La central de trabajadores ha protagonizado un nuevo engaño a la población con su muy promocionada propuesta de nuevo tributo para recaudar fondos con los que atender las necesidades de la infancia más pobre. En definitiva, su propuesta no solo es políticamente inviable, desde que la oposición y la mayor parte del gobierno entienden que no pueden aprobarse más tributos porque la presión tributaria es excesiva y todos los partidos se comprometieron en no agravar la situación, sino que además la propuesta es una verdadera burla a la población que esperaba que realmente se gravara a los más ricos.
Es claro que la central sindical, que cuenta con muy escaso prestigio a nivel popular según las encuestas de opinión pública que se difunden, viene sufriendo el desgaste de figuras sindicales que han desmerecido la confianza depositada en ellos. Es el caso del sindicalista de la salud expulsado de su organización gremial por no poder justificar el destino de fondos gremiales o el enjuiciamiento penal de varios integrantes del sindicato de la construcción con acusaciones que involucran al Partido Comunista. Es obvio que el planteo de un nuevo tributo que castigaría a la oligarquía en beneficio de la infancia más desvalida era una buena idea para ganar puntos ante una opinión pública descreída sobre el comportamiento de los dirigentes sindicales, a los que amplios sectores de la opinión pública consideran que manipulan a los trabajadores para vivir de licencia sin trabajar y disfrutar de dineros que deberían beneficiar a los trabajadores.
La propuesta de una sobretasa al Impuesto al Patrimonio de las Personas Físicas nos resulta una broma de mal gusto. Es cierto, que como decía el Cr. José Pedro Damiani, en el Uruguay no hay ricos sino riquitos, pero lo cierto es que los verdaderamente ricos no son gravados por la propuesta en cuestión, con el pretexto que no se desea gravar actividades productivas. Sería bueno que explicaran las razones por las que entienden que las personas físicas no realizan actividades productivas. La afirmación parece absolutamente antojadiza e infundada, aunque en realidad es un burdo pretexto para disimular que no desean gravar a quienes sistemáticamente han beneficiado.
Así, por ejemplo, no se grava al sistema financiero, eterno beneficiado por las políticas de los distintos gobiernos de distinto signo, que en el año 2024 se estima que ganó unos 1.600.000 de pesos y en 2023 unos 1.250.000 de pesos, todo lo cual el gremio bancario lo explica por las altas tasas de interés que posibilitan la obtención de un margen financiero extraordinariamente alto. Curiosamente, se ve que la central sindical no considera a estas instituciones dentro de las “muy ricas”, a pesar de que ante su indiferencia han expoliado con intereses desproporcionados los bolsillos de los trabajadores mediante préstamos de consumo a tasas de interés que en una sociedad que protege a los humildes deberían ser abatidas. El gremialismo, en nuestro país, ha amparado los intereses del sistema financiero y jamás ha denunciado los abusos de este, quizás porque la banca sostiene la seguridad social del gremio bancario con importante representación en la central sindical.
Parecería que la central sindical tampoco considera como muy ricas a las empresas papeleras, que son de las principales exportadoras del país y no pagan tributo alguno, concentrando en sus manos extensiones de tierra absolutamente increíbles. Así Forestal Oriental SA (UPM) explota de 3.565.736 ha., Eufores SA 670.378 ha, UAG 316.251 ha., etc. En total estas empresas explotan unas 7.000.000 de hectáreas y la central sindical entiende que no deben ser gravadas porque realizan actividades productivas, mientras que las personas físicas a gravar no lo hacen, lo que resulta absolutamente caprichoso. Pero, además, hasta cuándo se va a consentir que estas empresas obtengan ganancias en el país con un régimen tributario de excepción que no alcanza al pequeño y mediano empresario, obteniendo ahora el generoso beneplácito de la central sindical que expresamente consiente que en materia tributaria haya hijos y entenados.
En definitiva, se coloca el sayo de los más ricos, en un reducido número de personas a las que arbitrariamente se les adjudica el rótulo de no desarrollar actividades productivas, cuando simultáneamente se acompañan regímenes prebendarios de empresas mayoritariamente extranjeras, beneficiarias de regímenes tributarios de excepción, mientras que el común debe soportar el peso de toda la tributación con la que se sostiene el gasto del Estado.
Para mentir es necesario conocer los deseos o preferencias de la víctima de la mendacidad y construir una situación que le resulte plausible. Afortunadamente, el cerebro está organizado para descubrir la verdad y desenmascarar la mentira que afecta la confianza humana al desobedecer el mandato divino de no mentir.



















































