La doctora Selva Alé es directora del Instituto Uruguayo de Alergia y Dermatología y presidente de la Sociedad Uruguaya de Alergia e Inmunología. En diálogo con La Mañana, expuso los principales cuidados que se deben tener en esta temporada de verano, fundamentalmente, para mantener una piel saludable y disminuir los riesgos de problemas de salud posteriores a una exposición al sol inadecuada.
Si bien el cuidado de la piel es algo que se debe fomentar y realizar durante todo el año y en todas las etapas de la vida, la exposición al sol durante la temporada de verano puede generar daños agudos y crónicos. Según la entrevistada, entre los agudos, las quemaduras solares son las más frecuentes y provocan enrojecimiento, ardor y, en casos severos, ampollas. Cada quemadura, especialmente en la infancia y adolescencia, deja una huella en la piel y aumenta el riesgo de cáncer cutáneo.
A su vez, Alé que se desempeña como Jefe de Servicio de Dermatología y Jefe de Servicio de Alergia de la Asociación Española, mencionó que se observan reacciones de fototoxicidad y fotoalergia, que aparecen cuando la piel se expone al sol tras el contacto o la ingesta de sustancias fotosensibilizantes presentes en medicamentos, cosméticos, perfumes o plantas. “A largo plazo, el daño solar acumulado produce fotoenvejecimiento, es decir, arrugas profundas y prematuras, manchas solares, pérdida de elasticidad, flacidez, engrosamiento, sequedad, vasos sanguíneos visibles y daño del ADN cutáneo, con aparición de lesiones premalignas y cáncer de piel”, explicó.
A esto se suma que Uruguay se encuentra en una latitud donde la radiación ultravioleta incide de forma más directa, con menor filtrado de la capa de ozono y que puede verse afectado por el agujero de ozono antártico. “En verano, el índice UV suele alcanzar niveles muy altos o extremos, entre 11 y 13 o más. La baja contaminación ambiental reduce el filtrado natural de la radiación y las arenas claras de las playas reflejan hasta un 20% adicional de radiación, incluso bajo una sombrilla. Todo esto explica la alta incidencia de cáncer de piel en el país”, detalló la doctora.
En ese sentido, se le consultó cuáles son los errores frecuentes que comenten las personas al utilizar protector solar y aseguró que lo más común es la aplicación de cantidades insuficientes. Comentó que la mayoría de las personas usa aproximadamente la mitad de lo necesario. “Para un adulto se recomienda una cucharita de té colmada para cara y cuello y una palma de mano para el resto del cuerpo. También es frecuente no reaplicarlo correctamente: debe colocarse 20 a 30 minutos antes de la exposición y renovarse cada dos horas y después del baño, sudoración o actividad física”, aseguró Alé.
Dijo que otro error es olvidar zonas expuestas como orejas, cuello, manos, pies o cuero cabelludo y que, a su vez, debe usarse incluso en días nublados y durante actividades cotidianas y es necesario prestar atención a las fechas de vencimiento y conservarlos en ambientes propicios. “El error más grave es usar el protector como excusa para exponerse más tiempo al sol o en horarios inadecuados. El protector es un complemento, no habilita a ‘tomar sol seguro’”, puntualizó.
Atención y consulta inmediata
La doctora aseguró que una de las principales señales que deben motivar una consulta inmediata con un dermatólogo es la aparición de lunares nuevos que crecen rápidamente, cambios en lunares preexistentes, lesiones asimétricas, de bordes irregulares o colores múltiples, heridas que no cicatrizan, lesiones que sangran, duelen o reaparecen deben evaluarse sin demora.
Indicó que el cáncer de piel es el más frecuente de todos los cánceres. “El melanoma, aunque menos común, es el más agresivo y concentra la mayoría de las muertes. La regla del ABCDE permite identificar lesiones sospechosas de forma sencilla”.
Esta regla se basa en asimetría (una mitad de la lesión no es igual la otra mitad); bordes (irregulares, mal definidos o difusos); color (el color no es uniforme, puede haber distintos tonos en una misma lesión), diámetro (el tamaño es mayor a 6mm), y evolución (cambios rápidos en tamaño, forma, color, elevación).
En línea con este tema, la entrevistada expuso que el diagnóstico tardío implica tratamientos más agresivos, cirugías extensas, mayor riesgo de secuelas y una disminución de la sobrevida, especialmente en el melanoma. “Detectado precozmente, el cáncer de piel tiene tasas de curación muy altas; un retraso de pocos meses puede empeorar significativamente el pronóstico”, añadió.
Cuidar para reducir las muertes
Cuánto podría reducirse el cáncer de piel con hábitos de protección de piel con protector solar durante toda la vida fue una de las consultas a la doctora, quien indicó que el cáncer de piel no melanoma podría reducirse entre un 30% y un 50% con fotoprotección adecuada, y hasta un 75% si los hábitos se incorporan desde la infancia. “En el melanoma, al menos uno de cada tres casos podría prevenirse evitando la exposición solar intensa y las quemaduras solares. La combinación de fotoprotección y diagnóstico precoz reduce de forma significativa la mortalidad”, agregó.
Por otro lado, pero vinculado al tema, la entrevistada indicó que algunas de las señales que funcionan como lesiones tempranas de daño solar acumulado son los lentigos solares, las pecas muy abundantes, las arrugas prematuras, las telangiectasias (pequeños vasos sanguíneos dilatados y permanentes en la piel o mucosas) y las quemaduras solares repetidas indican daño solar acumulado. Las queratosis actínicas, lesiones ásperas y descamantes, son premalignas y pueden evolucionar a cáncer de piel. “Estas señales obligan a cambiar hábitos y reforzar los controles dermatológicos”, sentenció.
También explicó que algunas características en la piel, por más que no tengan que ver con lesiones, marcan un control por dermatólogo al menos una vez al año. Estas son la presencia de múltiples lunares nuevos o atípicos, aparición de lunares en la adultez, cambios en lesiones preexistentes, antecedentes familiares de melanoma, piel clara, historia de quemaduras solares, uso de camas solares, enfermedades fotosensibles o tratamientos inmunosupresores. La doctora Alé llamó a brindar especial cuidado en la piel de niños y adolescentes.
Pero la exposición inadecuada al sol de verano no solo puede ocasionar cáncer de piel, sino que algunas enfermedades que aumentan en esa temporada también pueden ser lupus, rosácea y melasma, las que pueden empeorar incluso con exposiciones breves. El calor y la sudoración favorecen foliculitis y micosis como el pie de atleta.
Si Alé tuviera que priorizar hábitos que cambien el futuro de la piel de los habitantes del país, podría en primer lugar la fotoprotección diaria todo el año, evitar el sol entre las 10 y las 16 horas, usar ropa adecuada, protector solar en cantidad suficiente y de amplio espectro, evitar el bronceado artificial, realizar autoexámenes cutáneos y controles dermatológicos periódicos. “El sol es una fuente de vida, pero también puede ser un agresor silencioso. La piel tiene memoria: los hábitos actuales determinan su estado en el futuro. La fotoprotección adecuada no solo previene el envejecimiento prematuro, sino que salva vidas. Es una inversión en salud a largo plazo”, reflexionó.




















































