Nadie puede negar el éxito de Carlos Gardel, pero son muy pocos los que saben que ese éxito se terminó de consolidar en los Estados Unidos, donde días más tarde de su arribo debutó y triunfó en la emisora radial NBC en Nueva York, el 31 de diciembre de 1933, hasta el anuncio el 20 de marzo de 1935, de la presentación de sus últimas dos películas, El día que me quieras y Tango Bar.
En lo que se conocería como la última gira, donde se pudo observar en forma genuina el cariño y la pasión que generaba en millones de personas, éxito que solo el destino pudo coartar, se marcó el fin del sueño de un continente, dando origen al nacimiento de otro, enmarcado en la figura del mito, donde su público lo encumbró en un éxito sin precedentes, que perdura hasta nuestros días. Su popularidad había roto todas las fronteras y, gracias a la magia del cine, su figura y su arte alcanzaron dimensiones imposibles de imaginar, generando una devoción nunca antes vista hacia un cantante popular. A priori parecen exageradas estas definiciones, pero no son opiniones que surgen de la admiración sino de una realidad documentada, que se puede corroborar fácilmente observando las crónicas de los diarios, las fotografías y algunas películas mudas de índole periodístico tomadas durante la gira. En esas pruebas irrefutables se puede constatar fehacientemente el fervor popular que despertaba la presencia del cantor, a quien llamaron el Rey del Tango, en cada una de las ciudades o pueblos latinoamericanos en los que actuaba. Afirmaba Gardel en una de sus cartas: “En Puerto Rico el éxito fue grande y el público me colmó de atenciones, sobre todo el pueblo, que me demostró un cariño realmente conmovedor. La llegada a Caracas fue algo también increíble. Miles de personas estaban en la estación y se produjo un tumulto formidable”.
Pero de su gira hablaremos en otro momento, ya esperamos en los próximos meses del año que viene contarles, a modo de capítulos, gran parte de esa hazaña, así como hablarles de su persona, el gran ser humano que quedó eclipsado por su éxito, así como de sus proyectos futuros, que hubiera sido el de un país o continente, ustedes podrán juzgarlo, ya que iremos desembrando el mito, buscando al hombre.
“Mi fama no es mía, es de mi país, de mi pueblo. A quien aplaude el público no es a Carlos Gardel: es al arte popular nuestro, al alma nuestra que, por una casualidad feliz, me ha tocado interpretar a mí lo mismo que hubiera podido hacerlo cualquier otro cantor sudamericano”. Gardel, 31 de mayo de 1935.
Este año inició el 90 aniversario de aquella gran hazaña, que se terminó de concretar con la presentación de su mejor película, El día que me quieras, donde el propio Gardel descubrió su potencial. En una de sus últimas cartas a su madre lo contó con estas palabras: “Como ya sabrás terminé mis películas, de las que estoy muy contento. Supongo sabrás que te extraño y que esta película mía se ha estrenado en el cine Broadway de Buenos Aires con un enorme éxito, superior a Cuesta abajo, y yo pienso que si esas películas gustaron tanto estas dos últimas que hice son superiores ciento por ciento, más, sobre todo, una titulada El día que me quieras. En esta película la gente llorará, es muy sentimental y yo estoy hecho un gran actor dramático. Cuando vayamos a Buenos Aires las verás y va a ser el éxito más grande que he tenido”.
“Yo, sin pretensiones de ser nada extraordinario, creo que nací cantor. Desde muy chico me entusiasmaba cantar y durante mucho tiempo fui el cantor de mis amigos. Ya un poco más grande comencé a frecuentar teatros, siendo de preferencia el género lírico. Me entusiasmaba escuchar a los grandes cantantes de la época, y yo, cosa de muchacho, soñaba en llegar a ser como ellos algún día. Esto no hay duda de que influyó mucho en mí, pero como es lógico, no podía aceptar la influencia de un gran artista lírico para cantar tangos. Esos fueron mis primeros conocimientos artísticos y así fue como conseguí obtener aquella voz blanca con la cual me di a conocer. Después todos saben lo sucedido: seguí cantando y siempre tratando de superarme”. Gardel, 18 de marzo de 1933.
Dice el dicho “para muestra solo basta un botón”, y lo bueno si es breve es dos veces bueno, por eso, queridos amigos, para este nuevo año 2025, queremos hacerlos partícipes de un juego, e ir contándoles las historias sobre las vivencias de Gardel de los últimos seis meses previos a la tragedia final. Haciendo un paralelismo cronológico, como si él mismo les estuviera relatando lo que estaba viviendo, se irán sucediendo los testimonios verídicos ocurridos la semana anterior para que puedan ser protagonistas atemporales, si esto es posible, de esta última gesta. Todo esto es posible gracias a la correspondencia personal de Gardel que está en poder de la Fundación Internacional Carlos Gardel y creemos que de esta manera se puede entender por qué 90 años después de su muerte, este gran hombre sigue despertando pasión a millones de fans, a los que llamamos gardelianos.
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