El autor uruguayo radicado en Estados Unidos presenta su nuevo libro, Operación Esperanza, una obra que a través de decenas de testimonios retrata las profundas experiencias humanas de compatriotas que participaron en operaciones de paz alrededor del mundo. En entrevista con La Mañana, Brown lamenta que la sociedad uruguaya no conozca y valore suficientemente esas historias de compromiso y recuerda que, aunque por ley se dispuso la construcción de un monumento en homenaje a los caídos en estas misiones, todavía no se construyó.
Hablemos de tu último libro, Operación Esperanza. ¿Es una segunda parte de tu anterior publicación Historias de paz y guerra?
No me gusta pensar en que es una segunda parte, quiero verlo como un libro independiente. Primero porque Cervantes dijo que las segundas partes nunca fueron buenas. Y segundo porque existen diferencias marcadas entre los dos libros. Este es un libro bastante más largo, tiene 51 historias y una entrevista al expresidente Lacalle padre, porque fue durante su presidencia que Uruguay mandó su primer contingente a Camboya. Por otro lado, tenemos más participación de las otras dos fuerzas, aunque por motivos numéricos el Ejército siempre tiene más historias, pero en este caso tripliqué la participación de la Fuerza Aérea y sextupliqué la de la Armada. Ese para mí era un objetivo importante. Además, le di especial énfasis a la participación del personal femenino, pero dentro de aquel al combatiente. Por ejemplo, la historia de la primera mujer paracaidista del arma de Ingenieros y de la primera mujer desplegada en misión de paz con tropas bajo su mando y que al regresar a Uruguay fue ascendida a teniente coronel y jefe de batallón.
Es un libro que desde el punto de vista de la producción y de las historias es mucho más emotivo. Tiene varias historias que realmente me marcaron, hubo muchas lágrimas en la producción de este libro, tanto por parte de los entrevistados como mías. Se escuchaban cosas desgarradoras, no solamente de lo que ocurría en áreas de misión sino también soldados, gente humilde, que me contaba cosas de su situación personal. Son historias fuertes. Por eso este libro es algo independiente.
¿Por qué el título, Operación Esperanza?
Pensé en un momento jugar con el título anterior y ponerle “Historias de guerra y paz”, como si fueran complemento uno de otro, pero luego decidí que un buen título era “Operación Esperanza” porque esperanza es lo que los uruguayos llevan a todos los rincones del mundo cuando son desplegados en misiones de paz. Una chispita de felicidad, un momento en el que esa gente tan sufrida que está por todas partes puede ver que existe la bondad en algún lugar. Las misiones de paz van a los peores lugares del mundo y el uruguayo tiene la capacidad de establecer relaciones muy estrechas con la población local, sin saber una palabra del idioma, arreglándose con señas y con la palabra ta. En Camboya un militar extranjero escribió un decálogo del ta y todos sus posibles significados: bien, mal, más o menos, vamo’ arriba, etc. La mayoría de las personas que van, evidentemente personal subalterno, no saben inglés, no saben francés, se las tienen que arreglar.
También hay historias cómicas, no todas son tristes. Y también hay historias de romance, que el otro libro no tenía. Un hombre y una mujer que se conocieron en la parte del entrenamiento previo en Uruguay, los desplegaron a Haití y cuando el oficial se dio cuenta de que pasaba algo los mandó a ciudades diferentes, pero los días francos Romeo y Julieta se encontraban y allí también hubo historias.
¿Con qué criterio elegiste a los protagonistas?
Tuve mucha colaboración, esto sí al igual que en el libro anterior, primero de Avopu (Asociación de Veteranos de Operaciones de Paz del Uruguay), que me consiguieron voluntarios para hacer entrevistas y después las tres Fuerzas mandaron comunicaciones a todos los efectivos y directamente de las Fuerzas también tuve gente. Hay entrevistados en situación de retiro y en servicio activo, de todas las jerarquías, de soldado a general.
