A medida que avanza la nueva gestión, los anuncios de política económica van generando expectativas en unos y desconcierto en otros. El economista Gustavo Licandro, subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas en el período 1991-1995, consultado por La Mañana analizó la situación económica actual.
A medida que van pasando los meses después de la asunción del gobierno, el ministro de Economía, Gabriel Oddone, ha ido adecuando el discurso a una realidad económica que aparentemente desconocíamos: política fiscal restrictiva, escasez de recursos. ¿Cuál es la realidad de acuerdo con su visión?
La situación fiscal es sensiblemente peor de lo que se había dicho o bien interpretado en la campaña electoral, tanto por el oficialismo del momento como el Frente Amplio, que luego ganó la elección. Con lo cual, ahora que está claro que la situación fiscal, el déficit fiscal está en el entorno de cinco puntos del producto, y según la información de estos primeros meses de la gestión del Frente Amplio la situación fiscal no ha mejorado, ha empeorado, claramente la discusión principal del año, que es la Ley de Presupuesto, tiene un condimento muy distinto al que ellos pensaban que iban a encontrar. Entonces, creo que todavía es aventurado pensar que vamos a ver una Ley de Presupuesto contractiva y austera en materia de gasto, porque en definitiva hay todo un planteo inicial en el sentido opuesto. Creo que van a ser meses muy discutidos, en los que claramente las intenciones de incremento de gasto o buena parte de ellas van a quedar por el camino.
¿Cómo se soporta la presión sindical, que ha sido muy fuerte, incluso apoyada desde algunos ministerios, con la generación de nuevos impuestos, hasta la sobrevaloración de salarios que no se condicen con la realidad del país?
Ya las pautas salariales para estos Consejos de Salarios que anunció el gobierno son, en mi opinión, bastante expansivas con respecto a la realidad del país. Proponer ya como piso que el salario real va a subir y que van a seguir existiendo las cláusulas gatillo, claramente pone un piso en el mercado laboral que mientras exista financiamiento externo, mientras exista una actividad en servicios razonablemente dinámica, eso no se va a reflejar en desempleo. Pero, el riesgo de salarios reales creciendo en un país donde la competitividad está cayendo semana a semana es que la tasa de desempleo en algún momento empiece a aumentar porque, en definitiva, el sector privado no va a estar en condiciones de mantener ese nivel de actividad. En materia de sector público, vamos a ver ahora cuáles son los lineamientos en materia de salarios públicos, pero si son similares, implica que el gasto público va a seguir creciendo. En las últimas horas se escuchó un anuncio vinculado a incrementos en pasividades bajas por encima de lo que marca la Constitución, que es la indexación con índice medio de salarios, y eso también implica incremento de gasto público. Así que, en realidad, por ahora solo estamos escuchando anuncios en el sentido de más gasto, y eso podrá ser un poco más moderado o podrá ser moderado respecto a la expectativa, pero todavía estamos en la línea de un crecimiento del gasto público. Ese es un tema que debe preocuparnos.
El ministro Oddone había anunciado en el arranque de su gestión que la inversión es el corazón de la economía. ¿Realmente podemos pensar en que puedan llegar inversiones importantes que se interesen en aportar en el país y de esa manera ir equilibrando las cifras?
En Uruguay hace muchos años que la inversión es muy baja. La inversión bruta, el año pasado, por ejemplo, cerró en 17%. La amortización de capital es del orden del 15% del pib. La inversión hace mucho tiempo que está en niveles bajos. Entonces, en el escenario actual, ¿hay alguna señal que haga pensar que la inversión va a ir a niveles por encima del 20%, supongamos que del 22, 23%? Por ahora ninguna. En realidad, todas las señales están siendo de más gasto público, por lo tanto, más presión fiscal, más endeudamiento del país por cuanto el nivel de actividad sigue en aquellos niveles de largo plazo de uno y algo por ciento anual. Así que, en realidad, yo no estoy viendo ninguna señal que me haga pensar que la inversión de un día para el otro se va a despertar y vamos a tener una inversión tal que explique una tasa de crecimiento más alta y, por lo tanto, un nivel de recaudación mayor y una mejora de situación fiscal. O, por lo pronto, mejora de situación fiscal aun cuando el gasto público sigue aumentando. Yo creo que el Uruguay está en un camino complejo, que lo va a poder sostener mientras tenga capacidad de colocar deuda pública. El día que el mercado financiero cambie de humor, Uruguay tendrá un problema y tendremos que ver otra forma de resolver las cosas que las que estamos viendo ahora.
Oddone estuvo en el departamento de Artigas haciendo anuncios de medidas económicas, con el combate la informalidad como principal objetivo. Hace pocos días el director de la DGI dijo que la meta es bajar un 20% la morosidad, dejar de lado la informalidad y combatir la morosidad. ¿Es el camino?
Nunca está mal que la economía se formalice y que los niveles de morosidad en materia de obligaciones públicas bajen. Pero, claramente, también todo eso tiene sus determinantes y estos pasan por niveles de impuestos, niveles de imposición muy elevados, y problemas de competitividad, por ejemplo, hoy con Brasil. Antes los tuvimos con Argentina, ahora los tenemos con Brasil. Contra eso no hay ninguna decisión por decreto o voluntaria, ningún voluntarismo que lo pueda resolver.
Con la intención de bajar impuestos y mejorar la recaudación, ¿hay alguna posibilidad de aplicar políticas económicas como se aplican en Paraguay, por ejemplo, y de esa manera se exige mucho más y la gente asume y se compromete?
Paraguay tiene un nivel de gasto público infinitamente más bajo que Uruguay –y conozco bastante porque algo tuve que ver en su momento con eso– y una estructura tributaria muy sencilla y con gravámenes que generan muy poca tentación a la evasión. Entonces, el punto de partida de Uruguay no es poner una estructura tributaria como la de Paraguay, es bajar 10 puntos al gasto público, bajar del 36,5 en que estamos hoy en términos del producto, volver al 25 que estábamos cuando terminó la administración del Dr. Batlle, o, si fuéramos más ambiciosos, volver al 22% que era el gasto público cuando terminó el gobierno de Lacalle Herrera. Bueno, hoy estamos en 36,5 y todo apunta a que va a seguir subiendo en términos del producto. El gasto va a subir más de lo que sube el producto en términos constantes. No hay ningún analista de inversiones ni generador de políticas que pueda aproximarnos a la realidad virtuosa que tiene Paraguay hoy cuando partimos con una mochila tan pesada.