesario financiar las propuestas que este gobierno quiere realizar. Entonces, en definitiva, es clave para cumplir con las demandas de la sociedad que Uruguay vuelva a crecer a tasas más dinámicas. El principal desafío quizá es que los últimos años de la pandemia fueron 10 años muy diferentes a los 10 anteriores en materia de contexto externo, con Argentina estancada hace 15 años y Brasil con tasas de crecimiento desde 2015 muy por debajo de lo que se observaba previo a ese año. Y en ese contexto Uruguay no ha logrado, o si se quiere, no ha tenido un escenario externo, una demanda externa dinámica. Y eso obviamente es un desafío de cara a los próximos cinco años, agravado por el deterioro reciente generado a partir de la guerra comercial, que marca que si bien es posible que en 2025 Uruguay crezca por encima del 2%, porque todavía venimos con cierto arrastre del año anterior y de la recuperación, si se quiere, de la sequía y del sector turístico, cuando uno intenta proyectar 2026 o más allá de 2026, que es esencialmente el quinquenio que es abarcado por la Ley de Presupuesto, todo parece indicar que se requiere primero, es clave, incrementar los niveles de inversión. En eso el ministro ha sido enfático y los datos lo confirman. En definitiva, los últimos 10 fueron años, en general, con tasas de inversión por debajo de las necesarias para que Uruguay crezca de forma dinámica. Y en general las excepciones han estado apalancadas por grandes obras: Ferrocarril Central, UPM, en su momento previamente por la construcción de la segunda planta de celulosa, ya hacia 2014-2015, y en este marco es que es imperativo lograr incrementar el crecimiento.
¿Por qué, atento a lo que tú mencionas del estancamiento de la economía argentina, de la desaceleración de la economía brasileña, Uruguay no ha logrado captar en los últimos tiempos las grandes inversiones, por el contrario, estamos asistiendo a que por diferentes razones hay empresas que se están retirando del país?
Claramente, si uno piensa en el sector productivo uruguayo, que es un sector heterogéneo en materia de competitividad, por un lado tenemos, a modo de ejemplo, el complejo forestal celulósico, que ha incrementado su interés en la economía, que es competitivo a nivel internacional, también ocurre con la provisión de algunos servicios de tipo software y servicios informáticos; el complejo de la carne, si bien tiene sus desafíos, es un sector que es competitivo y que exporta productos de primer nivel a las principales economías del mundo. Creo que, al mismo tiempo que ocurre esto hay otros sectores que sí presentan más dificultades, en algunos casos por motivos de competitividad externa, es decir, obviamente hay temas de escala que hacen que la producción de lácteos en Brasil sea más rentable que la producción a bajas escalas en Uruguay. Eso es, por ejemplo, uno de los problemas que han estado arriba de la mesa, luego hay obviamente industrias que, pensando en el caso de las autopartes que ha estado también arriba de la mesa, son industrias particulares que dependen de subsidios específicos con destinos de su producción también específicos, muchas veces dentro del Mercosur, y eso complejiza el desarrollo de esas industrias. Entonces, en definitiva, es posible que Uruguay esté transitando, en realidad las economías en general siempre lo hacen, pero es natural, en cierta forma, que haya sectores que se vuelvan más competitivos y sectores que se vuelvan menos competitivos.
¿Cuánta incidencia tiene dentro de estas demandas la exigencia salarial, que para algunos no va en línea con la tasa de crecimiento del país?
Cuando hablamos de los temas salariales, debemos hacerlo como un gran compendio de subtemas, por ejemplo, una de las discusiones es cuál debe ser el incremento de los salarios en términos reales, en términos de poder de compra. El margen para incrementar la masa salarial, que es la combinación de empleo, cantidad de personas ocupadas y salarios, en el fondo está determinada por el crecimiento de la economía. La economía crece al 2% y los salarios crecen al 2%. Quizá una forma de ver, de contrastar esto, es lo que ocurrió en los últimos 10 años, en un contexto en donde la economía creció muy poco. Entre 2015, 2020, 2019, los salarios continuaron creciendo al ritmo del 1%, o 1,5%. Eso generó que, en definitiva, no se crearan puestos de trabajo en el segundo gobierno de Tabaré Vázquez, incluso hubo una caída. Y en el último quinquenio, la variación del salario real promedio para la economía estuvo un poco más alineada, probablemente, a lo que fue el incremento promedio de la productividad, y eso dio espacio para que se crearán más puestos de trabajo. Eso es uno de los fundamentos detrás de la necesidad de apuntar a que la negociación colectiva reconozca de mejor forma o incorpore en su proceso de determinación de los salarios los niveles de productividad, que son muy heterogéneos entre sectores, entre regiones, entre tamaños de empresa. Pensemos por qué los niveles de informalidad en el norte del país son sensiblemente más altos que en el sur del país.