Estas historias tienen lugar en muchos países diferentes con diversos escenarios…
Son 18 países diferentes. No en todos hay contingentes, en algunos hay observadores militares, que no están armados y forman parte de un grupo con gente de otros países y tienen que arreglarse para entenderse entre ellos. Naciones Unidas no les da alojamiento, no da comida, solo la boina celeste, dinero, vehículos y comunicaciones. Algunas de las historias más interesantes tienen que ver con cómo se las arreglan en esas condiciones, cómo consiguen comida en lugares donde no hay cadena de frío, etc.
¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro, el abordaje de estas personas y sus historias?
Luego de que recibía la comunicación de los posibles entrevistados hacía la llamada, porque yo vivo en Estados Unidos y todo era remoto por WhatsApp. Es importante entender que el público objetivo para mí, a pesar de que este parece un libro de nicho, y en ciertos aspectos lo es, es Juan Pérez, la gente de la calle. Yo quiero que la gente se entere de lo que los uruguayos hacen, porque esto que cuento acá no es lo que los medios normalmente cubren, que es cuando el avión sale, cuando vuelve, cuando hay alguna tragedia y algún periodista que ha ido junto con las tropas durante la rotación. Esto es el día a día, que no es para nada rutinario. Son todas las circunstancias que ocurren. El libro está escrito con un lenguaje muy fluido, muy simple, sin tecnicismos, sin siglas. Por eso yo le decía a los entrevistados “Mirá, hacé de cuenta que estás en un asado con amigos que no son militares y no tienen nada que ver con las misiones y te preguntan por tu experiencia”. Y así fue. Grabé todo, desgrabé y a escribir. Terminé el 20 de enero de este año, luego de un proceso de dos años y pico.
¿Qué te motivó a ponerse con ese proyecto?
Yo realmente no tenía ningunas ganas de escribir un segundo libro. El desafío inicial del primer libro estuvo bárbaro porque nunca había escrito un libro periodístico, pero pensé “Ya está, cumplí con la patria”. Pero en diciembre de 2022 me invitaron al Comando General del Ejército porque inauguraron en la plaza de armas el memorial a los caídos en actos de servicio, donde están todos, los que cayeron en la lucha contra el terrorismo, entre otros, y tiene un monolito separado con los nombres de los caídos en misiones de paz, pero es solo del Ejército y no es un lugar público. Cuando presenté Historias de paz y guerra expresé mi deseo de que se construyera un monumento a los caídos en misiones de paz. Casualmente meses después, Tabaré Vázquez, en su segundo gobierno, promulgó la Ley 19.650 que establece que se erija un monumento para honrar la memoria de esos caídos. Pero al día de hoy no hay monumento. Cuando vi aquel memorial del Ejército y pocos días después fui al relevo del comandante en jefe, me dije a mí mismo que yo no podía construir el monumento, pero mi libro va a ser un pequeño homenaje. Y de hecho en la contratapa reproduzco el texto de la ley y en las primeras páginas tengo toda la lista de nombres de los caídos, a la que hubo que agregar dos nombres este año. Ese fue el motivo.
¿Qué marcas quedan en esas personas que participan de las misiones de paz?
Depende un poco de las personas y los motivos por los cuales fueron. Hay dos historias de mujeres, no combatientes, que fueron porque estaban en una situación económica terrible, a una se le había quemado la casa y la otra no tenía nada en su apartamento. Hay otra gente que va por progreso profesional, también por aventura, o lo que fuera. Pero hay una constante: todo el mundo vuelve enriquecido desde el punto de vista cultural, humano y con una apreciación mucho más grande de lo que tienen acá en Uruguay. Acá hay problemas, pero no son tan terribles, y la mayoría son inventados, si me preguntás a mí. ¡Pero tenemos calles, aunque estén hechas pelota, tenemos luz, abrimos la canilla y sale agua, aunque no sea la mejor! En aquellos lugares no hay nada y se ven atrocidades, mucha gente mutilada, hambrienta. Vuelven con una visión del mundo que si se hubieran quedado en Uruguay no la habrían tenido en muchos casos, sobre todo los más humildes. Y algo que escuché varias veces es que cuando estaban en el área de misión lo único que querían era volver a Uruguay, pero cuando estás en Uruguay querían volver a otra misión. Hay gente que tiene cinco, siete, nueve misiones a las que han ido.
