Otra vez el tema está sobre la mesa. El lunes la Asociación Uruguaya de Fútbol presentó un estudio realizado con el fin de conocer el valor de los derechos de televisión. Las versiones son encontradas.
Por un lado, se sabe que el presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez, mantiene una vieja enemistad con el empresario y dueño de Tenfield, Francisco Casal. En el microclima el fútbol sudamericano se dice que habría una orden expresa de Domínguez para terminar con cualquier tipo de negociación con Paco Casal. Detrás de ideas similares a las del presidente de Conmebol se alinearon futbolistas de la selección a partir de 2010, liderados por su capitán Diego Lugano.
Lo cierto es que cada tanto surge la chance de renovar los derechos para transmitir los partidos del fútbol local y comienzan las polémicas.
El ejecutivo actual es fruto de un congreso de AUF que fue modificado en 2018 a raíz de una intervención de Conmebol que para muchos fue vista como un “golpe de Estado”. Tanto debate generó, que ningún dirigente histórico aceptó integrar el triunvirato necesario para gobernar durante seis meses mientras se redactaba un nuevo estatuto de AUF. Lo interventores fueron finalmente Pedro Bordaberry, Armando Castaingdebat y Diego Scotti.
Se dijo que el fútbol del mundo iba camino a un cambio en la integración de los congresos, en donde no se estilaba más que los clubes profesionales fueran los “dueños” de las federaciones. Pero lo cierto que pasaron siete años y nada de eso pasó. Ninguna federación de Conmebol tiene un congreso similar, ni siquiera el Paraguay de Domínguez o la Argentina campeona del mundo. Mucho menos Brasil. Y en Europa los clubes profesionales formaron ligas dentro de sus federaciones para hacerse cargo de sus derechos sin tener que explicarles a estamentos que no tienen nada que ver con ellos. Eso es lo que la mayoría de los clubes aprobó en Uruguay y sería la Liga Profesional que AUF está rechazando.
Los clubes pasaron de ser el 95% a 66% del congreso y aparecieron los futbolistas, los técnicos, el fútbol sala, fútbol femenino, árbitros, el fútbol del interior, etc. En algunos casos deportistas amateurs y en otros directamente empleados subordinados de la AUF como los árbitros. Pero lo más llamativo es el peso que cada colectivo tiene en los votos:
Fútbol profesional: los 16 clubes de Primera división (tienen dos votos cada uno) tienen 32 votos y 14 clubes de Segunda División con un voto cada uno.
Fútbol amateur: 9 votos de OFI, 6 de Primera División Amateur, 1 fútbol femenino y 1 futsal.
Grupos de interés: 11 jugadores, 1 entrenadores, 1 jueces.
Lo cierto es que ahora para elegir presidente tiene el fútbol del interior, que es amateur y ni siquiera participa de los campeonatos oficiales, 9 votos contra 2 de Peñarol o Nacional.
Los jugadores ya no son representados por la Mutual de Futbolistas, fundada por Dalton Rosas Riolfo y Obdulio Varela, etc., y ha quedado absorbida por una flamante Asociación de Futbolistas que fundó Diego Lugano, que es su presidente y dentro de cuyo paraguas está la Mutual, pero ya sin independencia, junto a otros colectivos. La organización creada por el excapitán de la selección habilita solamente a participar en ella a quienes juegan al futbol desde 2005, eliminando cualquier injerencia de lo anterior. Tiene 11 votos contra 2 de cualquier equipo de primera.
O sea que para elegir presidente de AUF se precisan 39 votos. Si tenés a OFI y los jugadores ya conseguiste 20. Con la divisional C también amateur, que se llenó de decenas de SAD misteriosas y suman 6 votos, más el manejo de los árbitros como empleados con 1 voto, el femenino sumergido y presionado con otro voto, el futsal que además de amateur no es el “verdadero” fútbol y los entrenadores a quiénes se les ofrecen cargos, cursos y viajes pagos se llega fácilmente a 30 sufragios. Cuatro SAD de primera o 8 clubes también SAD de segunda te dan la victoria cómoda.
