A través de un reciente informe que analiza la Ley de Presupuesto, el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) alertó por un aumento del gasto, baja inversión y pérdida de competitividad. La Mañana conversó sobre esto con el coordinador de investigación de la institución, Martín Alesina, quien explicó por qué consideran optimista la proyección oficial del 2,4% de crecimiento, y destacó la importancia de revisar el gasto público para mejorar la eficiencia y atender las áreas prioritarias.
En un reciente informe sobre la Ley de Presupuesto, Ceres advierte por el aumento del 10% del gasto en términos reales en este quinquenio. ¿Qué riesgos traería este nivel de expansión?
El incremento del 10% en términos reales en el período como piso –porque después puede ser mayor– está atado a un aumento en la recaudación aún mayor y en la actividad, y el riesgo es que eso no pase, que la actividad no crezca según lo proyectado y la recaudación tampoco. Entonces, uno se compromete a gastar más en términos reales, pero lo otro es algo incierto.
En esa línea, el informe plantea que la proyección oficial de crecimiento (2,4% anual) es demasiado optimista y que lo más realista es estimar un 1%. ¿No están dadas las condiciones para crecer más?
En realidad, lo que nosotros decimos es: dos terceras partes de las variables que marcan el crecimiento de Uruguay se juegan afuera. Cuando uno mira cómo creció Uruguay en las últimas cuatro décadas, tomando solamente los años en los que tuvimos contexto externo neutro, que es lo que se proyecta que tendremos en los próximos años, el país creció 1%, entonces, eso es lo que Uruguay tiene para dar en los años en que el exterior ni nos empuja ni nos frena. Obviamente, siempre pueden surgir cambios en las proyecciones de las variables, pero esto fue lo que pasó en Uruguay y ese 1% claramente es menor al 2,4% proyectado.
Considerando, por ejemplo, que en el último quinquenio tuvimos la pandemia y una sequía muy importante, ¿no se podría ser un poco más optimista para este período?
Sí. No es que creemos que Uruguay vaya a crecer al 1%, simplemente decimos que en un contexto externo que no ayudará, es complejo encontrar los mecanismos que nos empujen a un crecimiento de casi 2,5%. Pero, por otro lado, si se configura un paquete de facilidades a la inversión, si no se genera un escenario de incertidumbre en cuanto a modificaciones regulatorias impositivas, nosotros creemos que ese es un número alcanzable. Si se dan factores para facilitar la inversión, es algo que se puede alcanzar, y también si es empujado por la acumulación de diferentes inversiones grandes que están en la vuelta. Sí creemos que en este caso el contexto externo no va a ser el que nos empuje.
¿A qué inversiones grandes se refiere específicamente?
Me refiero, por ejemplo, a la inversión en hidrógeno verde de HIF Global en Paysandú, sumado a algo que dio a entender el ministro de Economía (Gabriel Oddone) sobre inversiones brasileras en el sector industrial, que ya tienen inversiones en Uruguay y que las ampliarían pensando en el contexto adverso que está teniendo Brasil por la situación arancelaria con Estados Unidos. Además, el paquete de inversión pública anunciado podría colaborar. Hay diferentes inversiones que pueden darse en el área de la vivienda. En definitiva, un conjunto de inversiones grandes, pero también acompañado de varias pequeñas. Para lograr el 2,4% es imprescindible que se siga por el camino que empezó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) hace unos meses de anunciar medidas facilitadoras de la inversión, porque Uruguay necesita ser más competitivo. Uruguay es caro y va a seguir siéndolo –al menos en un corto o mediano plazo–, lo que hay que hacer es buscar medidas para alivianar los costos. Ese tipo de medidas son las que podrían colaborar para tener una tasa de inversión más alta, incluso más alta de la proyectada. Otra de las preguntas que nosotros nos hacemos es cómo se va a lograr esa tasa de crecimiento con esa inversión tan baja.
De hecho, la inversión proyectada es menor a la del período anterior y también es inferior al propio objetivo del MEF. ¿Cómo se explica esto?
El objetivo planteado ideal es el 20% de inversión, y cuando vemos los números no llega al 17%. Fue una proyección cauta y va a ser necesario que ese número sea mayor. Ojalá lo sea, pero para eso hay que seguir en el camino de ese conjunto de medidas que fue el puntapié inicial para varias más, porque son cada vez más necesarias, porque los problemas de competitividad siguen estando.
Estas medidas que comentaba, ¿cree que van a ser suficientes para poder lograr elevar la tasa de crecimiento o se necesitarían reformas más estructurales?
Las que se anunciaron van por un muy buen camino, pero no son suficientes porque no logran mover la aguja de la competitividad. En ese sentido, algo que es central es el hecho de que siempre en un presupuesto se parte de la base del gasto del presupuesto anterior y se piensa en la lógica incremental, sin hacer una revisión del gasto, sin analizar en qué se estaba gastando, los resultados que eso tuvo, si se estaba gastando de manera duplicada o triplicada en diferentes organismos que hacen lo mismo. Eso fue algo que nosotros detectamos en un trabajo que hicimos el año pasado, que hay duplicaciones grandes en el gasto estatal en diversas áreas y, sin embargo, seguimos con la lógica incremental. Hacer una revisión permitiría gastar de manera más eficiente y atender las áreas que realmente necesitan más presupuesto como primera infancia, educación, seguridad, vivienda. Como la frazada es corta, hay muchas áreas que quedan sin atenderse como se debe, pero al mismo tiempo estamos gastando de manera ineficiente en otras áreas. Entonces, la gran reforma estructural que hay que hacer es la revisión a fondo del gasto público.
Hablaba de la pérdida de competitividad, que es algo que también destacan en el informe y es un reclamo histórico del sector empresarial, pero ningún gobierno lo ha resuelto. ¿Hoy hay margen real para una mejora o estamos lejos?
Por el lado del dólar no se va a dar. El sector exportador ya ha virado un poco sus reclamos entendiendo que en este gobierno no va a haber intervención en el mercado de cambios, entonces, están yendo por un reclamo más apropiado que es el de los costos de producción: costos de la energía, costos laborales, costos de trámites, costos de generar nuevas inversiones, y es ahí donde hay que atacar. El MEF entiende la necesidad de generar ese conjunto de reformas que terminen redundando en un menor costo de producción y es necesario que lo haga porque, así como está la situación, Uruguay va a seguir siendo muy poco competitivo y va a ser muy difícil generar más inversión.
Sobre la proyección del gobierno de recaudar US$ 600 millones adicionales con nuevos impuestos y mejoras en la eficiencia, ¿considera que es una estimación realista?
Creemos que es un poco ambiciosa, sobre todo en lo que respecta al Impuesto Mínimo Complementario Doméstico y a las mejoras en eficiencia recaudatoria de la DGI. Además, está un poco atada al incremento en la actividad, por lo cual corre el riesgo de no ser cumplida. También está el hecho de que estas modificaciones normativas e impositivas pueden generar un menor nivel de actividad por los conceptos que se recaudan, es decir, cambios en el comportamiento de las personas, porque ahora hay cosas gravadas que antes no lo estaban. En ese cálculo, no sé si está considerado que puede haber menos flujo por concepto de esos gravámenes, porque esto es competitivo: si acá me empiezan a gravar y en otro lado no, me voy. Y somos conscientes de que hay mucha preocupación en el sector empresarial y de inversión por estos nuevos gravámenes.
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