Se valora lo propio, pero al mismo tiempo es una advertencia de que la paz no es algo garantizado naturalmente…
Se puede perder en un instante la paz. De la misma manera que en un instante pueden ocurrir cosas en un área de misión. Hay gente que me dijo que estuvo en cinco misiones y nunca escuchó un tiro. Y hay unos muchachos de artillería que les habían dicho eso, que fueran tranquilos y cuando llegaron dos semanas después les caían tiros por todas partes. A veces es un poco de suerte, o mala suerte…
¿Crees que Uruguay como sociedad asimila como debería la experiencia de las misiones de paz?
Desafortunadamente no se aprovecha. Otro deseo que yo había expresado era que veteranos de operaciones de paz fueran a escuelas, a liceos, contaran historias, las mismas que me contaban a mí, de repente suavizadas para los oídos infantiles o adolescentes. Muchas veces nos preguntamos qué nos define como uruguayos y mencionamos el dulce de leche, el fútbol y el mate. ¡No! ¡Si estamos haciendo cosas espectaculares! ¿Por qué no se divulga eso? Creo que mucho tiene que ver honestamente con el recelo que existe a todo lo que tenga que ver con lo militar. Pero ya está eso, hay que salir de esa historia reciente, que no es nada reciente ya. Vamos a movernos para adelante.
¿Con tus libros apuntas a romper ciertos prejuicios de gente desinformada?
La intención es esa. Al ver la dedicación de esos militares, la preocupación que tienen por los derechos humanos, la caridad que proyectan en su contacto con las poblaciones locales, hay un ejemplo.
En marzo de 2017 dos funcionarios civiles de Naciones Unidas que estaban haciendo una investigación sobre violación de derechos humanos en la región de Kasai en el Congo fueron secuestrados por un grupo armado que quería tomar el control de la zona. El batallón de Uruguay en ese país –que es el de reserva del comandante de la fuerza, o sea, está a su mando directo y es el que usa cuando necesita algo y saca las papas del fuego– fue el responsable de la búsqueda de esos funcionarios. El empeño que pusieron para hacerlo –a extranjeros desconocidos como si fueran sus propios parientes– fue admirable. Lamentablemente los habían matado el mismo día que los secuestraron y se encontraron los cadáveres.
También hay otra característica muy importante que colabora a la excelente reputación de Uruguay. Y es que Uruguay no tiene intereses. Cuando vamos a una misión no estamos buscando el coltán o diamantes. Y quizás no está tan bien, de repente deberíamos buscar vender algo de carne o arroz. Pero no vamos con esa mentalidad. Si nos mandaron vamos allí para ayudar y nos volvemos. Hubo interacciones con gente de otros países donde preguntan “¿Uruguay qué interés tiene acá?” y se les responde “Vinimos a cumplir misión”.
¿Qué otro mensaje destacarías con este libro?
Simplemente quiero o me siento satisfecho si la persona que lo lee siente un décimo del orgullo que yo siento por los uruguayos. Si consigo eso, logré mi objetivo. Quiero que la gente termine el libro y al cerrarlo diga “¡Pah! ¡No tenía ni idea! ¡Somos unos capos!”.
¿Qué futuro le ves a las misiones de paz y la participación de Uruguay hacia adelante?