Luego el presidente elige sus 6 neutrales y tiene derecho a veto. O sea, todos son afines y jamás controlarán ni retrucarán nada.
Es un sistema perverso en donde los contratos de Bielsa que a la AUF le cuesta 24 millones de dólares o de Nike por supuestos 40 millones son confidenciales. De golpe la transparencia pierde con la confidencialidad. Puede que no haya nada que ocultar, pero el manejo no parece claro para muchos clubes.
Hoy Tenfield paga 22 millones por año. Ha habido ofertas por 7 millones anuales extra desde 2017 que fueron rechazadas y luego otras de 10 millones extra anuales en 2021. Ninguna quiso aceptarse para que a cambio no se extendiera el contrato de Tenfield. Puede ser una jugada inteligente de la AUF si aparece alguien que supere esas cifras. En los últimos 5 años Tenfield quedó con 50 millones en su caja porque la AUF no los quiso. Si de verdad lo que importa es recibir el máximo de dinero habrá que algún día pasar raya y hacer números y ver si era tan nefasto lo anterior.
Siempre cuento que Morena fue vendido en 600 mil dólares. Hoy no se hubiese ido por menos de 30 millones. Nadie le robó a Peñarol, el mundo cambió. No pueden hacerse cuentas de épocas diferentes y argumentar que hubo abusos.
Si Tenfield paga 22 millones (de los cuales 8 son para Peñarol y Nacional, que son los que generan) y ofreció 10 millones más estamos hablando que desde 2021 la empresa aceptaba pagar 32 millones anuales. Hoy aparentemente se habla de 35 a 37 a lo que llegaría la empresa. Las cosas van cambiando cada 4 años y nadie apostará a un negocio si no piensa que le va a ir bien.
Si yo compro un apartamento en el pozo por 100 mil dólares, 18 meses después ya terminado vale 130 y a los 2 años vale 170. El tema no es que estafé a alguien comprando en 100. Era el valor del momento. Pagar 100 en el pozo exige riesgo, confianza, tener espalda, respaldos, y si sale mal tener fuerza y capacidad para ir “a llorar al cuartito”.
Tenfield puede haber cometido errores, pero decir que una cláusula de igualación hace le mal a la licitación también es engañoso. Por ejemplo, la copa del mundo es copa Coca Cola. Supongamos que paga mil millones y Pepsi dice que está mal, que vale 2 mil millones. En la próxima licitación Pepsi se presenta, ofrece los 2 mil millones que pregona. Si Coca no quiere se embroma y Pepsi feliz con su gran apuesta. Pero si Coca empata, Pepsi debilita a su rival haciéndolo pagar el doble. Y la FIFA feliz porque como nos venden en Uruguay “lo que importa es que le entre más plata al fútbol”.
Entonces, a sincerarnos por favor. ¿Queremos más plata o queremos eliminar a una empresa para manejar todo en el marco de la confidencialidad y el secretismo, con los votos cautivos y sin poderes independientes?
Todos saben que trabajo en Tenfield, fui fundador periodísticamente hablando e ideólogo desde antes, cuando desembarcó en Uruguay TYC Sports en 1994. Yo también digo que quiero que los clubes tengan más dinero y que la selección sea campeona del mundo. Pero también digo sin disfraz en dónde trabajo. Y no me gusta que demonicen a la empresa en la que estoy hace tanto tiempo. La demonización sirve para desacreditar ante la opinión pública, pero los clubes saben que precisan soluciones, no razones.
Creo que hay gente de bien de ambos lados de la grieta y que a la larga se sentarán a conversar y encontrar la cifra adecuada para que todos queden conformes.
Igual, lamentablemente, el problema de la inviabilidad del fútbol uruguayo profesional no se arreglará con la TV, ni con la camiseta, ni con venta de entradas, ni con transferencias de jugadores.
Somos 3,5 millones y demasiado hemos logrado y debemos saber que el mundo ha cambiado como para andar asustar con la llegada del “cuco”.