Los días 4 y 5 de agosto se desarrollará en Montevideo el 13º Congreso de Prevención de Lavado de Activos de las Américas. Ricardo Sabella, coordinador del evento y director de BST Consulting Uruguay, firma especializada en las prácticas de prevención de lavado y gestión de riesgos, conversó con La Mañana acerca de las novedades de esta edición. “En tiempos donde el crimen se reinventa más rápido que las respuestas, necesitamos inteligencia colectiva, compromiso técnico y visión compartida”, remarcó.
¿Qué motivó la creación de este congreso hace más de una década y qué importancia tiene hoy en día?
En el 2013 cuando planificamos y lanzamos la primera edición queríamos acercar a Uruguay una reunión con enfoque técnico en prevención de lavado, con profesionales con visiones de distintos países para poder intercambiar ideas con los colegas locales. Fue todo un desafío importante lograr que reguladores y líderes de la región nos visiten y compartan sus prácticas. Había que hacer algo más que generar un espacio donde investigadores, reguladores, operadores y académicos pudieran reunirse; la idea se centró en trabajar con los participantes con temas absolutamente técnicos y de aplicación práctica que no eran tan conocidos entonces.
El congreso se fue consolidando como una referencia regional. Y en esta edición redoblamos la apuesta: con la idea de ir más al detalle con técnicas de investigación para detectar estos delitos, más de 20 oradores provenientes de ocho países, expertos de distintas jurisdicciones, culturas regulatorias y trayectorias profesionales compartirán enfoques, lecciones aprendidas y desafíos comunes.
Hoy el congreso sigue siendo el punto de encuentro técnico más relevante del año en esta temática. En un entorno donde los riesgos evolucionan más rápido que las normas, es el único evento en Uruguay sobre este tema que recibe a participantes de toda América con una gran oportunidad de intercambio.
¿Qué diferenciará a esta edición de las anteriores?
Esta edición no se tratará solo de escuchar, sino de participar activamente. Oradores y participantes se convierten en un solo equipo donde deberán resolver desafíos reales, tomar decisiones bajo presión, competir y cocrear soluciones que trasciendan la teoría. Incorporamos dinámicas inmersivas como el collabquest, una dinámica donde participan codo a codo en la resolución de problemas comunes de implementación de regulaciones. Además, el congreso incluye espacios únicos de integración: almuerzo de camaradería y un after office diseñados para fomentar el networking auténtico, en un espacio distendido para construir comunidad de compliance compartiendo una mesa, una conversación y una visión común.
¿Cuáles son las temáticas que se abordarán en esta oportunidad y bajo qué modalidades se podrá participar?
Analizaremos estrategias nacionales frente a los nuevos riesgos, la protección del oficial de cumplimiento, la trazabilidad de criptomonedas, los flujos ilícitos vinculados a trata de personas y esclavitud moderna, el dilema entre inclusión financiera y restricciones para acceder a cuentas bancarias, flujos de fondos relacionados con esquemas de fraude y amenazas regionales. Habrá talleres simultáneos prácticos sobre fuentes abiertas para investigación, inteligencia artificial, matrices de riesgo, machine learning, deep learning, modelos LLM y algunas técnicas de prompting efectivo. Se puede participar de forma presencial o virtual. Este año, la modalidad online da un paso más: no se trata solo de transmitir lo que sucede en sala, sino de ofrecer una experiencia acompañada. Dos comentaristas en vivo relatarán minuto a minuto lo que ocurre, conectando a los participantes remotos, guiando los bloques, generando interacción y entrevistas a especialistas.
¿Cuáles son los principales desafíos en materia de prevención de lavado de activos en América Latina?
El principal desafío hoy no es identificar los riesgos, es enfrentarlos con capacidad real. América Latina está ante un escenario de flujos ilícitos cada vez más complejos, transnacionales y tecnológicamente sofisticados, donde la generación de flujos ilegales a partir de delitos como las estafas cibernéticas, logra sobrepasar a veces la capacidad de generar dinero ilegal de organizaciones de narcotráfico. Pero nuestras respuestas todavía arrastran limitaciones: estructuras fragmentadas, baja interoperabilidad entre organismos, debilidad en la trazabilidad de activos y, en muchos casos, marcos normativos que no acompañan la velocidad del delito. A eso se suma la urgencia de profesionalizar el sistema, dotar de recursos a quienes investigan, innovar en herramientas de análisis.
¿Qué rol están jugando las nuevas tecnologías en el avance del lavado? ¿Pueden oficiar también como herramienta de prevención?
Hoy el lavado se esconde detrás de redes blockchain, identidades digitales falsas y estafas cada vez más sofisticadas. Pero la tecnología también es nuestra mejor aliada. Herramientas de análisis forense, segmentación con IA, monitoreo en tiempo real del comportamiento y sistemas de alerta temprana ya están revolucionando la prevención. El futuro de los delitos no se combate con métodos del pasado, por eso tenemos que aprender a usar esas tecnologías como ventaja estratégica, a través de casos reales y sesiones prácticas, mostrando cómo convertir la innovación en una aliada del cumplimiento. Las organizaciones que aprendan a usar esa inteligencia serán las que lideren el cambio.
¿Cómo se articula el trabajo entre el sector público y el privado en este campo?
La única respuesta posible frente a un riesgo complejo es una solución colaborativa. El intercambio de información entre el sector público-público, privado-público y privado-privado ya se ha probado que es la solución más eficiente en los países que lo han implementado. Las alianzas se construyen con confianza y eso solo se logra compartiendo experiencias, datos, herramientas y visiones. La articulación público-privada no es un ideal, es una necesidad operativa. En muchos casos, de esa cooperación surge la diferencia entre detectar un caso o no hacerlo a tiempo.
“Entendimos que la prevención, el compliance y la integridad no podían ser esfuerzos aislados”, reza la propaganda del congreso. ¿Qué implica eso en la práctica para las organizaciones?
Implica cambiar el enfoque: pasar de “cumplir para no incumplir” a “cumplir para transformar”. No alcanza con tener políticas escritas ni manuales archivados. Se necesita una cultura activa donde el cumplimiento sea una herramienta estratégica para proteger el negocio, la reputación y el futuro.
El congreso inspira a pensar el compliance como un sistema vivo que atraviesa equipos y decisiones. Y cuando las organizaciones entienden que prevenir también es cuidar –al cliente, al equipo, al entorno–, el cumplimiento deja de ser un costo y se convierte en una ventaja competitiva.
Este congreso no nació para sumar una fecha al calendario y obtener solo un comprobante de capacitación, sino para marcar una diferencia. Es un espacio donde las ideas para enfrentar a los delitos financieros no solo se escuchan, se trabajan, se confrontan y se transforman. Donde cada voz importa y cada experiencia aporta.
En tiempos donde el crimen se reinventa más rápido que las respuestas, necesitamos inteligencia colectiva, compromiso técnico, iniciativa y visión compartida. Y es lo que queremos que suceda.