Espero que las misiones de paz continúen, porque si son bien llevadas pueden traer beneficios importantes a esos pueblos. Ahora la misión del Congo está en riesgo y no sabemos lo que va a pasar. Me imagino que, aunque no sé qué llegará a pasar, es posible que haya una misión de paz entre Rusia y Ucrania o entre Gaza e Israel. Pero desde el punto de vista de Uruguay mi opinión es que no importa dónde sea, debemos postularnos e incrementar la presencia en las misiones. Abrimos una misión relativamente nueva hace unos años en Siria, en el Golán, tenemos en el libro tres historias. Y me parece que es muy positivo. Pero además hay que entender que no solamente estamos en los lugares donde tenemos contingente, porque hay observadores uruguayos por todas partes, en Cachemira, República Centroafricana, Colombia, etc.
Estás radicado en Estados Unidos desde hace años, pero muy involucrado con nuestra realidad. ¿Cómo ves a la sociedad uruguaya y el estado de ánimo general?
Veo cada vez menos cultura. Recuerdo cuando yo iba al liceo las conversaciones que teníamos con otra gente y el nivel era muy superior. A veces escucho a jóvenes de ahora en un restaurante o en un shopping y digo ¡uy! Y otra cosa realmente decadente son los grafitis, que ojo, no es un problema de Uruguay, Europa está tapado de grafitis, pero me parece contaminación visual, cultural, y debería ser resuelto. Es todo parte de lo mismo, hay una degradación en la educación. Tal vez estoy tocando de oído, sospecho que es así, porque no entro en un liceo, no conozco los planes de estudio. Pero me da mucha lástima y ganas de llorar cuando veo un liceo pintarrajeado. Entiendo las consignas y creo a muerte en la libertad de expresión, pero se puede colgar un cartel con lo que estás pidiendo, no hay necesidad de vandalizar. Eso realmente me deprime cuando lo veo. Y lo otro es que Uruguay me parece carísimo, es mucho más caro que Estados Unidos. Eso me preocupa. ¿Cómo hace la gente para vivir? ¡No entiendo!
Al mismo tiempo, el otro día iba caminando por 18 de Julio, era de nochecita, entrecerré los ojos y me sentía como que nunca me había ido. La gente se viste diferente, los autos son distintos, pero ves ciertas calles y están exactamente igual.
Entrando en tu faceta de analista internacional, ¿cómo ves internamente el proceso de transformación política que hay en Estados Unidos?
A pesar de que yo apoyo a muerte a Trump y lo voté tres veces, es una persona que genera mucho rechazo porque no pertenece a la casta política y el sistema político se ha encargado de convertirlo en un demonio…
Vivís en Atlanta, la ciudad sede de la cadena CNN…
¡Justo! De la CNN que aborrece de Trump. Acá en Uruguay les llega eso, es lo único, entonces siempre lo que van a escuchar de Trump es una porquería. Hay gente que lo ama y gente que lo odia, no hay nada entre medio, nada. El proceso de limpieza que está ocurriendo ahora es espectacular. En primer lugar, hay que resaltar que no sabemos quién fue presidente durante los cuatro años que Joe Biden vivía en la Casa Blanca. Teníamos un presidente de nombre, pero la cabeza no le funcionaba y ahora se descubrió que muchas de las cosas que firmó no lo hizo, sino un sistema automático. Hay un gasto público por las nubes que ahora está siendo limpiado, miles de millones de dólares. Desde el punto de vista de inmigración están haciendo lo correcto, el inmigrante ilegal tiene que ser deportado. Y en su gran mayoría están siendo deportados delincuentes, hay violadores, abusadores sexuales y domésticos. Todos los que el feminismo supuestamente ataca, ahora los están defendiendo. Eso está pasando.