Con este panorama, ¿la desindexación salarial sería la solución más adecuada?
Lo que pasa es que la desindexación es un tema, yo sé que es complejo de transmitirlo y las discusiones muchas veces, por lo menos lo que yo he visto de las discusiones respecto a este tema, han estado mal enfocadas. Si yo te aseguro que la inflación de acá a 2030 va a ser 5% todos los años y todos estamos convencidos de que la inflación va a ser 5%, entonces ahí los correctivos por inflación o la desindexación se vuelven menos relevantes porque todos diríamos que queremos que mejoren los salarios un 1% todos los años, un 2% todos los años. Bueno, si sabemos que la inflación es 5% aumentemos los salarios un 6% o un 7% y se acabó el problema. Los correctivos por inflación o la desindexación de salarios y de contratos surge por el hecho de que, en Uruguay, sobre todo décadas atrás, no tanto en tiempos más recientes, los niveles de inflación eran elevados y en cierta forma no necesariamente el Banco Central se planteaba un objetivo de inflación de 5%, pero la inflación terminaba siendo 5%. Entonces, en la medida que existe incertidumbre respecto a cuáles son los objetivos del Banco Central, es natural que trabajadores y empresas, una empresa que contrata a un proveedor, quieran asegurarse contra la inflación. Los correctivos por inflación son un seguro contra la volatilidad en la tasa de inflación esperada. ¿Esto quiere decir que no tiene ningún tipo de sentido que existan correctivos por inflación? No. Primero, creo que no es esperable y no creo que sea lo que está en los planes del gobierno pasar de un contexto en donde hay correctivos de inflación anual a un contexto en donde directamente no existen los correctivos por inflación. ¿Por qué? Porque, en primer lugar, el Banco Central está todavía construyendo su credibilidad. Venimos de dos años con inflación dentro del rango meta, más bien sobre el techo que sobre el centro de la banda. El nuevo director del Banco Central se ha propuesto continuar con este proceso de convergencia de la inflación a niveles más comparables con el estándar internacional, y en la medida en que las decisiones del Banco Central continúen estando alineadas a ese objetivo, tanto empresas como personas, como analistas, empezaremos a prever menores tasas de inflación y tasas de inflación más consistentes, o empezará a ser más creíble el objetivo de inflación del gobierno. Y en la medida en que eso va ocurriendo, la indexación va perdiendo su razón de ser.
En medio de toda esta discusión, esperando por el Presupuesto, reaparece el problema de las cajas paraestatales. ¿Las soluciones que se están ofreciendo, por ejemplo, para cajas de profesionales, son las adecuadas o esto es un problema que está instalado y ahora hay que buscar otra solución?
El problema financiero de la Caja Profesional se explica, al igual que en la mayoría de los sistemas de reparto, por los cambios demográficos, en este caso, agravados por parámetros que distan considerablemente de los que rigen para el régimen general. Ello genera que actualmente el monto que los pasivos perciben luego de retirarse sea notoriamente superior a lo aportado durante la etapa activa. En este contexto, sería deseable que (idealmente) por motivos de equidad intergeneracional el grueso de la “solución” provenga de los pasivos. En la medida que existen restricciones fiscales y que cada peso que se destine a asistir a la Caja es un peso que no puede destinarse a financiar otras políticas públicas, sería deseable que la contribución del Estado sea mínima (idealmente nula). Sin perjuicio de lo anterior, es esperable que para alcanzar una solución consensuada y políticamente viable sea necesaria una contribución de todas las partes involucradas.
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