Cada 3 de diciembre se celebra el Día Internacional del Médico, una fecha que invita a mirar de cerca una profesión atravesada por cambios estructurales, nuevas demandas sociales y una creciente humanización del rol. En ese marco, la experiencia de Daniela Paciel, infectóloga y médica intensivista, coordinadora del CTI de la Asociación Española, ofreció una ventana hacia cómo se practica hoy la medicina en la institución.
Paciel ocupa un cargo de alta dedicación en el CTI desde hace seis años, dentro de un modelo laboral que la institución fortaleció gracias a que se fomenta que los médicos concentren horas en un solo lugar y no el multiempleo, explicó a La Mañana. La lógica apunta a equipos más estables, seguimiento continuo y una presencia sostenida del médico tratante en todas las etapas del proceso asistencial.
Su trayectoria profesional comenzó cuando se recibió en el año 2002, ya hace 23 años. Su padre era médico inmunólogo y ella creció en ese entorno y le llamó la atención el área de la medicina, recordó. Esa cercanía temprana la marcó y actualmente se define como “una apasionada de la medicina, es una profesión que adoro”, aseguró.
En más de dos décadas de trabajo, Paciel ha visto modificarse no solo los métodos y la tecnología, sino también la manera en que se vinculan médicos, pacientes y el resto del equipo de salud. “Antes había un modelo muy paternalista desde el punto de vista jerárquico del médico con el paciente, hoy esas cosas se contemplan un poco más y se busca el bienestar en todo sentido, pero siempre con la decisión final del usuario del servicio de salud”, explicó.
El cambio de paradigma no solo implicó escuchar más, sino también integrar. En ese sentido dijo que se le dio más entrada al resto del personal de salud, como los licenciados en enfermería, auxiliares, nutricionistas, “que tienen un rol fundamental en el ejercicio de la medicina. Trabajamos en equipo”, expuso.
Esta transformación también convive con un fenómeno más amplio que Paciel llamó la feminización de la profesión. Indicó que hay mayoría de mujeres que hombres y que ellas tienden a tener un rol diferente en lo social, “que no implica que sea bueno ni malo, sino diferente”.
Ser profesional en La Española
La institución también apuesta a la formación. “La Española es un Centro Educativo Asociado que tiene filiación con la Facultad de Medicina de Udelar”, explicó la entrevistada. Los residentes rotan por distintas áreas y muchos terminan incorporándose como médicos de la institución. Además, llegan internos del último año y residentes de universidades privadas.
Desde medicina intensiva realizan jornadas académicas anuales, donde se discuten prácticas y se presentan casos clínicos. “Eso habla de la posibilidad de formar equipos y recursos humanos de la mejor forma posible”, afirmó. Paralelamente, la institución facilita la investigación con lineamientos éticos y apoyo metodológico.
La actualización permanente de los profesionales es otro de los pilares: “La Española fomenta las capacitaciones, tanto con licencias para congresos como en convenios con universidades”, comentó. A su vez se impulsa la adquisición de nuevas tecnologías y unidades, como la de nutrición para pacientes internados, así como nuevos modelos asistenciales que requieren médicos que no dejen de aprender.
La vida dentro del CTI
La Asociación Española transformó su estructura de trabajo en medicina intensiva con un staff estable que sostiene 40 horas semanales (o más) dentro del CTI. Ese esquema permite lo que Paciel considera esencial: la continuidad. “Eso hace que el seguimiento de pacientes y el staff sea más fijo, lo que permite trabajar más en conjunto con los otros integrantes”, detalló.
La coordinación del CTI convive con su segundo rol institucional que es el de infectóloga integrante del Comité de Infecciones y del Programa de Optimización Antimicrobiana. Allí el trabajo interdisciplinario se lleva adelante por un equipo con colegas de otras especialidades y son programas que apuntan más hacia el personal que hacia los pacientes, dijo.
La interacción con microbiología, laboratorio y enfermería es constante, especialmente en la prevención de infecciones y en el uso adecuado de antimicrobianos, que es un terreno donde la técnica requiere diálogo permanente.
La entrevistada explicó que el trabajo en un CTI nunca es neutro debido a la carga emocional, toma de decisiones críticas y acompañamiento familiar se entrelazan cada día. Paciel lo sintetiza con una característica distintiva del servicio que es que las unidades de CTI son abiertas, por lo que las familias suelen entrar.
Recordó que incluso durante la pandemia mantuvieron ese principio. “Fuimos uno de los pocos centros que permitió el ingreso de los familiares, no se cortó en ningún momento”, y aseguró que la apertura busca sostener la confianza, un elemento que considera indispensable en situaciones donde la vida corre riesgo.
Además del vínculo humano, la coordinación apuesta a un abordaje colectivo del diagnóstico y tratamiento. “Hacemos reuniones clínicas todos los mediodías y discutimos los casos clínicos porque siempre más ojos ven mejor que un par”, afirmó.
Lo que no siempre se ve
Si bien la sociedad suele medir la labor médica por resultados visibles como una recuperación, una cirugía o un diagnóstico acertado, hay un mundo íntimo que permanece no tan a la vista, y es “una carga emocional complicada” según relató Paciel. Con esto se refiere al trabajo cotidiano con situaciones límite como salvar, acompañar, y a veces despedir.
La renuncia a tiempos personales es otro rasgo del oficio. “La medicina implica postergar un montón de cosas como la familia”, reconoció y se refirió a las guardias en fechas especiales, noches largas, exámenes durante la formación y un ritmo que no desacelera nunca. “La medicina es una de las disciplinas que más cambios ha tenido en los últimos años y hay que mantenerse actualizado y contemplarla con humanismo”.
Las escenas críticas que implican reanimar, estabilizar y enfrentar la posibilidad de la muerte dejan huellas en los profesionales. En ese sentido la entrevistada dijo que a veces se logra estabilizarlo y a veces no, “y es algo que hay que procesar”, explica. Aun así, al salir del hospital, la expectativa social es que el médico siga adelante como cualquier otra persona.
“No es lo mismo que trabajar en una oficina”, señaló, sin quitar mérito a otras profesiones, pero subrayó la naturaleza particular de su profesión.
En el Día Internacional del Médico, la historia de Paciel permite acercarse a una profesión que cambia, pero que conserva un núcleo intacto como lo es el compromiso con la vida humana. Entre la tecnología, la formación continua, el trabajo en equipo y una creciente apertura hacia el rol del paciente, la práctica médica se redefine en general y dentro de la Asociación Española.
La entrevistada que se definió como una apasionada de la medicina, representa a una generación de médicos que eligen dedicación plena, que aceptan el peso emocional de su tarea y que apuestan a un modelo colaborativo para ofrecer mejores cuidados. Su mirada resume el sentido de la fecha: una vocación exigente, humana, que se ejerce todos los días y, muchas veces, en silencio.




















