Y en términos de relaciones internacionales, obviamente que lo de los aranceles no se lo esperaba nadie. Yo quedé un poco descolocado con eso, perdí mucha plata en el mercado bursátil por eso. Pero el que haya leído El Arte de la Negociación, que es el libro de él, lo entendería mejor. Esa inestabilidad me parece que es estrategia y siempre pide mil para que le des diez. Se hace el loco, pero no lo es. Como persona Trump no me parece agradable, yo no lo invitaría a casa a comer. Pero como presidente es espectacular, para mí el mejor de la historia.
Hablando de guerra y paz, el tema de Ucrania hace muchos años que ésta presente en el debate político en Estados Unidos. ¿Cómo repercute eso en la población y la opinión pública?
Cuando Trump asumió yo esperaba que se iba a resolver con más celeridad. Tenemos que empezar por el principio: esa guerra no hubiera ocurrido si Trump hubiera sido reelecto. Esa guerra ocurrió porque Biden empezó a joder con que Ucrania iba a entrar en la OTAN. Y Putin no lo permitió e invadió. No estoy justificando a Putin, nadie deber invadir otro país. Pero hubo una completa falta de conocimiento e incompetencia. Ahora se matan unos a otros. La guerra no la terminó Trump en dos días como dijo. Pero es una guerra europea. Hay miles de millones de dólares que se pagan, que yo pago con mis impuestos, que están yendo a Ucrania ¿y por qué? ¿Por qué no se usa en Estados Unidos? Si los franceses o los alemanes o los británicos quieren defender a Ucrania que lo hagan. Pero ellos saben que con la OTAN el que banca la defensa de Europa es Estados Unidos. Y Trump está diciendo que se terminó.
¿Tenés nuevos proyectos de escritura en marcha? ¿Pensás seguir investigando sobre la temática de las misiones de paz?
Antes te hubiera dicho que no, pero ahora no sé qué decirte. El próximo proyecto que voy a intentar no tiene nada que ver con las misiones de paz ni con libros, sino que es un acto de stand up, que me encanta. Tengo uno en Estados Unidos, pero no sirve, no se puede adaptar acá. Quiero hacer uno de humor muy sarcástico que se va a llamar “Las cosas que la gente hace”, basado en cosas cotidianas, de todos los días.
¿Cómo animarías a los nuevos escritores o los que quieren comenzar en el arte y oficio?
Innumerables personas me dicen que tienen un tema para un libro. Si tuviera un dólar por cada persona que me dijo que quería escribir un libro, sería multimillonario. Pero yo les digo ¿y? ¿tenés ganas de escribir un libro? ¿qué estás esperando? Lo más importante es empezar, después es como una especie de bola de nieve. Obviamente no es un proceso fácil. Lo más fácil es escribirlo, la más difícil es conseguir que te lo publiquen. Ver un libro terminado es muy placentero. En el peor de los casos ni siquiera necesitás una editorial, lo digitalizás y lo subís en Amazon o donde sea. Ya nomás eso es un logro espectacular. Mi mensaje es muy simple: ¿querés escribir un libro? Escribilo. Y leelo y releelo. Y criticate vos mismo. Y el mejor consejo que puedo dar es leerlo en voz alta, porque enseguida te das cuenta de frases repetidas, cosas que no concuerdan o no suenan bien. Cada libro mío lo he leído cien veces, si no, va a tener errores, inclusive haciéndolo va a tenerlos.
Operación Esperanza se presenta en Montevideo y Punta del Este
El autor Daniel Brown participará esta semana en dos presentaciones públicas con entrada libre al público general.
Este jueves 5 de junio a las 11 horas la presentación del libro tendrá lugar en el Instituto Militar de Estudios Superiores (Bulevar Artigas 2425, Montevideo) y contará con la presencia del comandante en jefe del Ejército Gral. Mario Stevenazzi y el vicepresidente de Avopu, Cnel. (ST) César Rodríguez.
Mientras que el sábado 7 de junio a las 18 horas la actividad tendrá lugar en el municipio de Punta del Este (sala Benito Stern, Exestación Ancap) y tendrá la participación del Gral. Hebert Fígoli.