El pasado 25 de abril asumió el nuevo directorio de INAU, en un evento que marca el inicio de una nueva etapa para la institución, que estará encabezada por la Dra. Claudia Romero y el Lic. Mauricio Fuentes. En la actualidad, el INAU atiende a 106.857 niños, niñas y adolescentes y a 52.000 familias en todo el territorio.
En la ceremonia de asunción se dejó claro el número importante de niños y de familias que atienden en el territorio. En relación con ellos, ¿cuáles son los desafíos para el período?
Nosotros estamos elaborando algunas líneas de trabajo que son, en concreto, cuatro y que son para nosotros las prioridades. Una de estas prioridades tiene que ver con el fortalecimiento institucional. Es decir, nosotros vemos que hay un gran déficit con los sistemas de información de la institución, es decir, con la posibilidad de hacer un seguimiento en las trayectorias de vida de niñas, niños y adolescentes, en el diálogo que los sistemas de información del INAU tienen con relación a los sistemas de información de otros organismos del Estado que también trabajan con niñas, niños y adolescentes. La posibilidad de que los sistemas de información institucional nos aporten mayores insumos para la toma de decisiones estratégicas es fundamental.
Todo eso es una línea de fortalecimiento institucional que para nosotros es muy importante. Y otra línea muy importante en el fortalecimiento institucional tiene que ver con una política de recursos humanos a nivel de la institución que involucra varios aspectos. Por ejemplo, el INAU no tiene en funcionamiento una unidad destinada a salud ocupacional. Obviamente hay una gran cantidad de funcionarios y funcionarias que trabajan diariamente en cuestiones directamente vinculadas con las mayores vulneraciones de derechos que pueda atravesar una niña, niño o adolescente. Y evidentemente estar con esa exposición cotidiana a tantas situaciones de sufrimiento, de dolor, de violencia, incluso con adolescentes o niñas o niños que como resultado de esas trayectorias de vida, también evidentemente desarrollan conductas que afectan su convivencia con el entorno o con el mundo adulto en particular. Entonces, todo ese conjunto de situaciones hace que las personas que están en la primera línea de atención estén muy expuestas y no necesariamente tienen el cuidado de la institución INAU para respaldar su tarea, para poder acompañar su proceso de salud mental, para poder pensar incluso en políticas de rotación cada determinada cantidad de años. Porque pensar que una persona pueda estar como educadora en un centro 24 horas durante 25, 30 años seguidos, incluso trabajando de noche durante períodos de años, trabajando siempre en el mismo turno nocturno, no nos parece saludable. Es decir, hay todo un gran conjunto de cuestiones que pensar en salud ocupacional.
¿Estamos hablando de un reordenamiento institucional?
Justamente ahí vamos al punto dos y al punto tres de lo que queremos hacer, que están muy vinculados uno con otro, pero los separamos por un criterio. El segundo punto que nosotros queremos trabajar a nivel más estratégico tiene que ver con la atención a niñas, niños y adolescentes en los contextos comunitarios. Para poner un ejemplo muy concreto, que seguramente es de los más difundidos, nos referimos a las modalidades de tiempo parcial que el INAU tiene en territorio, que las más divulgadas son los centros CAIF, o los CAPI, o los centros Siempre, para primera infancia. Para niñas y niños en edad escolar o en la etapa de infancia, los clubes de niños. Y para adolescentes, los centros juveniles. Esas son las modalidades más difundidas.
Después, hay otro tipo de programas. Nosotros entendemos que ese tipo de instituciones de atención en lo que se llama tiempo parcial, es decir, modalidades de atención que pueden ser de cuatro, seis u ocho horas, son sumamente necesarias para atender cuestiones que tienen que ver con la pobreza, con la vulnerabilidad que hay en un territorio, con la posibilidad de que los referentes adultos familiares puedan ir a trabajar, porque también estas instituciones cumplen un rol de cuidado. Entonces, hay un gran desafío para nosotros en todo ese tipo de dispositivos o de instituciones que tiene que ver con cómo hacer que los formatos de estas instituciones se adecuen a las necesidades del territorio, de la gente, de las familias, de las niñas, niños, adolescentes. Es decir, los clubes de niños, los centros juveniles son propuestas sumamente necesarias. Ahora bien, si un centro juvenil tiene un cupo, por ejemplo, para 40 adolescentes y cotidianamente van 20, hay varias formas de mirarlo. Una forma de mirarlo, que no compartimos, puede ser decir, bueno, no hay tanta demanda, entonces cerramos cupos y en vez de que atienda a 40, pedimos que este centro juvenil atienda a 20. Nosotros no compartimos esa mirada. Para nosotros es necesario que, por ejemplo, los centros juveniles desarrollen propuestas y quizás no necesariamente todas esas propuestas se tengan que desarrollar en el marco de esa institución, sino que tal vez puedan ser propuestas que se lleven a cabo en algunos espacios en los que las y los adolescentes están. En las plazas, en las esquinas, en el liceo, en la UTU. ¿Cómo hacemos para que lo que la institución ofrece se adecue a las necesidades de las y los adolescentes en ese caso? De pronto podemos pensar en la escuela, la educación formal, en la etapa infantil. Eso tiene turnos, dependiendo del turno que estemos hablando y de la modalidad de institución educativa, funciona hasta las 4 o 5 de la tarde. Quizás los clubes de niños puedan funcionar algunos en el horario que están funcionando y quizás podamos pensar en algunas instituciones o centros desde el INAU para la etapa vital de la infancia y que arranquen a funcionar a las 5 de la tarde y que capaz que funcionan de 5 a 9 de la noche. ¿Por qué? Porque eso permite adecuarse a las necesidades de un barrio donde hay una escuela de tiempo completo y donde las niñas y niños cuando salen de la escuela no tienen nada para hacer hasta el día siguiente y están expuestos a la mayor cantidad de riesgos justamente en el horario en el que la escuela está cerrada, el club de niños ya no funciona, la policlínica ya cerró, es decir, todas las instituciones ya se fueron porque llegaron a las 5 de la tarde.
¿Estamos hablando de zona de contexto crítico?
Estamos hablando de instituciones que están ubicadas en ese tipo de territorio o no necesariamente, porque estamos hablando de que, por ejemplo, el Plan CAIF es una política pública que está muy arraigada en un montón de contextos, pero también mantiene una modalidad de atención que es de un horario matutino o vespertino. No estamos pensando en instituciones, por ejemplo, en contexto nocturno. Diría que hay poquitas experiencias de las que hoy por hoy existen en el marco del INAU que funcionan en un horario nocturno en la modalidad de tiempo parcial. No es únicamente el horario lo que hay que adaptar, pero es parte de la cuestión. Ese es el segundo punto.
El tercer punto tiene que ver con lo que son los sistemas, el sistema de protección de 24 horas. Es decir, niñas, niños o adolescentes que, por alguna razón, son separados de su contexto familiar de origen y que, al no tener otra alternativa de cuidado, tienen que ir a lo que comúnmente se denomina los hogares del INAU. En toda esa línea, nosotros entendemos que hay tres grandes cuestiones que tenemos que trabajar. Una, por eso le decía que estaba muy vinculado con el segundo punto, es qué pasa antes. Es decir, qué trabajo hicimos nosotros con las familias en los barrios para que una niña o niño nunca tenga que llegar a una condición de institucionalización, para que nunca tenga que ser separado o separada de su contexto familiar. Si hay riesgos de violencia, nosotros tendríamos que haber generado un montón de estrategias previas para que esa situación no ocurriera. Una vez que ocurre, obviamente, ya hay que pensar en otro tipo de abordaje. Pero creemos que hay una gran veta de trabajo que tiene que ver con si nosotros mejoramos el trabajo preventivo en el territorio, el sistema de protección de 24 horas no tendría la situación de colapso que hoy en día tiene. ¿Por qué? Porque ingresarían muchas menos niñas, niños y adolescentes. Esa es la primera etapa. Lo segundo tiene que ver con que, una vez que ingresaron a ese sistema de protección, qué es lo que estamos haciendo adentro de esos hogares. Y ahí creemos que hay varias líneas de trabajo que tienen que ver con cómo fortalecemos justamente las alternativas al hogar. Es decir, el 87% de las niñas, niños o adolescentes que hoy por hoy están en los hogares del INAU tienen algún vínculo familiar con el que sostienen relación. No quiere decir esto que ese 87% de los que hoy están en hogares del INAU puedan efectivamente irse a vivir con ese vínculo familiar con el que tienen relación, pero capaz que algún porcentaje sí.